Don Eduardo Galeano
Y en eso estaba,
espantando sonidos y tristezas y mosquitos, con los ojos clavados en la alta
noche, cuando un niño de Bluefields, que yo no conocía, se echó a mi lado y se puso
a mirar al cielo, como yo, en silencio. Entonces cayó una estrella fugaz. Yo
podía haber pedido un deseo; pero ni se me ocurrió. Y el niño me explicó:
-¿Sabes por qué se caen
las estrellas? Es culpa de Dios. Es Dios, que las pega mal. Él pega las estrellas
con agua de arroz.