quarta-feira, 29 de maio de 2019

EL LABERINTO



Zeus no podría desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui; sigo el odiado
camino de monótonas paredes
que és mi destino.

Rectas galerías
que se curvan en círculos secretos
al cabo de los años. Parapetos
que ha agrietado la usura de los días.

En el pálido polvo he descifrado
rastros que temo. El aire me ha traído
en las cóncavas tardes un bramido
o el eco de un bramido desolado.

Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte
es fatigar las largas soledades
que tejen y destejen este Hades
y ansiar mi sangre y devorar mi muerte.

Nos buscamos los dos. Ojalá fuera
éste el último día de la espera.


JORGE LUIS BORGES 

LA NECESIDAD DEL SILENCIO




El dramaturgo ha explicado que silencio en el teatro es «la más conflictiva de sus palabras» ya que puede «enfrentarse a todas las demás. Sucede que en el teatro, arte de la palabra pronunciada, el silencio se pronuncia […], puede pensarse y su historia relatarse atendiendo al combate entre la voz y su silencio. Sucede que en el escenario basta que un personaje exija silencio para que surja lo teatral; basta que, al entrar un personaje en escena, otro enmudezca; basta que uno, requerido a decir, se obstine en callar. Si el silencio es parte de la lengua, lo es, y determinante, del lenguaje teatral».

Juan Mayorga ha destacado la necesidad del silencio en el terreno de la interpretación y la comunicación cotidiana: «El silencio nos es necesario para un acto fundamental de humanidad: escuchar las palabras de otros. También para decir las propias. El silencio, frontera, sombra y ceniza de la palabra, también es su soporte. Por eso, lo que hablan bien dominan, tanto como la palabra, el silencio, estructurado fundamental del discurso, cuya arquitectura, atractivo e incluso sentido dependen en buena parte del saber callar. Los elocuentes saben que, si la sigue o la precede un silencio, el valor de una palabra se transforma».

LA CONVIVENCIA DE LA VOZ Y EL SILENCIO

A juicio del escritor, «hay en el escenario un combate físico entre la voz y su silencio. […] Silencio y voz laten cada uno en el otro. El silencio despierta el deseo de voz y la voz el del silencio. Quizá de la tensión del silencio surja la voz o la tensión de esta haga aparecer aquel».

«La materialidad de la voz y de su silencio basta para contradecir a quien reduzca el teatro a su literatura. En el escenario se expone inmediatamente algo irreducible a aquello que en el texto puede leerse. Se exponen el hablar y el callar como acciones radicales de la existencia humana. Cuando un actor pronuncia palabras, no solo nos ofrece lo que esas significan, sino, también y antes, el hablar mismo. Entre los sonidos del mundo hay el de la voz humana y el de su silencio», señaló el nuevo académico.

DESDE LAS TRAGEDIAS GRIEGAS

Según Juan Mayorga, los griegos «ya exploraron las formas fundamentales del silencio» no solo en el teatro; también ha recordado los versos del canto III de la Iliada «donde Homero relata que, la víspera del combate, solo los príncipes hablan, mientras los soldados no parecen tener voz en el pecho».

El académico ha desgranado las tragedias donde el silencio guarda una relación esencial: «Hemos podido leer y ver los silencios de Tiresias ante Edipo […] y de Hipólito ante Teseo […]. Y merecería por sí solo un discurso el silencio de los mensajeros antes de transmitir las noticias de que son portadores».

Su intervención ha continuado con otros ejemplos de Federico García Lorca en La casa de Bernarda Alba: «el que Bernarda impone en su casa, silencio de sangre, es un silencio antiguo. Viene de la vieja tragedia. Procede de aquel que en Tebas dicta Creonte y que una muchacha desafía anunciando, al precio de su vida, una comunidad en la que no solo el tirano hable Hay en el diálogo de Hemón con su padre réplicas que podrían haberse pronunciado en la casa de Bernarda, y Adela tiene gesto de Antígona cuando rompe el bastón de la dominadora».

MAESTRO DE LA PALABRA

La académica de la RAE, Clara Janés, ha sido la encargada de dar la bienvenida, en nombre de la corporación, al nuevo académico. En su intervención se ha referido a Juan Mayorga como «un maestro, no solo en vestir y desnudar la palabra, sino en dotarla de un trayecto, un acompañamiento, y un doble, y de la astucia necesaria para que, una vez dicha, se dirija a despertar aquella otra palabra no formulada, pero no menos inmediata».

dramaturgo y doctor en Filosofía Juan Mayorga (Madrid, 1965)

Fuente: http://www.rae.es/noticias/juan-mayorga-ingresa-en-la-rae-para-ocupar-la-silla-m

Texto completo del discurso de ingreso en la RAE:http://www.asale.org/sites/default/files/Discurso_ingreso_Mayorga.pdf
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