XIII
El hombre aquel que allí habla en la esquina,
por qué bracea tanto?,
qué importa lo que dice?
Porque no importa es el aspar de brazos,
que si importara…
Y quien soy yo para medir los grados
de importancias ajenas?
Dios le conserve al hombre su entusiasmo!
Mientras así bracea,
de sí mesmo se olvida, y con los años
su agitación, mi calma,
irán a descansar al mismo lago
de aguas muertas estériles…
Bracea ciudadano!...
Es una gran gimnasia, y en la vida
lo que importa es vivir contento y sano.
Septiembre, 1907
VII
Cerré el libro que hablaba
de esencias, de existencias, de sustancias,
de acidentes y modos,
de causas y de efectos,
de materia y de forma,
de conceptos e ideas,
de nóumenos, fenómenos,
cosas en sí y en otras, opiniones,
hipótesis, teorías…
Cerré el libro y abrióse
a mis ojos el mundo.
Transpuesto había el sol ya la colina;
en el cielo esmaltábanse los álamos
y nacian entre ellos las estrellas;
la luna enjalbegaba el firmamento,
cuyo fulgor difuso
en las aguas del río se bañaba.
Y mirando a la luna, a la colina,
las estrellas, los álamos,
el río y el fulgor del firmamento
sentí la gran mentira
de esencias, de existencias, de sustancias,
de acidentes y modos,
de causa y de efectos,
de materia y de forma,
de conceptos e ideas,
de nóumenos, fenómenos,
cosas en sí y en otras, opiniones,
hipótesis, teorías;
esto es: palabras.
Sobre el libro cerrado
que yacia en la yerba
por la luna su pasta iluminada,
mas su interior a oscuras,
descansaba una rana
que iba rondando su nocturna ronda.
Oh, Kant, cuánto te admiro!
Abril o mayo, 1908.
UNAMUNO, Miguel de, “Rimas de Dentro”, Barcelona, Mondadori, 2000, p.p. 57, 58 e 69.
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