Miguel de Cervantes
Saavedra
A Ti me vuelvo, gran
Señor, que alzaste,
a costa de tu sangre
y de tu vida,
la mísera de Adán
primer caída
y adonde él nos
perdió, Tú nos cobraste.
A Ti, Pastor bendito,
que buscaste
de las cien
ovejuelas, la perdida
y hallándola del lobo
perseguida,
sobre tus hombros
santos te la echaste.
A Ti me vuelvo en mi
aflicción amarga
y a Ti toca, Señor,
el darme ayuda,
que soy cordera de tu
aprisco ausente
y temo que a carrera
corta o larga,
cuando a mi daño tu
favor no acuda
me ha de alcanzar
esta infernal serpiente.
Fragmento de obra de
teatro La Gran Sultana doña Catalina de Oviedo
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