sábado, 12 de dezembro de 2015
‘fixer’
En los textos periodísticos de corte bélico suele utilizarse
el anglicismo ‘fixer’ para hacer referencia a aquellos nativos de una zona en
guerra que colaboran con la prensa otorgando información sobre el entorno y
facilitando su acceso a ciertos lugares de interés en los que los periodistas
pueden obtener información válida; así mismos, estos personajes suelen ejercer
de intermediarios entre los periodistas extranjeros y las personas del lugar,
haciendo las veces de intérpretes o consiguiendo que puedan entrevistar a
personas implicadas en el conflicto de algún modo.
Lee todo en: Suflé, bélico y guía de guerra: conceptos
apropiados
Espaço curvo e finito
Oculta consciência de não ser,
Ou de ser num estar que me transcende,
Numa rede de presenças e ausências,
Numa fuga para o ponto de partida:
Um perto que é tão longe, um longe aqui.
Uma ânsia de estar e de temer
A semente que de ser se surpreende,
As pedras que repetem as cadências
Da onda sempre nova e repetida
Que neste espaço curvo vem de ti.
[José Saramago]
(In OS POEMAS
POSSÍVEIS, Editorial CAMINHO, Lisboa, 1981. 3ª edição)
Relíquia íntima
Ilustríssimo, caro e velho amigo,
Saberás que, por um motivo urgente,
Na quinta-feira, nove do corrente,
Preciso muito de falar contigo.
E aproveitando o portador te digo,
Que nessa ocasião terás presente,
A esperada gravura de patente
Em que o Dante regressa do Inimigo.
Manda-me pois dizer pelo bombeiro
Se às três e meia te acharás postado
Junto à porta do Garnier livreiro:
Senão, escolhe outro lugar azado;
Mas dá logo a resposta ao mensageiro,
E continua a crer no teu Machado.
[Machado de Assis]
DIAS CONTRA O SONHO
Não querer brancos rodando
em planta movível.
Não querer vozes roubando
germinais arqueada aéreas.
Não querer viver mil oxigênios
nímias cruzadas ao céu.
Não querer trasladar minha curva
sem encerar a folha atual.
Não querer vencer ao ímã
no fim a alpargata se esfiapa.
Não querer tocar abstratos
chegar ao meu último cabelo castanho.
Não querer vencer caudas brandas
as árvores situam as folhas.
Não querer trazer sem caos
portáteis vocábulos.
Alejandra Pizarnik
El contertulio
Miguel de Unamuno
A mis compatriotas de tertulia
Más de veinte años hacía que faltaba Redondo de su patria,
es decir, de la tertulia en que transcurrieron las mejores horas, las únicas
que de veras vivió, de su juventud larga. Porque para Redondo, la patria no era
ni la nación, ni la región, ni la provincia, ni aun la ciudad en que había
nacido, criádose y vivido; la patria era para Redondo aquel par de mesitas de
mármol blanco del café de la Unión, en la rinconera del fondo de la izquierda,
según se entra, en torno a las cuales se había reunido día a día, durante más
de veinte años, con sus amigos, para pasar en revista y crítica todo lo divino
y lo humano y aun algo más.
Al llegar Redondo a los cuarenta y cuatro años encontrose
con que su banquero lo arruinó, y le fue forzoso ponerse a trabajar. Para lo
cual tuvo que ir a América, al lado de un tío poseedor allí de una vasta
hacienda. Y a la América se fue añorando su patria, la tertulia de la rinconera
del café de la Unión, suspirando por poder un día volver a ella, casi llorando.
Evitó el despedirse de sus contertulios, y una vez en América hasta rompió toda
comunicación con ellos. Ya que no podía oírlos, verlos, convivir con ellos,
tampoco quiso saber de su suerte. Rompió toda comunicación con su patria,
recreándose en la idea de encontrarla de nuevo un día, más o menos cambiada,
pero la misma siempre. Y repasando en su memoria a sus compatriotas, es decir,
a sus contertulios, se decía: ¿qué nuevo colmo habría inventado Romualdo? ¿Qué
fantasía nueva el Patriarca? ¿Qué poesía festiva habrá leído Ortiz el día del
cumpleaños de Henestrosa? ¿Qué mentira, más gorda que todas las anteriores,
habrá llevado Manolito? Y así lo demás.
Vivió en América pensando siempre en la tertulia ausente,
suspirando por ella, alimentando su deseo con la voluntaria ignorancia de la
suerte que corriera. Y pasaron años y más años, y su tío no le dejaba volver. Y
suspiraba silenciosa e íntimamente.. No logró hacerse allí una patria nueva, es
decir, no encontró una nueva tertulia que le compensase de la otra. Y siguieron
pasando años hasta que su tío se murió, dejándole la mayor parte de su
cuantiosa fortuna y lo que valía más que ella, libertad de volverse a su
patria, pues en aquellos veinte años no le permitió un solo viaje. Encontrose,
pues, Redondo, libre, realizó su fortuna y henchido de ansias volvió a su
tierra natal.
¡Con qué conmoción de las entrañas se dirigió por primera
vez, al cabo de más de veinte años, a la rinconera del café de la Unión, a la
izquierda del fondo, según se entra, donde estuvo su patria! Al entrar en el
café el corazón le golpeaba el pecho, flaqueábanle las piernas. Los mozos o
eran o se habían vuelto otros; ni les conoció ni le conocieron. El encargado
del despacho era otro. Se acercó al grupo de la rinconera; ni Romualdo el de
los colmos, ni el Patriarca, ni Henestrosa, ni Ortiz el poeta festivo, ni el
embustero de Manolito, ni D. Moisés, ni… ¡ni uno solo siquiera de los
desconocidos! Su patria se había hundido o se había trasladado a otro suelo. Y
se sintió solo, desoladoramente solo, sin patria, sin hogar, sin consuelo de
haber nacido. ¡Haber soñado y anhelado y suspirado más de veinte años en el
destierro para esto! Volviose a casa, a un hogar frío de alquiler, sintiendo el
peso de sus sesenta y ocho años, sintiéndose viejo. Por primera vez miró hacia
adelante y sintió helársele el corazón al prever lo poco que le quedaba ya de
vida.. ¡Y de qué vida! Y fue para él la noche de aquel día insomne, una noche
trágica en que sintió silbar a sus oídos el viento del valle de Josafat.
Mas a los dos días, cabizbajo, alicaído de corazón, como
sombra de amarilla hoja de otoño que arranca del árbol el cierzo, se acercó a
la rinconera del café de la Unión y se sentó en la tercera de las mesitas de
mármol, junto al suelo de la que fue su patria. Y prestó oído a lo que
conversaban aquellos hombres nuevos, aquellos bárbaros invasores. Eran casi
todos jóvenes; el que más, tendría cincuenta y tantos años.
De pronto uno de ellos exclamó: “Esto me recuerda uno de los
colmos del gran D. Romualdo”. Al oírlo, Redondo, empujado por una fuerza
íntima, se levantó, acercose al grupo y dijo:
-Dispensen, señores míos, la impertinencia de un
desconocido, pero he oído a ustedes mentar el nombre de D. Romualdo el de los
colmos, y deseo saber si se refieren a D. Romualdo Zabala, que fue mi mayor
amigo de la niñez.
-El mismo -le contestaron.
-¿Y qué se hizo de él?
-Murió hace ya cuatro años.
-¿Conocieron ustedes a Ortiz, el poeta festivo?
-Pues no habíamos de conocerle, si era de esta tertulia.
-¿Y él?
-Murió también.
-¿Y el Patriarca?
-Se marchó y no ha vuelto a saberse de él cosa alguna.
-¿Y Henestrosa?
-Murió.
-¿Y D. Moisés?
-No sale ya de casa; ¡está paralítico!
-¿Y Manolito el embustero?
-Murió también…
Murió… murió… se marchó y no se sabe de él… está en casa
paralítico… y yo vivo todavía… ¡Dios mío! ¡Dios mío! -y se sentó entre ellos
llorando.
Hubo un trágico silencio, que rompió uno de los nuevos
contertulios, de los invasores, preguntándole:
-Y usted, señor nuestro, ¿se puede saber…?
-Yo soy Redondo…
-¡Redondo! -exclamaron casi todos a coro-. ¿El que se fue a
América arruinado por su banquero? ¿Redondo, de quien no volvió a saberse nada?
¿Redondo, que llamaba a esta tertulia su patria? ¿Redondo, que era la alegría
de los banquetes’ ¿Redondo, el que cocinaba, el que tocaba la guitarra, el
especialista en contar cuentos verdes?
El pobre Redondo levantó la cabeza, miró en derredor, se le
resucitaron los ojos, empezó a vislumbrar que la patria renacía, y con lágrimas
aún, pero con otras lágrimas, exclamó:
-¡Sí, él mismo, él mismo Redondo!
Le rodearon, le aclamaron, le nombraron padre de la patria,
y sintió entrar en su corazón desfallecido los ímpetus de aquellas sangres
juveniles. Él, el viejo, invadía, a su vez, a los invasores.
Y siguió asistiendo a la tertulia, y se persuadió de que era
la misma, exactamente la misma, y que aún vivían en ella, con los recuerdos,
los espíritus de sus fundadores. Y Redondo fue la conciencia histórica de la
patria. Cuando decía: “Esto me recuerda un colmo de nuestro gran Romualdo…”,
todos a una: “¡Venga! ¡Venga”. Otras veces: “Ortiz, con su habitual gracejo,
decía una vez…”. Otras veces: “Para mentira, aquella de Manolito”. Y todo era
celebradísimo.
Y aprendió a conocer a los nuevos contertulios y a
quererlos. Y cuando él, Redondo, colocaba algunos de los cuentos verdes de su
repertorio, sentíase reverdecer, y cocinó en el primer banquete, y tocó, a sus
sesenta y nueve años, la guitarra, y cantó. Y fue un canto a la patria eterna,
eternamente renovada.
A uno de los nuevos contertulios, a Ramonete, que podría ser
casi su nieto, cobró singular afecto Redondo. Y se sentaba junto a él, y le
daba golpecitos en la rodilla, y celebraba sus ocurrencias. Y solía decirle:
“¡Tú, tú eres, Ramonete, el principal ornato de la patria!” Porque tuteaba a
todos. Y como el bolsillo de Redondo estaba abierto para todos los
compatriotas, los contertulios, a él acudió Ramonete en no pocas apreturas.
Ingresó en la tertulia un nuevo parroquiano, sobrino de uno
de los habituales, un mozalbete decidor y algo indiscreto, pero bueno y noble;
mas al viejo Redondo le desplació aquel ingreso; la patria debía estar cerrada.
Y le llamaba, cuando él no le oyera, el Intruso. Y no ocultaba su recelo al
intruso, que en cambio veneraba, como a un patriarca, al viejo Redondo.
Un día faltó Ramonete, y Redondo inquieto como ante una
falta preguntó por él. Dijéronle que estaba malo. A los dos días, que había
muerto. Y Redondo le lloró; le lloró tanto como habría llorado a un nieto. Y
llamando al Intruso, le hizo sentar a su lado y le dijo:
-Mira, Pepe, yo, cuando ingresaste en esta tertulia, en esta
patria, te llamé el Intruso, pareciéndome tu entrada una intrusión, algo que
alteraba la armonía. No comprendí que venías a sustituir al pobre Ramonete, que
antes que uno muera y no después nace muchas veces el que ha de hacer sus
veces; que no vienen unos a llenar el hueco de otros, sino que nacen unos para
echar a los otros. Y que hace tiempo nació y vive el que haya de llenar mi
puesto. Ven acá, siéntate a mi lado; nosotros dos somos el principio y el fin
de la patria.
Todos aclamaron a Redondo.
Un día prepararon, como hacían tres o cuatro veces al año,
una comida en común, un ágape, como le llamaban. Presidía Redondo, que había
preparado uno de los platos en que era especialista. La fiesta fue
singularmente animada, y durante ella se citaron colmos del gran Romualdo, se
dedicó un recuerdo a Ramonete. Cuando al cabo fueron a despertar a Redondo, que
parecía haber caído presa del sueño -como que le ocurría a menudo-,
encontráronle muerto. Murió en su patria, en fiesta patriótica…
Su fortuna se la legó a la tertulia, repartiéndola entre los
contertulios todos, con la obligación de celebrar un cierto número de banquetes
al año y rogando se dedicara un recuerdo a los gloriosos fundadores de la
patria. En el testamento ológrafo, curiosísimo documento, acababa diciendo: “Y
despido a los que me han hecho viviera la vida, emplazándoles para la patria
celestial, donde en un rincón del café de la Gloria, según se entra a mano
izquierda, les espero”.
FIN
Biblioteca Digital Ciudad Seva
Plegaria al sol
¡Oh, sol, eterna luminaria,
riente en el nido y el portal
de los palacios, incendiaria
chispa que fulges inmortal!;
¡oh, tú el
del fuego innumerable,
que brillas en el universo
y traspasas la sombra insalvable
dando luz al cautivo allí inmerso!;
que bendices, fecundas y puedes
despertar al arbusto dormido;
que de lo alto, en redes de oro,
tienes los mundos suspendidos.
Tu esplendor dulce y bienhechor
crea calor, dilata el día;
pero no tiene, yo diría,
la fuerza de un rayo de amor.
Ramón Emeterio Betances
Poemas para a Palestina
Ocuparam minha pátria
Expulsaram o meu povo Anularam minha identidade
E me chamaram de terrorista Confiscaram minha propriedade
Arrancaram meu pomar Demoliram minha casa E me chamaram de terrorista Legislaram
leis fascistas Praticaram odiada apartheid Destruíram Dividiram Humilharam
E me chamaram de terrorista
Assassinaram minhas alegrias
Sequestraram minhas esperanças
Algemaram meus sonhos Quando recusei todas as barbáries
Eles...mataram um terrorista
Mahmud Darwish
Enquanto a "pedalada" da Dilma foi adiantando
créditos de bancos públicos para pagar direitos sociais, os quais foram
devidamente devolvidos, as tais "pedaladas" do Richa e do Fruet são
com a apropriação dos recursos previdenciários dos trabalhadores, sem qualquer
previsão de devolução. São coisas diferentes, enquanto o governo federal assume
sua responsabilidade social ao bancar o risco com suas pedaladas, os nossos
governos estadual e municipal demonstram toda sua irresponsabilidade com o
futuro de milhares de famílias.
Esses fundos não vão aguentar. Deixar de contribuir hoje,
como faz o Fruet, ou sacar recursos, como fez o Richa, é uma tremenda sacanagem
e um verdadeiro crime contra a população, porque seremos nós que teremos que
pagar essa conta daqui a alguns anos.
RESUMO DA REUNIÃO
Ontem, dia 10 de dezembro, foi realizada
uma reunião do Comitê Distrital do PCdoB, na região central de São Paulo, para
a discussão da conjuntura nacional. Conforme o camarada Nivaldo Santana,
vivemos numa situação internacional adversa, com a grave recessão iniciada nos
Estados Unidos em 2007, que posteriormente atingiu a Europa e a América Latina.
Nesse contexto de crise econômica, que se traduz no crescimento dos índices de
inflação e desemprego (apenas no Brasil, foram cortadas 500 mil vagas na
construção civil, fato verificado também em outros setores de nossa economia),
ocorre também o desgaste dos governos progressistas, que causou a derrota da
esquerda na Argentina, na Venezuela e a escalada golpista no Brasil.
O risco de golpe de estado em nosso país é fortalecido pela
hegemonia da direita no Congresso Nacional, no Judiciário, pela campanha
difamatória diária dos meios de comunicação contra Dilma, Lula e o PT e pelo
crescimento da extrema-direita, que fará nova manifestação pró-impeachment no
dia 13 de dezembro, mesma data da implantação do AI-5, durante a ditadura
militar. A maioria dos empresários brasileiros, hoje, é favorável ao golpe de
estado, assim como boa parte da população brasileira, afetada pela crise
econômica e desinformada pela mídia.
Os próprios governos de Lula e Dilma colaboraram, indiretamente,
para o desenrolar da crise (esta observação é minha, não do camarada Nivaldo),
por não conscientizar politicamente os trabalhadores e a juventude nos últimos
13 anos, não investir na organização popular e não regulamentar a mídia, por
acreditar, ingenuamente, que ganhar o governo federal significaria conquistar o
poder. O Executivo é apenas parte do aparelho de estado e a burguesia conseguiu
fazer o cerco ao governo federal a partir das demais instituições, não
hegemonizadas pelo PT, como o Ministério Público, a Polícia Federal, o STF
etc., que traduzem, dentro do aparelho de estado, os interesses da grande
burguesia. O governo Dilma encontra-se fragilizado (aqui, novamente, a
interpretação é minha) por ter minoria no Congresso Nacional, mas também por
adotar uma política econômica profundamente equivocada, frustrar anseios de
mudança e não conseguir dialogar com a sociedade.
A crise é muito grave sim e o seu desfecho é imprevisível.
Qualquer aposta hoje seria aposta de alto risco. Uma eventual vitória dos
golpistas significaria uma derrota histórica para a classe trabalhadora
brasileira e um retrocesso nas conquistas obtidas pela sociedade brasileira nas
últimas três décadas de democracia, sobretudo para os mais pobres, as mulheres,
os jovens, os negros e os homoafetivos, cujos direitos já são atacados hoje
pelas bancadas da bala, do boi e da bíblia no Congresso Nacional.
A vitória dos golpistas no Brasil teria profunda repercussão
internacional, sobretudo na América Latina, ameaçando os governos progressistas
da região e isolando novamente Cuba. Seria a derrota do MERCOSUL, da Unasul, da
Celac e o retorno da OEA (onde os Estados Unidos têm direito de voto e de veto)
e fortalecimento da Aliança para o Pacífico, nova versão da ALCA. As empresas
públicas brasileiras, a começar pela Petrobrás e Banco do Brasil, seriam
privatizadas a troco de banana e a legislação trabalhista, “flexibilizada”,
para favorecer ao máximo o lucro dos patrões. Programas sociais como ProUni,
FIES, Bolsa Família, Minha Casa Minha Vida etc. seriam extintos, com previsível
escalada de violência da Polícia Militar contra eventuais protestos.
O Brasil se afastaria dos BRICs e da Autoridade Nacional
Palestina para cair nos braços dos Estados Unidos e de Israel, alterando a
correlação de forças no mundo. Enfim, a situação é gravíssima e não diz
respeito apenas ao Brasil, mas às forças progressistas em todo o mundo. O que
podemos fazer, nesta situação adversa? Os camaradas presentes na reunião
concordam que é preciso investir em todas as frentes – no Congresso Nacional,
onde o PCdoB e Jandira Feghali fazem a diferença, no STF e sobretudo nas ruas,
nos atos organizados pela Frente Brasil Popular e Frente Brasil sem Medo. Nosso
partido jogará toda a sua força para fazermos grandes manifestações no dia 16,
em todo o país, contra o golpe de estado e em defesa da democracia. Em tempo:
quando for conversar com os seus amigos sobre a crise, não fale apenas da
defesa da democracia, que para muita gente é uma coisa abstrata, mas sobretudo
da defesa dos programas sociais implementados por Lula e Dilma, ameaçados pelos
golpistas.
Claudio Daniel
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