segunda-feira, 4 de março de 2013

Memoria del Fuego


Don Eduardo Galeano 

Y en eso estaba, espantando sonidos y tristezas y mosquitos, con los ojos clavados en la alta noche, cuando un niño de Bluefields, que yo no conocía, se echó a mi lado y se puso a mirar al cielo, como yo, en silencio. Entonces cayó una estrella fugaz. Yo podía haber pedido un deseo; pero ni se me ocurrió. Y el niño me explicó:
-¿Sabes por qué se caen las estrellas? Es culpa de Dios. Es Dios, que las pega mal. Él pega las estrellas con agua de arroz.

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