El dramaturgo ha explicado que silencio en el teatro es «la
más conflictiva de sus palabras» ya que puede «enfrentarse a todas las demás.
Sucede que en el teatro, arte de la palabra pronunciada, el silencio se
pronuncia […], puede pensarse y su historia relatarse atendiendo al combate
entre la voz y su silencio. Sucede que en el escenario basta que un personaje
exija silencio para que surja lo teatral; basta que, al entrar un personaje en
escena, otro enmudezca; basta que uno, requerido a decir, se obstine en callar.
Si el silencio es parte de la lengua, lo es, y determinante, del lenguaje
teatral».
Juan Mayorga ha destacado la necesidad del silencio en el
terreno de la interpretación y la comunicación cotidiana: «El silencio nos es
necesario para un acto fundamental de humanidad: escuchar las palabras de
otros. También para decir las propias. El silencio, frontera, sombra y ceniza
de la palabra, también es su soporte. Por eso, lo que hablan bien dominan,
tanto como la palabra, el silencio, estructurado fundamental del discurso, cuya
arquitectura, atractivo e incluso sentido dependen en buena parte del saber
callar. Los elocuentes saben que, si la sigue o la precede un silencio, el
valor de una palabra se transforma».
LA CONVIVENCIA DE LA VOZ Y EL SILENCIO
A juicio del escritor, «hay en el escenario un combate
físico entre la voz y su silencio. […] Silencio y voz laten cada uno en el
otro. El silencio despierta el deseo de voz y la voz el del silencio. Quizá de
la tensión del silencio surja la voz o la tensión de esta haga aparecer aquel».
«La materialidad de la voz y de su silencio basta para
contradecir a quien reduzca el teatro a su literatura. En el escenario se
expone inmediatamente algo irreducible a aquello que en el texto puede leerse.
Se exponen el hablar y el callar como acciones radicales de la existencia
humana. Cuando un actor pronuncia palabras, no solo nos ofrece lo que esas
significan, sino, también y antes, el hablar mismo. Entre los sonidos del mundo
hay el de la voz humana y el de su silencio», señaló el nuevo académico.
DESDE LAS TRAGEDIAS GRIEGAS
Según Juan Mayorga, los griegos «ya exploraron las formas
fundamentales del silencio» no solo en el teatro; también ha recordado los
versos del canto III de la Iliada «donde Homero relata que, la víspera del
combate, solo los príncipes hablan, mientras los soldados no parecen tener voz
en el pecho».
El académico ha desgranado las tragedias donde el silencio
guarda una relación esencial: «Hemos podido leer y ver los silencios de
Tiresias ante Edipo […] y de Hipólito ante Teseo […]. Y merecería por sí solo
un discurso el silencio de los mensajeros antes de transmitir las noticias de
que son portadores».
Su intervención ha continuado con otros ejemplos de Federico
García Lorca en La casa de Bernarda Alba: «el que Bernarda impone en su casa,
silencio de sangre, es un silencio antiguo. Viene de la vieja tragedia. Procede
de aquel que en Tebas dicta Creonte y que una muchacha desafía anunciando, al
precio de su vida, una comunidad en la que no solo el tirano hable Hay en el
diálogo de Hemón con su padre réplicas que podrían haberse pronunciado en la
casa de Bernarda, y Adela tiene gesto de Antígona cuando rompe el bastón de la
dominadora».
MAESTRO DE LA PALABRA
La académica de la RAE, Clara Janés, ha sido la encargada de
dar la bienvenida, en nombre de la corporación, al nuevo académico. En su
intervención se ha referido a Juan Mayorga como «un maestro, no solo en vestir
y desnudar la palabra, sino en dotarla de un trayecto, un acompañamiento, y un
doble, y de la astucia necesaria para que, una vez dicha, se dirija a despertar
aquella otra palabra no formulada, pero no menos inmediata».
dramaturgo y doctor en Filosofía Juan Mayorga (Madrid, 1965)
Fuente: http://www.rae.es/noticias/juan-mayorga-ingresa-en-la-rae-para-ocupar-la-silla-m
Texto completo del discurso de ingreso en la RAE:http://www.asale.org/sites/default/files/Discurso_ingreso_Mayorga.pdf
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