sábado, 19 de janeiro de 2013
Alguien
.
Alguien limpia la celda
de la tortura
que no quede la sangre
ni la amargura
.
alguien pone en los muros
el nombre de ella
ya no cabe en la noche
ninguna estrella
.
alguien limpia su rabia
con un consejo
y la deja brillante
como un espejo
.
alguien piensa hasta cuando
alguien camina
suenan lejos las risas
una bocina
y un gallo que propone
su canto en hora
mientras sube la angustia
la voladora
.
alguien piensa en afuera
que allá no hay plazo
piensa en niños de vida
y en un abrazo
.
alguien quiso ser justo
no tuvo suerte
es difícil la lucha
contra la muerte
.
alguien limpia la celda
de la tortura
lava la sangre pero
no la amargura.
.
Mario Benedetti
LOS LIBERTADORES
AQUÍ viene el árbol, el árbol
de la tormenta, el árbol del pueblo.
De la tierra suben sus héroes
como las hojas por la savia,
y el viento estrella los follajes
de muchedumbre rumorosa,
hasta que cae la semilla
del pan otra vez a la tierra.
Aquí viene el árbol, el árbol
nutrido por muertos desnudos,
muertos azotados y heridos,
muertos de rostros imposibles,
empalados sobre una lanza,
desmenuzados en la hoguera,
decapitados por el hacha,
descuartizados a caballo,
crucificados en la iglesia.
Aquí viene el árbol, el árbol
cuyas raíces están vivas,
sacó salitre del martirio,
sus raíces comieron sangre
y extrajo lágrimas del suelo:
las elevó por sus ramajes,
las repartió en su arquitectura.
Fueron flores invisibles,
a veces, flores enterradas,
otras veces iluminaron
sus pétalos, como planetas.
Y el hombre recogió en las ramas
las caracolas endurecidas,
las entregó de mano en mano
como magnolias o granadas
y de pronto, abrieron la tierra,
crecieron hasta las estrellas.
Éste es el árbol de los libres.
El árbol tierra, el árbol nube,
el árbol pan, el árbol flecha,
el árbol puño, el árbol fuego.
Lo ahoga el agua tormentosa
de nuestra época nocturna,
pero su mástil balancea
el ruedo de su poderío.
Otras veces, de nuevo caen
las ramas rotas por la cólera
y una ceniza amenazante
cubre su antigua majestad:
así pasó desde otros tiempos,
así salió de la agonía
hasta que una mano secreta,
unos brazos innumerables,
el pueblo, guardó los fragmentos,
escondió troncos invariables,
y sus labios eran las hojas
del inmenso árbol repartido,
diseminado en todas partes,
caminando con sus raíces.
Éste es el árbol, el árbol
del pueblo, de todos los pueblos
de la libertad, de la lucha.
Asómate a su cabellera:
toca sus rayos renovados:
hunde la mano en las usinas
donde su fruto palpitante
propaga su luz cada día.
Levanta esta tierra en tus manos,
participa de este esplendor,
toma tu pan y tu manzana,
tu corazón y tu caballo
y monta guardia en la frontera,
en el límite de sus hojas.
Defiende el fin de sus corolas,
comparte las noches hostiles,
vigila el ciclo de la aurora,
respira la altura estrellada,
sosteniendo el árbol, el árbol
que crece en medio de la tierra.
PABLO NERUDA
HORIZONTE
Maravilha de milhares de brilhos e vidrilhos,
Calma do noturno de Belo Horizonte...
O silêncio fresco desfolha das árvores
E orvalha o jardim só.
Larguezas.
Enormes coágulos de sombra.
A polícia entre rosas...
Onde não é preciso, como sempre...
Há uma ausência de crimes
Na jovialidade infantil do friozinho. (...)
Um grande Ah! ... aberto e pesado de espanto.
Varre Minas Gerais por toda a parte...
Um silêncio repleto de silêncio
Nas invernadas, nos araxás
No marasmo das cidades paradas...
Passado a fuxicar as almas,
Fantasmas de altares, de naves douradas
E dos palácios de Mariana e Vila Rica...
Isto é Ouro Preto
E o nome lindo de São José d'El Rei mudado num odontológico Tiradentes...
Mário de Andrade, 1924
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