sexta-feira, 1 de novembro de 2019

O ato de refletir sobre a sociedade com o intuito de diagnosticá-lo ou para dar os insumos teóricos na luta para transformá-la requer que o tempo para tal não seja sequestrado e não esteja acorrentado a engrenagens do trabalho , o qual liberta o homem de sua liberdade.
O trabalho socialmente produtivo igualmente distribuído muito foi assassinado pelos liberticidas do Deus Mercado nos fornos crematórios da mais valia,  a qual  não mais acumula capital concretamente produzido, e sim  capital baseado na produção fictícia de valor , a rentista, operando buracos no valor de face do trabalho , esgarçando o tecido social até arrebenta-lo  em revolução .
Daí o Estado surge no exercício nefasto da necro-politica que é administrar quem deve ser triturado e virar resíduo social , eliminado da cidadania e de sua existência .O trabalho do Estado a serviço da casta rentista associada a aristocracia togada e os despachantes de luxo da engenharia econômica depuseram a burguesia domesticando o animal empreendedor liberal ou com responsabilidade social e sua narrativa desenvolvimentista , agora correm para , como suínos do passado engordarem de dinheiro virtual suas ganancias  sem perceber que eles próprios perecerão.
a própria estrutura do capitalismo se retroalimenta de crises que só evolui devorando as crises sociais e econômicas passadas , necessitando do Estado quando não das milicias e das frações de trabalhadores da morte e da repressão  lumpem ,algoz e vítima , a massa moldada na barbárie.

Wilson Roberto Nogueira

Em Gabrovo ( Bulgária )

os cidadãos cortam os rabos de seus gatos para que no inverno as portas se fechassem mais depressa a fim de não gastar calefação.

Erev shel shoshanim



by Juan Zapato




Original en hebreo
Transliteración en español
Traducción poética en español
ערב של שושנים
נצא נא אל הבוסתן
מור בשמים ולבונה
.לרגלך מפתן
לילה יורד לאט
ורוח שושן נושבה
הבה אלחש לך שיר בלאט
.זמר של אהבה

שחר הומה יונה
ראשך מלא טללים
פיך אל הבוקר, שושנה
.אקטפנו לי

Erev shel shoshaním
netzeh na el habustán
mor besamim ulevona
leraglej miftán
Layla iored le'at
veru'aj shoshán noshvah
havah eljash laj shir balat
zemer shel ahavá

Shajar homa ionah
roshej malé tlalím
pij el haboker shoshana
ektefenu li

Tarde de rosas es
ven vamos al jardín
mirra, perfumes e incienso son
para tus pies un tapiz
La noche desciende lenta
y  la brisa a rosas huele así
te susurraré una silente melodía
canto de mi amor por ti

Al alba arrulla una paloma
tu cabeza de rulos sin fin
tus labios cual rosa matinal
los segaré para mí

Cuando Víctor Jara y Quilapayún cantaron en...hebreo

por Mijael Vera

La noticia golpeó fuerte en los escritorios de la redacción de Anajnu: había llegado a nuestras manos, por causa de un afán coleccionista, un disco de Víctor Jara cantando en conjunto con Quilapayún grabado en 1967 y editado comercialmente en 1968. Se trata de “Canciones Folklóricas de América”. No habría novedad, aparte la de escuchar la voz prístina de Víctor Jara en temas poco conocidos en conjunto con un Quilapayún incipiente y a la búsqueda del perfil sonoro que le conocimos posteriormente y que, en ambos casos, se convirtieron en íconos de la Nueva Canción Chilena.

La novedad auténticamente deliciosa era que la octava faja, denominada “Noche de Rosas”, ¡está cantada en hebreo!...

En efecto, se trata de la famosa canción “Erev shel shoshanim”, música de Yosef Hadar y letra de Moshe Dor. El tema fue grabado por primera vez en 1957 por la cantante Yaffa Yarkoni y un año más tarde por el dúo HaDuda'im. Su versión tuvo un estrepitoso éxito en Israel. Dudaim recorrió el mundo extensamente en la década de 1960, y “Erev shel shoshanim" se transformó en una de sus canciones internacionales de referencia. Durante las décadas del 60 y 70 fue grabada por varios intérpretes de reconocimiento internacional, como Harry Belafonte, Nana Mouskouri, Daliah Lavi y Miriam Makeba.

Para el año 1967, en que Víctor Jara y Quilapayún graban este tema en una producción conjunta, la canción era un ícono de imagen corporativa de Israel, y su fama sólo se vio ligeramente eclipsada por la aparición de “Yerushalayim shel zahav” que vino a reforzar la emoción surgida tras la reconquista de la ciudad de Jerusalén en 1967.

Hebreo perfecto

En la versión de Víctor Jara con Quilapayún, para mayor sorpresa, nos encontramos con que no se trata de un divertimento lúdico. El hebreo pronunciado es perfecto y refleja una preocupación especial. No hay dudas en la interpretación, ni siquiera dificultades para pronunciar aquellas letras hebreas que no tienen correspondencia con los sonidos habituales en español. La sonoridad de la letra Shin (que sólo podría aproximarse a una pronunciación popular “a la chilena” de la palabra “shile”), aparece aquí en una pureza perfecta. Mismo ocurre con los sonidos guturales, como la variedad de “j”, tan complejos en la pronunciación semítica.

El producto es sencillo, como la misma canción obliga. Hay un reflejo de intimidad que se deriva de un conocimiento evidente del significado de las palabras. La rusticidad del acompañamiento musical, nada extraño en la producción de esa época que buscaba lo básico en oposición al despliegue orquestal que los intérpretes criticaban, refuerza con intensidad conmovedora la melodía intimista, apenas dejando entrever las posibilidades de despliegue sonoro que los intérpretes lucieron posteriormente en otras producciones, y aún en el mismo LP.

Quilapayún y Víctor Jara

Los orígenes de Quilapayún se remontan a apenas dos años antes de la aparición de este disco, cuando en 1965 Julio Numhauser y Julio Carrasco invitan al hermano de este último, Eduardo, a integrar temporalmente un conjunto folklórico en ciernes. El trío, iniciado sin mayores pretensiones, comenzó a tomar forma, siendo bautizado con una palabra compuesta de origen mapuche, que le daría el sello a toda su carrera, "Quilapayún (quila=tres, payún=barbas).

El estreno en sociedad del conjunto fue en la Peña de la Universidad de Chile en Valparaíso, allí dieron sus primeros pasos, guiados por Ángel Parra, su primer director musical. Más tarde, a comienzos de 1966, y con la incorporación de Patricio Castillo, obtendrán su primer galardón, en el Primer Festival Nacional del Folklore "Chile Múltiple". Después de esta experiencia, se integrarían a las actividades de la itinerante peña "Chile Ríe y Canta" de René Largo Farías, uno de cuyos frutos fue la grabación de un LP, en el cual Quilapayún participaría con la canción "El Pueblo" de Ángel Parra. Este será, entonces, el primer registro oficial del conjunto.

En una de las peñas organizadas en Valparaíso se encuentran con Víctor Jara, sus caminos se cruzan y se mantendrán unidos por mucho tiempo más. A petición del conjunto, Víctor se hace cargo de la dirección artística, a través de la cual trabajará principalmente la disciplina, la puesta en escena y las temáticas de sus canciones. Es Víctor quien los presenta en Odeón, donde grabarán en lo sucesivo. Su primer trabajo editado en 1966 se llamará sencillamente Quilapayún, y en él incluirán composiciones de Ángel Parra, Víctor y del conjunto.

En 1968, Quilapayún es partícipe de la gestación del nuevo sello de las Juventudes Comunistas y en él edita el LP "Por Vietnam", que se convierte rápidamente en un éxito de ventas por su temática contingente y por la consolidación estética y artística del conjunto. De este proyecto nace la famosa DICAP (Discoteca del Cantar Popular), que editaría cerca de 60 producciones hasta el 11 de septiembre de 1973 y que se convirtió en uno de los bastiones culturales de los artistas de la Nueva Canción Chilena.

Aún faltaban algún tiempo para que llegara al poder el Dr. Salvador Allende y que Quilapayún alcanzara su máxima madurez musical al grabar la “Cantata Santa María de Iquique” de Luis Advis.

Para el año 1967, Víctor Jara era ya un artista consolidado, tanto en la interpretación folclórica, la composición y sus actividades de actor y director teatral. Ese mismo año es invitado a Inglaterra, en su calidad de Director Teatral, por el Consejo Británico. Recibe el premio de "La Crítica" por su dirección en la obra "Entretenimiento a Mr. Sloane" y el Disco de Plata del Sello Emi-Odeón.

Canciones Folklóricas de América”

Será, entonces, en 1967 que graban con Víctor "Canciones Folklóricas de América" y luego lo acompañarán en su disco solista de 1967, también bajo sello Odeón. Este año se retira Julio Numhauser por discrepancias en torno a la línea musical que debía seguir el conjunto y se integra el estudiante de Ingeniería Guillermo "Willy" Oddó quien, junto a Quezada, serán las voces características de Quilapayún por muchos años.

En cuanto al disco, posteriores producciones tanto de Víctor Jara como por parte de Quilapayún eclipsaron su difusión y contenidos, especialmente al calor de las contradicciones que se generaron a partir del gobierno de la Unidad Popular, la guerra de Vietnam, y otras causas que exigían un compromiso más definido con el naciente estilo musical.

Las curiosidades del disco

En primer lugar, el disco, titulado “Canciones Folklóricas de América” contiene una faja inicial en inglés con la canción Husch-A-Bye (Yarrow/Stockey). No sería de extrañar que apareciera una canción cantada en inglés, toda vez que se trata de “folklor de América”, aunque la palabra América se usara preferentemente para referirse a lo que se denominaba bajo un prisma político “América morena”. Sin embargo no es coherente, bajo ningún punto de vista, el que en un disco que lleva ese título aparezca una canción israelí cantada en un perfecto hebreo.

Un segundo elemento de importancia es que la capa del disco constituye un paradigma artístico por sí misma. Antonio Larrea, su hermano Vicente y Luis Albornoz fueron los artistas gráficos que diseñaron la portada del disco. Era 1968 cuando los hermanos Larrea firmaron por primera vez un trabajo conjunto, ni más ni menos que este disco "Canciones folclóricas de América". La tapa frondosa y colorida, con influencias del muralismo mexicano, fue un encargo de Carlos Quezada compañero de los Larrea en la Escuela de Arte y rompió con los moldes de los discos imperantes, que sólo llevaban una foto del artista y un texto sin pretensiones. Inauguraban así toda una corriente artística que convertiría en íconos gráfico y políticos muchas carátulas de discos de la época.

Otra curiosidad es el nombre. Erev Shel Shoshanim se puede traducir como "Tarde de lirios". Aunque la palabra hebrea shoshana ha sido sido identificada también como rosa, preferentemente se usa para identificar al lirio. En lo que no hay duda alguna es que el título "Noche de Rosas" no corresponde a una traducción correcta.

Los Seis Días

En efecto, el disco fue grabado en 1967 poco tiempo antes que se retirara Julio Numhauser uno de sus fundadores. De hecho, la voz tenor que se escucha entre las voces del conjunto es la de él.

También el disco es editado y comercializado en 1968, lo que constituye un dato significativo por cuanto entre el 5 y el 10 de junio de 1967 se había desarrollado el famoso conflicto bélico la Guerra de los Seis Días en que el Estado de Israel logró derrotar en una hazaña única a los ejércitos combinados de Egipto, Siria, Jordania e Iraq. La consecuencia inmediata fue la liberación de la ciudad de Jerusalén, la ocupación de los Altos del Golán y de toda la Península del Sinaí. Estos seis días de 1967 concitaron la atención mundial y resultaron claves en la geopolítica de la región: sus consecuencias han sido profundas, extensas y se han hecho notar hasta hoy día.

Uno de los efectos internacionales más importantes de la Guerra de los Seis Días fue el hecho de que el conflicto árabe-israelí quedó plenamente encajado en los esquemas de la Guerra Fría: la URSS, junto al bloque socialista, rompió relaciones diplomáticas con Tel Aviv e Israel se convirtió a los ojos de una buena parte de la opinión pública internacional en agresor y potencia ocupante y perdió su prestigio de pequeño país en lucha por su supervivencia.

Dio comienzo entonces al aislamiento internacional ilustrado por las muchas resoluciones contrarias a Israel en la ONU. Igualmente el Partido Comunista a nivel mundial, y especialmente el chileno, fiel seguidor de las prácticas estalinistas, condenaron las medidas de defensa de Israel favoreciendo una opinión dogmática que terminó idealizando y justificando las acciones terroristas, auspiciando el nacimiento de una nueva judeofobia, esta vez de cuño ideológico y centrado en el Estado judío, bajo el rótulo ambiguo de “antisionismo”...

En ese marco histórico, la grabación de esta canción por parte de connotados militantes del Partido Comunista de Chile constituye una curiosidad extraordinaria. Más aún cuando a la fecha el tema “Erev shel shoshanim” era un ícono musical de la nación judía que iba más allá de las simples palabras de amor que se lee en su letra.

Adicionalmente, en la contracapa del disco, la canción que ocupa la 8va. Faja aparece nombrada como “Noche de Rosas [Erev shel shoshanim] (Popular israelí)”… en esos momentos Víctor Jara ya era miembro del Comité Central de las Juventudes Comunistas de Chile…

¿Qué había sucedido, en realidad?

En rigor histórico, parece ser que los recopiladores de las obras de Víctor Jara y Quilapayún, tanto por separado como en conjunto, han olvidado, no el disco, pero sí esta canción. No aparece en estudio alguno, ni siquiera mencionada como una variante exótica en la interpretación de los célebres artistas. Tampoco parece estar considerada en las reediciones en CD de estos discos “olvidados”.

Víctor Jara fue asesinado tras crueles torturas en el Estadio Chile el 16 de septiembre de 1973. No tenemos antecedentes de que haya grabado alguna otra canción en hebreo. En el Sitio Web de la Fundación Víctor Jara (http://www.fundacionvictorjara.cl) el disco ni siquiera es mencionado como existente…

Tal es así que recientemente (año 2001) Warner editó todo el catálogo que Víctor Jara realizó por el sello Arena y por Dicap, que correspondió luego al material de Alerce. Esta edición "Colección Víctor Jara", que consta de 8 discos, incluidos dos LPs en vivo (en México y Cuba) y que además contiene algunos temas inéditos como Arauco y Oficina Abandonada, es considerada como “absolutamente imprescindible” para cualquier admirador de Víctor Jara. Sin embargo, aunque rescata algunas canciones del LP, directamente “Noche de Rosas” es abiertamente ignorada, aunque se trate de una joya musical interpretada en una lengua exótica.

Mismo acontece con las recopilaciones del material de Quilapayún que ignoran esta importante producción.

Hoy sólo es posible escuchar esta canción en los escasos ejemplares originales en vinilo que sobreviven.

Todos los sitios dedicados a Quilapayún mencionan la existencia del disco, e inclusive se cita a la 8va. canción como “del folklor israelí”. Sin embargo, en el conocimiento del grueso de la obra de Quilapayún, que se ha extendido hasta nuestros días en una fructífera producción, el tema señalado no tiene presencia alguna.

Quedan, por tanto, muchas lagunas en la historia. ¿Quién les enseñó la canción? ¿Fue Julio Numhauser? ¿Se trató de un homenaje a Numhauser? ¿Porqué aparece esta canción en un disco enteramente dedicado al folklor latinoamericano?

Probablemente sólo el propio Numhauser podría aclarar estas interrogantes de origen. Aunque también hay otras personas que debieran clarificar el porqué esta canción en hebreo no ha sido difundida con la merecida intensidad.

NOTA: A los pocos días después que Anajnu publicó el anterior artículo, recibimos la carta-respuesta de Eduardo Carrasco, director de Quilapayún, que se transcribe a continuación:

En su interesante artículo "Cuando Víctor Jara y Quilapayún cantaron... en hebreo" ustedes se preguntan sobre las razones que tuvimos para incluir esta canción en nuestro repertorio.

La respuesta no puede ser más simple: porque considerábamos a los judíos como parte integrante de nuestro mundo latinoamericano, y porque estábamos de acuerdo con la existencia de Israel y defendíamos su causa.

Es cierto que en esta afirmación hay un montón de problemas, a los que en esa fecha no habríamos sabido responder. ¿De qué manera se insertan los judíos en nuestro mundo latinoamericano? ¿Es posible considerar a los judíos como algo ajeno a la cultura latinoamericana si convivimos sin hacer diferencias?¿Cuáles son las diferencias que legítimamente hay que hacer y cuáles son las peligrosas? Nosotros zanjamos estas cuestiones de un modo un poco brutal: si esto formaba parte de nuestro mundo inmediato, había que asumirlo como tal. A lo mejor nos equivocamos, pero en algo teníamos razón y quizás algún día valga la pena clarificarlo. Son cosas difíciles de pensar y tienen que ver con el eterno problema judío de la asimilación. Pero lo cierto es que partimos de nuestra experiencia.

Con Julio Numhauser nos habíamos conocido en la Bomba "Israel", que queda en la esquina de Avenida Grecia con Pedro de Valdivia. Aunque muy jóvenes, éramos bomberos, y participábamos de todas las actividades que se hacían a partir de la Bomba: estas incluían, desde apagar incendios, hasta organizar bailes y actividades sociales. Además, teníamos el conjunto, que empezaba a existir.

Uno de nuestros más importantes recitales de esa época tuvo lugar en el Estadio Maccabi. Como nos movíamos en ese mundo, no tiene nada de raro que pensáramos en cantar algo en hebreo. Julio Numhauser tenía un disco con canciones del dúo HaDuda´im que ustedes mencionan en el artículo. De ahí sacamos la canción. Para la pronunciación, nos ayudó un amigo del Maccabi que apenas hablaba castellano. Parece que salió bien.

Si bien el disco se anuncia como de Víctor Jara y Quilapayún, Víctor no canta en todas las canciones. En la grabación cantamos: mi hermano Julio Carrasco, Julio Numhauser y yo. Este trío es el grupo que dio origen al Quilapayún (hace poco acabamos de juntarnos de nuevo en nuestro último disco "Solistas", para cantar "Cambia todo cambia", la famosa canción de Numhauser). Víctor era nuestro director y participaba en los arreglos de las canciones.

Esta canción en hebreo fue interpretada varias veces en vivo en diferentes lugares y tal vez alguien se acuerde de alguna de esas actuaciones. Nos gustaba mucho, y además, cantándola, nos sentíamos luchando por un mundo en que por fin todos los seres humanos se reconocerían como una sola gran familia, más allá de los racismos y de los nacionalismos. El Quilapayún siempre ha mantenido este espíritu humanista que le dio vida.

La vida es demasiado extraña y misteriosa como para darle importancia a las cosas que nos dividen. Son más importantes las que nos unen: la broma pesada que es a veces la vida, y el sorprendente hecho de que estemos aquí, en un mundo que permanecerá siempre ignoto y del que siempre desconoceremos sus finalidades últimas (si es que las tiene). Todo esto es demasiado raro como para insistir en las diferencias.

A pesar de la cercanía de la experiencia del Holocausto, en esa época, en el barrio Ñuñoa, vivimos una experiencia de convivencia muy feliz y enriquecedora entre judíos y no judíos. En realidad, estas diferencias ni siquiera aparecían. Sé que no en todas partes esto fue así, pero nosotros así lo vivimos.

Tengo queridísimos amigos judíos, los que más contaron para mí en esos años, y también - no puedo esconderlo - varios amores de juventud. No sólo Julio Numhauser, sino también Rafael Hernández Voloski, Sergio Warsavski, Joel Rosenberg (también bombero), Sergio Grinberg, Miguel Budnick, Alejandro Rojas Weiner y muchos otros. A las "pololas" no las nombro para no ponerlas en aprietos.

En el artículo ustedes contextualizan muy bien esa época. Eran tiempos en que el principal posicionamiento frente a Israel residía en estar de acuerdo con la existencia del Estado de Israel. Si bien en la actualidad las cosas se han complicado, esa idea sigue igualmente vigente y nuestra posición al respecto sigue siendo la misma.

La verdad es que antes de ese artículo nunca nadie había reparado mayormente en esa canción y les agradezco que ustedes lo hayan hecho.

¿Por qué no se ha vuelto a editar? La respuesta es también simple: porque la EMI Odeón no ha vuelto nunca más a sacar nuestros discos grabados entre 1966 y 1973. Son 5 discos y muchas canciones, entre las cuales se encuentra Erev shel shoshanim. Lamentablemente, esto no depende de nosotros. Hemos insistido varias veces ante esta compañía para que estos discos se editen, pero no hemos logrado nada. Los discos nuestros que actualmente están a la venta no incluyen ninguna de estas canciones grabadas para la EMI.

Gracias a mi experiencia de vida, me siento muy cercano a los judíos. Odio el antisemitismo y el racismo. El Holocausto me ha hermanado al pueblo judío para siempre y llevo en mi alma ese recuerdo de algo que no he vivido, pero que está ahí, dentro de mí, advirtiéndome de cuáles son los verdaderos grandes peligros a que el ser humano puede ser arrastrado.

Si esa humilde canción cantada hace tanto tiempo ha podido servir para acercarnos a judíos y no judíos habremos contribuido a acercarnos un poquitito más al mundo por el que nosotros siempre hemos luchado. Tal vez todo esto parezca muy idealista y muy alejado de la realidad, pero no hay nada mejor que la vida para atestiguar sobre lo que uno piensa. El Quilapayún no hubiera sido posible sin esa amistad entre judíos y no judíos.

Ojalá que las nuevas generaciones estén viviendo todavía en ese ambiente de cercanía y fraternidad que fue el nuestro.

Agradeciéndoles de nuevo vuestro interés en nuestro grupo, reciban un enorme abrazo

Eduardo Carrasco Pirard

Nota de Anajnu: Fundador, director e integrante del grupo Quilapayún, Eduardo Carrasco Pirard, nominado Caballero de las Artes y de las Letras por Francia, se ha destacado en los últimos años como filósofo y profesor en la Universidad de Chile. Acaba de ser reeditado su libro Quilapayún: la revolución y las estrellas (Ril Editores). Ha publicado además los libros Distinciones (1985); Conversaciones con Matta (1987); Distinciones II (1989); Campanadas del mar (1995); Libro de las respuestas al libro de las preguntas de Pablo Neruda (1999); Para leer Así habló Zaratustra de F. Nietszche (2002); Palabra de hombre: tractatus philosophiae chilensis (2002), "Heidegger y la historia del ser" en la Editorial Universitaria, y "Nietzsche y los judíos" en la Editorial Catalonia. Titular de una licencia y de un DEA de Filosofía de la Universidad de Paris, como músico y con el grupo Quilapayún, ha participado en una abundante producción discográfica que le ha valido obtener el premio de la academia Charles Cros. También es autor de numerosos artículos sobre temas filosóficos en revistas especializadas y ha dictado numerosas conferencias en universidades e institutos.


El hombre del apuro


Roberto Arlt

El hombre que "necesita un millón de pesos para mañana a la maña­na sin falta" no es un mito ni una creación de los desdichados que tienen que servirle todos los días un plato humorístico a los lectores de un periódico; no.

El hombre que "necesita un millón de pesos para mañana a la mañana sin falta", es un fantasma de carne y hueso que pulula en rededor de los Tribunales...

En el momento en que terminaba de escribir la palabra "los tribunales" una ráfaga tibia ha venido de la calle, y el tema del hombre que necesita un millón de pesos para mañana a la mañana sin falta, se me ha ido al diablo. Y he pensado en el hombre del umbral; he pensado en la dul­zura de estar sentado en mangas de camiseta en el mármol de una puerta. En la felicidad de estar casado con una planchadora y decirle:

-Nena, dame quince guitas para un paquete de cigarrillos.

Han venido días tibios. No sé si se han fijado en el fenómeno; pero to­dos aquellos que tienen un pantalón calafateado, emparchado o taponado, que según las averías del traje se puede definir el género de compostura, re­miendo, parche o zurcido; todos aquellos que tienen un traje averiado sobre las asentaderas, meditan con semblante compungido en la brevedad del im­perio del sobretodo. Porque no se puede negar: el sobretodo, por rasposo que sea, presta su servicio. Es cómplice y encubridor. Encubre la roña de abajo, las roturas del lienzo. Si siempre hiciera frío, la gente podría prescindir de los sastres y hacerse un traje cada cinco años.

En cambio, con este "vientecillo" tibio, pronóstico de próximos calo­res, los sobretodos saltan, y no sólo los sobretodos quedan amurados en un rincón del ropero o del bulín, sino que también la fiaca que llevamos infiltrada entre los músculos se despereza y nos hace pensar que de no conseguir... ¡quien pudiera conseguir un millón de pesos para mañana a la mañana sin falta! ¡Quién pudiera! O estar casado con una planchadora.

Porque todos los consortes de las planchadoras son fiacas declarados. El que más labura es aquel que hace diez años fue cartero. Luego lo exonera­ron y no ha vuelto a laburar. Deja que la mujer pare la olla con la cera y el fie­rro. El, es cesante. ¡Quién fuera cesante! Hace diez años que lo dejaron en la "vía". A todos los que quieran escuchar le cuenta la historia. Luego se sien­ta en el umbral de la puerta de calle y le mira las gambas a las pebetas que pa­san. Pero con seriedad. El no se mete con nadie. No trabajará, como dice la mujer, "pero eso sí: él no se mete con nadie. Más de una ricachona quisie­ra tener un marido tan fiel".

Uno se explica cómo ocurren los crímenes. Una palabra apareja otra, la otra trae a cuestas una tercera y cuando se acordaron, uno de los acto­res del suceso está vía a la Chacarita y otro a los Tribunales. Lo mismo ocurre en cuanto uno escribe. De una cosa se salta involuntariamente a la otra, y así, cuando menos pensaba uno, se encuentra frente al tema de la fidelidad de los fiacas. Porque es bien requetecierto: los hombres del umbral, los que no quieren saber ni medio con el trabajo, aquellos que son cesantes profesionales o que esperan la próxima presidencia de Alvear, como anteriormente se esperaba la presidencia de Irigoyen; la nombrada cáfila de "squenunes" helioterápicos, es fiel a la "donna". ¿Por qué? He aquí un problema. Pero es agradable insistir. Todo fiaca umbralero, le es fiel a su cónyuge. El no trabajará, él se tirará a muerto, él mangará a su Sisebuta para los cigarrillos y la ginebra en la esquina; él le tirará un cas­cotazo a los perros, cuando joroban mucho en el barrio; él irá al boliche a jugar su partida de truco o de siete y medio; él irá nocturnamente a cum­plir a los velorios y a decir el sacramental "lo acompaño en el sentimien­to". No seré yo quien niegue estas virtudes cívicas del fiaca, no, no seré yo; pero en cuanto a fidelidad... Allí sí que puede estar segura la señora planchadora de que su hombre no le falta ni un chiquito así... ¿Es que el leguiyún no cree en el amor?

A lo sumo, este nene, se limita a mirar y a sonreír cuando pasa una buena moza recién casada, como quien dice, pensando en el marido: "¡Qué señora posta tiene fulano!". A lo sumo la saluda con picardía, al máximo aventura un chiste un poco rana, un chiste de hombre pierna que se ha retirado de los campos de combate antes de que lo declaren inútil para toda batalla; pero de allí no pasa. No, señor. De allí no pasa. El es capaz de caminar diez cuadras a patacón para visitar a su compadre o a su co­madre; él es capaz de ir para votar al caudillo parroquial, a cualquier par­te; él, si se ofrece un asado con cuero, no negará su participación en el escabio, pero en cuanto a líos con polleras, ¡eso sí que no!

Y ella vive feliz. El le es fiel. Cierto que no trabaja, cierto que se pasa el día sentado en el umbral, cierto que pudo haberse casado con Men­gano, que ahora es capataz en la Aduana; pero el destino de la vida no se puede cambiar. Y la planchadora piensa que si bien es cierto que todas estas cosas no se pueden pretender de un hombre constituido normalmente y de acuerdo a todas las leyes de la psiquiatría, en cambio él le es fiel, rotundamente fiel... y hasta le cuenta, a quien la quiere escuchar, que no falta una amiga... Fulana... "que le quiso quitar el marido".

Fonte : Juan Zapato el último habitante en La Torre de Babel


               

Calle de las Sierpes




                                                                             A D. Ramón Gómez de la Serna


Una corriente de brazos y de espaldas
nos encauza
y nos hace desembocar
bajo los abanicos,
las pipas,
los anteojos enormes
colgados en medio de la calle;
únicos testimonios de una raza
desaparecida de gigantes.
Sentados al borde de las sillas,
cual si fueran a dar un brinco
y ponerse a bailar,
los parroquianos de los cafés
aplauden la actividad del camarero,
mientras los limpiabotas les lustran los zapatos
hasta que pueda leerse
el anuncio de la corrida del domingo.
Con sus caras de mascarón de proa,
el habano hace las veces de bauprés,
los hacendados penetran
en los despachos de bebidas,
a muletear los argumentos
como si entraran a matar;
y acodados en los mostradores,
que simulan barreras,
brindan a la concurrencia
el miura disecado
que asoma la cabeza en la pared.
Ceñidos en sus capas, como toreros,
los curas entran en las peluquerías
a afeitarse en cuatrocientos espejos a la vez
y cuando salen a la calle
ya tienen una barba de tres días.
En los invernáculos
edificados por los círculos,
la pereza se da como en ninguna parte
y los socios la ingieren
con churros o con horchata,
para encallar en los sillones
sus abulias y sus laxitudes de fantoches.
Cada doscientos cuarenta y siete hombres,
trescientos doce curas
y doscientos noventa y tres soldados,
pasa una mujer.
A medida que nos aproximamos
las piedras se van dando mejor.

Olivio Girondo©

Juan Gelman: ¿y si Dios dejara de preguntar?



 

JuanGelman

¿Así viaja el amor/ de ser a antes de ser?
Carta a mi madre
J.G.

La obra de Juan Gelman es un ir y venir entre las atmósferas de todos los días y la reflexión sobre la escritura poética. Gelman describe casi al principio la trayectoria de su oficio:

A este oficio me obligan los dolores ajenos, las lágrimas, los pañuelos saludadores, las promesas en medio del otoño o del fuego, los besos del encuentro, los besos del adiós, todo me obliga a trabajar con las palabras, la sangre.

Años más tarde, al inventario fundamental Gelman añade la pesadumbre de la patria perdida, de los seres amados destruidos por la dictadura, de la revolución que no llegó, del exilio que se compensa de un modo substancial por los nuevos arraigos, de la composición de circunstancias:

No era perfecto mi país antes del golpe militar. Pero era mi estar, las veces que temblé contra los muros del amor, las veces que fui niño, perro, hombre, las veces que quise, me quisieron. De “Bajo la lluvia ajena” (Notas al pie de una derrota).

Si los temas de Gelman no son tantos, son incontables sus métodos para describirlos, incorporarlos a otras multitudes de símbolos o de realidades que fueron o serán símbolos. Él siempre es sorprendente, en la medida en que sus soluciones literarias no vienen de la monotonía del hallazgo petrificado, ni de los fuegos de artificio de quien diseña sus maestrías para ya no molestarse en ejercerlas. Él va y viene de las metáforas que abandona sin arrepentimientos, de las versiones de los poemas de su tradición original, de las palabras que inventa con tal de esclarecer su sentido, de la autobiografía indirecta y la confesión directa, del amor al deseo y del sentido del dolor puro, del puro dolor:

Nota XX

no bajo a los infiernos/ subo
hasta mi hijo clausurado
en su bondad/ belleza/ vuelo/
y torturado/ concentrado/
asesinado/ dispersado
por los dolores del país/…

Como todos los poetas extraordinarios, Gelman requiere de lectores por así decirlo profesionales, convencidos de las ventajas de la complejidad. Si la poesía demanda el nivel especializado que requiere del otro tiempo de atención, donde con más tiempo, el lector es el poeta complementario, la obra de Gelman, de modo distinto a la de sus admirados Enrique Molina y Olga Orozco, e incluso de la de otro de sus escritores formativos, Raúl González Tuñón, le exige al lector que radicalice su placer y, en un recorrido por los poemas, separe lo que encuentra de impulso lírico y lo que descubre de técnica ardua, a momentos casi vallejiana.
Cada poema de Gelman es un tejido orgánico donde el último verso ilumina al primero, y el primero le confiere su densidad al último. En él sólo ocasionalmente hay mensajes, las afirmaciones que unen la esperanza y la desesperanza, pero sí se multiplican las señales, las frases inconclusas, los silencios a modo de síntesis y una larga conversación consigo mismo, donde el hipócrita lector es su hermano pero no su cómplice. Él, al que podría llamársele en algunos textos “biógrafo de las alegorías”, es un narrador austero y entre cortado, y es también un indagador metafísico, (“¿Tanto dolor que no se entiende es como/ tanto amor sin entender? / ”), un evocador de trayectorias que nacieron epitafios, y de epitafios que profetizaron vidas como “sueños derrotados”, un poeta ferozmente político, un poeta del amor como la ecología del mundo, un seguidor del parto inacabable de las tradiciones, un “dilapidador de Dios”, ese poder absoluto armado de limitaciones, un seleccionador de fragmentos del diálogo entre el alma corpórea y el cuerpo espiritual.

¿y si Dios fuera una mujer? alguna dijo
¿y si Dios fuera las Seis Enfermeras Locas de Pickapoon?
dijo alguno
¿y si Dios moviera sus pechos dulcemente? dijo
¿y si Dios fuera una mujer?

De “Preguntas”

Las preguntas de Gelman ignoran la posibilidad de las respuestas, o, mejor, son respuestas a modo de preguntas, afirmaciones capciosas que le devuelven la vida a esa palabra, capciosas, tan eliminada por el desvanecimiento de la lógica del habla. Las imágenes ponen a salvo las provocaciones y la intuición se nutre de las profecías del sentido del humor. Si Dios fuera una mujer se le rezaría de cabeza o, tal vez si el rezo convocase a la existencia de Dios, lo proferiríamos en voz muy alta con tal de sorprender a las religiones. ¿Será posible que las oraciones de gratitud sean por necesidad anteriores a los milagros?
El poeta que nunca desdeña la rabia, la desesperanza y la denuncia, reelabora la variedad de su experiencia.
El panfleto, inconcebible, cede el sitio a la anarquía de las asociaciones libres del hablante poético, un historiador del surgimiento simultáneo de las emociones y las metáforas sucesivas:

…un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.

Gelman cree y confía en los sentimientos y está dispuesto a la poesía sentimental si—condición sagrada— le dejan definir y redefinir los sentimientos que, a los poemas me remito, se estremecen ante los arrasamientos, la dureza de los hechos históricos, la efervescencia de los peores que jamás carecen de convicción. Pero Gelman no le asigna a los sentimientos el papel de muro de lamentaciones o de asilo de la resignación, sino la de recuerdos invulnerables cuando el idioma los resguarda.
Un ejemplo: su notable poema “El árbol”:

De la violenta madrugada
un hombre entra a su casa y el olor de sus hijos
le golpea la cara, los olvidos, la furia,
ahora cierra la puerta con doble llave
y se saca la gente, la ropa con cuidado,
apaga los gritos de la camisa
o los ojos del camarada que brillan en la cárcel.
Y oye cómo se mueve la ternura en la pieza,
bajo sus ramas dormirá todavía una noche,
bajo sus ramas yacerá cuando caiga.

Una poesía contra la deshumanización. Decir esto es decir nada, ya que de acuerdo al testimonio de los siglos la poesía no salva pero, también, ya se sabe, nada se salva sin la posibilidad de la llegada de la poesía:

volviendo a la poesía/
los poetas ahora la pasan bastante mal/
nadie los lee mucho/ esos nadie son pocos/
el oficio perdió prestigio/ para un poeta es cada día más difícil
conseguir el amor de una muchacha/
ser candidato a presidente/ que algún almacenero le fíe/
que un guerrero haga hazañas para que él las cante/
que un rey le pague cada verso con tres monedas de oro/
y nadie si eso ocurre porque se terminaron
las muchachas/ los almaceneros/ los guerreros/ los reyes/
o simplemente los poetas/
o pasaron las dos cosas y es inútil
romperse la cabeza pensando en la cuestión/
lo lindo es saber que uno quiere cantar pío pío
en las más raras circunstancias…

Gelman duda de la poesía, se afirma en la poesía, se niega a lo tajante, se desliza entre los orificios de lo categórico, se evade de las conclusiones porque se oponen al eterno retorno de los comienzos, cree en los rebeldes (el gran símbolo: su amigo, el escritor, el combatiente, el asesinado Paco Urondo) y en la poesía que trasciende los mensajes y, por eso describe la poesía de siempre
y la que se escribe en este instante:

Este poema que nunca
terminará se parece a sí mismo.
Calla como bestia que piensa.

Sometida a las tensiones de lo antropomórfico, la
poesía es asunto de todos los días y de ninguno, de la gloria
y de la penuria:

El poema no pide de comer. Come
los pobres platos que
gente sin vergüenza o pudor
le sirve en medio de la noche.

Se requiere de esta metamorfosis del espacio de trabajo, cuya forma moldeable, a su vez, moldea a quien la escribe: “Va a sus versos como quien va a su cueva”. Gelman está al tanto de su intento: que nadie se aleje de los procedimientos del ser humano, que nada tampoco se olvide de la primacía de su naturaleza verbal:

El poema da vueltas alrededor del cuarto.
Obtuso y persistente, dice.
Mira palabras, pero
no se deja mirar por ellas. Así
no irá a ningún lado.

Sí, los genocidios, las matanzas impunes, las represiones nada tienen de efervescencia lírica, pero la resistencia al horror requiere de la poesía, de la racionalidad de lo ideal, del ensalzamiento de la dignidad que es en sí misma el haz de sentimientos que persisten. Todo muy arduo de explicar, todo transparentado en los versos.

COMO SANGRE PARA APAGAR LA MUERTE

En el vértigo de Gelman los símbolos, las alegorías, las imágenes, sin alejarse de su función específica se extienden con la reticencia que se adentra en la “abierta oscuridad”. Pongo un ejemplo notable: “Glorias”, que evoca otra de las matanzas del tiempo alevoso de América Latina. Al comienzo, Gelman recuerda a la pulpera de Santa Lucía, y su apariencia trascendente:

¿Era rubia la pulpera de Santa Lucía? ¿tenía los ojos celestes?
¿o cantaba como una calandria la pulpera?
¿reflejaban sus ojos la gloria del día?
¿era ella la gloria del día inmensa luz?

Al poeta, las preguntas le resultan “inútiles para este invierno/ no se las puede echar al fuego para que ardan”. Y por eso localiza a la mujer en su diafanidad de todos los días:

por una sábana de luz iría la pulpera santa de voz
graciosamente moviendo sus alrededores sus invitaciones
y el olor de sus pechos y la penumbra de sus pechos
hacían bajar el sol sobre la pampa bajaban a la noche como un telón.

No hay escenario tétrico, ni rencor social, ni drama que se extiende como promesa de recuperación, sólo de pronto la frase “al país helado de sangre”. La historia aquí es “esta historia”, es decir, este relato, y a los versos los impulsa la violencia, no con la furia del sobreviviente de la matanza, sino con el fulgor que viene del disfrute del olor carnal y sus penumbras (que son imágenes) salvajemente interrumpidos por la barbarie.

¿acaso no está corriendo la sangre de los 15 fusilados en Trelew?
por las calles de Trelew y demás calles del país ¿no está corriendo esa [sangre?
¿hay algún sitio del país donde esa sangre no está corriendo ahora?
¿no están las sábanas pegajosas de sangre amantes?

Ahora el lector lo sabe: las matanzas devastan lo sereno, lo bucólico y lo sensual, y la sangre es aflicción y dolor y ánimo de justicia y ganas de que todo lo anterior, al refundirse, garantice la continuidad poética, ámbito de las iluminaciones inadvertidas y del amor que resplandece. La sangre lleva al poema a nombrar (calificar moralmente) los crímenes y a volverlos transparentes en los versos:

como calandria de sus pechos caía y
como sangre para apagar la muerte y
como sangre para apagar la noche y
como sol como día.

Se logra el casi milagro: la denuncia persevera en mezcla perfecta con la pasión lírica y la literatura abierta.
En el poema-carta, la madre destruida por los golpes y la picana, refiere el nacimiento y la muerte inmediata de su hijo “que esperé, cuidé, defendí tanto tiempo contra”. Al final del texto irrumpe la protección de las imágenes, el gran depósito de la esperanza, o si se quiere de la civilización tan en deuda con la literatura. La justicia social puede tardar o simplemente no producirse, pero el gran vínculo de las generaciones no es la derrota ante la impunidad sino la acumulación de preguntas (compás de espera y circularidad de la metáfora).
Gelman exclama:

                                                                                                                  ... ¿o una tela
de amor
donde tanto dolor ya durmió bastante y quiere
saber dónde están los caballos? ¿o demasiado
hemos hecho esperar a los ángeles? ¿hay
una lamparita que hizo esperar demasiado a los ángeles  [una  lamparita humana suave?
¿hay caballos para derrotar al enemigo? el que vivió cuatro días
¿no es
un caballo para derrotar al enemigo? ¿no convirtió sus
manitas en un caballo para derrotar al enemigo? ¿no está
galopando o corriendo ahora entre tus brazos y mis brazos amada?

El trastocamiento es extremo. El niño que no alcanzó a serlo, el torturado en el vientre de la madre, reaparece como el “caballo para derrotar al enemigo”, es
decir, como la alegoría del asesinato salvaje que la poesía convierte en memoria de los hechos y las palabras que circulan como resurrecciones. Y Gelman concluye:

¿no está acaso corriendo o galopando entre tus brazos y
mis brazos ahora?
¡así tiemblan nuestros amores nuestras dichas?
¡oh noche que todo lo cubrís!
¿así chirrían los goznes oxidados de nuestra gracia?

La poesía política requiere de la metamorfosis que, sin negar la denuncia y la protesta, no las vuelve circunstancias de la hora, sino vivencias extendidas como testimonio, herencia, reflexiones donde se nulifican tanto el olvido como la premura del recuerdo. La de Gelman, con frecuencia atenta a la política, es gran literatura precisamente porque la poesía ocupa el centro y porque el olvido y el perdón no se transmiten a modo de consignas sino de trayectorias de los versos.

TANTA SABIDURÍA, ¿O VA PARA LA MUERTE?

En Los poemas de Sidney West, Gelman intenta algo similar a Spoon River Anthology de Edgar Lee Masters, la recreación de un pueblo de muertos, la galería de epitafios que son narraciones de vidas truncadas y de vidas fértiles y de vidas que pasan inadvertidas y de vidas cuyo sentido, al inventarlo, sólo recupera la poesía.
Sin embargo son muy significativas las diferencias entre los proyectos poéticos: Lee Masters se acerca a vidas típicas y arquetípicas y a la fosa común de las generaciones le infunde la lógica de la trayectoria cumplida. A Gelman le atañe el hallazgo de lo idiosincrático, de lo insólito (lo subversivo en versión no política) que habita en las tinieblas de lo cotidiano.
Así en su “Lamento por Gallagher Bentham”:

cuando Gallagher Bentham murió
se produjo un curioso fenómeno:
a las vecinas les creció el odio como si hubiera aumentado
la papa
feroces y rapaces comenzaron a insultar su memoria
como si el deber obligación o tarea de gallagher bentham
fuera ser inmortal
siendo que él se preocupaba cuidadosamente
de vivir imperfecto a fin de no irritar a los dioses
jamás se cuidó de ser bueno sin ganas
pecó y gozó como los mil diablos
que sin duda lo habitaban de noche
y lo obligaban a escribir versos sacrílegos
en perjuicio de su alma.

La teología del hombre común, las teofanías de las que no pretenden destino ajeno al cumplimiento de su trayectoria. En Los poemas de Sidney West, Gelman prefigura técnicamente lo que vendrá, con la guerra sucia de Argentina y la diáspora, con el sacrificio de los seres queridos y el largo sendero luctuoso del exilio. La suma de epitafios se volverá la comprensión de los límites del ser humano, cuya expresión sólo distrae la muerte, y la pureza e impureza de esos “cadáveres llenos de mundo” para citar a un poeta esencial en Gelman:

Corrigieron la noche y quien
corrige la noche corre el riesgo
de quemar su deseo. Quien corrige
el deseo se puede quemar. Conozco
países melancólicos por esa razón. Conozco
criaturas agarradas a ellas mismas
como a un clavo que no arde. Conozco
rebaños de paciencia haciendo olvido.
¿A dónde va tanto olvido? ¿Es
sangre ciega en los tableros de sur? Y vos,
Dios ¿por qué olvidás? Te encogiste
para que fuera la sombra argentina,
ese animal feroz perdido.

TU HERMOSURA SEA VOZ EN MI HERMOSURA

No en balde Gelman ha escrito guiones cinematográficos, dos cantatas (El gallo cantaor y Suertes), y dos óperas o especie de óperas: La trampera general y La bicicleta de la muerte con música de Juan Carlos Cedrón.
Su vocación de melodista organiza el paisaje de sus libros, por ejemplo Citas y comentarios, homenaje insólito a los clásicos, a Santa Teresa, a San Juan de la Cruz, que reciben los “comentarios” de otros ritmos, otras “puestas en escena”. Gelman, al fin y al cabo un gran poeta, está convencido: a las revelaciones místicas de la heterodoxia no las perjudica inspirarse en el Cántico de San Juan y su “y déjame muriendo/ un no sé qué quedan balbuciendo”. Dios (lo que nos trasciende) anda entre los pucheros y las digresiones, entre los laberintos de la yerba y la plaza pública, entre la fe poética y el idioma, entre el ritual clásico y la herejía:

Comentario XXXII

Como madero haciéndose
llama de vos/ todo embestido
por vos/ fuego de vos/ el alma
sube hasta vos/ o paladar
que moja tu saliva como
rocío de ternura/ o
boda solar de tu saliva
llevando a piedra la palabra.

La “oscuridad” de Gelman es, abiertamente, literatura.

* * *

Gelman, desdramatizado y dramático, fija los temas no categóricamente, sino a través de invocaciones, desdibujamientos, imágenes que acompañan el tema central, y lo complementan suavemente. Véase “En serie”:

En la esquina de Serrano y Corrientes
pasa el niño que fui
y no comprendo todavía. Cierra
la unión del alma con su vacío y la tarde
se tiende como un pañuelo seco. Hay
calles sentadas, despedidas, silben
en el pasado que vendrá.

En siete líneas Gelman incluye la evocación de su infancia, el desencuentro de las edades, la maravillosa futilidad de la estampa memorizada, la visión desconsolada del tiempo, y la colección de los recuerdos: calles sin movimiento de personas, adioses, invitaciones al pasado que ya viene a observar cuánto le queda de vida. Por supuesto, si se le describe así el poema se difumina, es preciso citarlo en su integridad, advertir que de la ausencia de gestos melodramáticos se nutre el vigor de Gelman. Véase el poema “¿O no?”, clarísimo en su intención y cuya primera parte es radical en su descripción iracunda:

Los militares llamaban El Vesubio a
un campo de concentración situado
a pocos metros de la autopista General Richieri.
Así lo bautizaron por
la columna de humo negro que
subía de compañeros mezclados
con fuego de neumáticos. Los
que fueron alegres mataban
la alegría del aire. Las bestias
desorganizan los misterios y crean
el misterio de la iniquidad.

La segunda parte no contradice el tono previo pero sustituye la furia con la melancolía que Gelman prodiga no por un distanciamiento estratégico de la obviedad, sino, tan sólo porque la melancolía es la emoción al frente del control de sus emociones. Así, concluye
“¿O no?”.

Hay momentos en que la vida es
una bruma que no se puede navegar.
El fracaso del corazón cae en la tarde como
un pájaro olvidado del vuelo.
Eso no se parece a la noche
que orina mi alma.

El desgarramiento no se oculta, como tampoco se programa la escritura del exilio, que es la remembranza desde la demasiada presencia. Afirma Gelman en
“Adentros”:

He visto eso, servidumbre acostadas
en una muerte que no sirvió y vi
compañeros que sentían la felicidad
y no la conocían. Esperaban
en las recetas del invierno. Así fue, eso vi,
hombres y mujeres que hablaban del
porvenir en voz baja para no molestarlo.
Murieron derivados
de su conocimiento del futuro, extranjeros
en la distancia que mañana son otros .

Cada poema de Gelman es un tejido orgánico donde el último verso ilumina al primero, y el primero le confiere su densidad al último.

LA MAÑANA LIBERA DISFRACES

Revisar la bibliografía de Gelman es observar una trayectoria que sólo conoce de la mezcla perfecta de sencillez y complejidad. Así he leído Violín y otras cuestiones (1956), El juego en que andamos (1959), Velorio del solo (1961), Gotán (1962), Cólera buey (1971 con poemas de 1965-1969), Los poemas de Sydney West (1969), Fábulas (1970), Relaciones (1973), Obra poética ( 1975), Citas y comentarios (1979), Hechos y relaciones (1980), Si dulcemente (1980), Hacia el sur (1982), Dibaxu ( 1985), Incompletamente (1997), Salarios del impío (1998), En el hoy y mañana y ayer. Antología personal (2000), Pesa todo (Antología de 2001) y Valer la pena (2002). Estos libros se editan en Buenos Aires, La Habana, Barcelona, Madrid y México. Valer la pena es un título extraído del habla común por Francisco Urondo, el escritor amigo de Gelman asesinado durante la guerra sucia. Valer la pena, la única síntesis que Gelman se permite en tres palabras, contiene definiciones (“... Pensar/ es ver la nada que flota/ en una cucharada de sopa”), aforismos al paso (“En los lenguajes abolidos pasea/ la memoria pesando su animal”), imágenes por así decirlo autosuficientes o nacidas para epígrafes, la vocación no tan secreta de la metáforas: “Leía libros antiguos porque/ todo horizonte viene de otro/ atrás”, o “Una piel provoca el choque del universo/ consigo mismo”, o “Debajo de lo suave crepita sospecha” o “La mañana libera disfraces/ que alguno le prestó”. La poesía también es la tradición a flor de piel, trátese de Vallejo ya vuelto atmósfera verbal, de Catulo, de Luis Cernuda y su poema al voluntario de la Brigada Lincoln en la guerra de España, de Cavalcanti o de Cavafis, “tan celebrado/ hoy que no molesta”.
Las zonas temáticas son muy diversas: los crímenes de la guerra sucia, la poesía, el poema que siempre se reescribe porque ni las palabras ni su autor son al siguiente instante lo mismo, las bestias y los seres humanos que a la luz del crepúsculo apaciguan sus rasgos opuestos, los objetos y las formas del tiempo... Y la poesía es el amor, la entrega a la otra persona, las metáforas que no guardan ni revelan el secreto a que sólo tiene acceso el que lee el poema y lo integra a su experiencia. Así, el amor se despliega y se transfigura en textos como “Te digo María”:

Borrado del mundo real, borracho
de este crepúsculo que canta
en otro lado y el ángelus cru z a
a caballo de una campana.
El cielo muere con sangre y
no veo a nadie, nada, sino
el fuego que arde cuando hubo
una garza azul
erguida en tu mirada blanca.
Quemaba ayeres,
la basura que el tiempo deja.

Y están los poemas del desencanto perfecto, donde nada es explícito y el lector debe extraer la razón del título al escudriñar el texto:

Elecciones democráticas

La sombra del sol en mi mano
no hablé por televisión, ni
la de mi mano en el sol, ni
el niño que pide en la calle
habló por televisión. Toca
un acordeón roto con
su hueso constante.

Está a mano la exégesis, pero la prudencia me ahorra el traspiés. Gelman se opone a la obviedad, y no es inusual que revele y oculte al mismo tiempo la trama de las imágenes. Sin embargo, no es enigmático o neoconceptista, es transparente pero con la claridad que nada más confieren las propuestas que los lectores convierten en revelaciones.
En la obra de Gelman ni el autor ni los lectores pueden dar algo por sentado. “Es horrible saber que moriré mañana/ o que no moriré”.

Carlos Monsiváis© publicado en Revista de la Universidad de México©.


 Fonte : Juan Zapato el último habitante en la Torre de Babel
               

Elogio de lo cotidiano



               
Tzvetan Todorov entrevistado por Jaime Pacios


“No les voy a contar los detalles del libro, simplemente quería evocar brévemente algunos aspectos. El primero, decirles que el siglo XVII fue un momento excepcional en la historia de la pintura. En él se produce un cambio en el que lo ideal será la cotidianeidad de un mundo más humano. Esta mutación ocurre ocurre en los Países Bajos un siglo antes que en el resto de las potencias europeas como Francia, Italia o España.

El segundo aspecto que quiero evocar no trata sobre la pintura, sino sobre la vida misma y es una lección que podemos extraer para nuestras propia experiencia: la filosofía de la cotidiano. En nuestro mundo actual hemos perdido el sentido de cada gesto, hemos organizado mecánicamente todas nuestras rutinas diarias tal como se planteaban en el taylorismo. El actor Charles Chaplin hace una referencia a esta idea con los magníficos gestos mecánicos que utilizaba en la película Tiempos Modernos. Estos gestos los tenemos de alguna manera formateados en el cerebro, como recursos de gestión. Tenemos tan estructuradas nuestras funciones que hemos llegado a perder el sentido de nuestros propios movimientos. En aquella época, en el siglo XVII, tenía sentido hasta pelar una manzana. Son estos gestos, esta exigencia elemental de la belleza y de la esencia los que tenemos que recuperar para nuestras vidas.”

Madre e hijo, Pieter de Hooch¿Pero cómo se fraguan estos cambios? ¿Como se pasa de la representación de escenas mitológicas y hagiográficas del Renacimiento a reflejar la intrahistoria de los seres anónimos?

“Estamos hablando de un país, Holanda, de un siglo, el XVII y de una religión, la Protestante; y como se decía en la época, cada cliente es un sacerdote. Es un momento en el que deja de existir la jerarquía de la Iglesia Católica tal y como se había concebido: el Papa en la cúspide de la pirámide y sus cardenales y obispos por debajo. A partir de entonces ya sólo habrá, teóricamente, creyentes en pie de igualdad. En cierta manera eso indica una cierta progresión del espíritu democrático. Este cambio está en consonancia con los cambios económicos y políticos de la época como la sustitución del modelo feudal por una economía de mercado más abierta.

Al mismo tiempo, la vida cotidiana está impregnada de juicios morales. Los gestos más nimios se observan y definen como vicios o virtudes. Las mujeres que cumplen con su deber haciendo la comida, ocupándose de los niños… son la encarnación de la virtud cotidiana en la esfera de lo privado. Los hombres se representan fumando, bebiendo y jugándose el dinero en las tabernas. Ellos son la encarnación del vicio. La vida privada es el lugar en el que florecen las virtudes cristianas cotidianas y que está dominado por las mujeres. Por primera vez en la historia ellas, son las protagonistas puesto que dominan la vida privada. Los hombres, al contrario, como se dedican a la guerra y a otras labores masculinas fuera del hogar, no encuentran representación en el pensamiento ni en la pintura de la época.”

VERMEER_-_El_astrónomo_(Museo_del_Louvre,_1688)Se empieza a constituir un arte para reflejar la nueva mentalidad de la clase burguesa nacida a raíz del protestantismo que también llevará asociados unos valores éticos y morales.

“Éste es el siglo en el que los artistas descubren su propio poder mediante la pintura. A través de los lienzos se elogian los gestos virtuosos; pero también los gestos que pudieran ser perniciosos moralmente. El amor, que normalmente obedece a exigencias morales, reina aquí sin reproches y se representa en los preparativos que conlleva el sentimiento amoroso sin ningún tipo de reproche. Los pintores, por lo tanto, deciden lo que se tiene que admirar y lo que no, y según lo que decidan repercutirá en toda la sociedad.”

El arte de hoy en día parece haberse distanciado del individuo y de su universo ¿la pintura ya no está ahí para representarnos? ¿cuál sería el arte de nuestros días?

“Pienso que el arte visual ha distanciado sus relaciones con la vida cotidiana. Ha estado unido al mundo desde siempre; pero a partir de la Segunda Guerra Mundial. se ve una distancia clara entre las dos partes. Los artistas se encierran en su propia esfera y yo lo lamento mucho porque me encanta la interacción entre la sociedad y los artistas, ya sea en la literatura, en la pintura u otras disciplinas. Bien es verdad que es el cine, el arte que en este siglo está más cerca de nosotros y de nuestras costumbres actuales.”

Vermeer_-_The_MilkmaidSaltamos de siglo a siglo, pero seguimos con los gestos, y si hay en este momento uno del que todo el mundo está pendiente es el de los españoles desahuciados de sus viviendas que reclaman justicia ante los domicilios de los políticos: el escrache.

“Francia no está mucho mejor que España, estamos todos en el mismo barco; a pesar de esto, nunca había oído el término “escrache” en Francia no lo tenemos… Los entiendo, pero no hay que dejar caer toda la acción en manos de una muchedumbre indignada y colérica. Bajo el impacto de la indignación y de la cólera se pueden cometer actos que más tarde se podrían lamentar. Simbólicamente me parece que es justo, pero creo que hay que ser prudente porque la violencia puede prender rápidamente en cualquier momento y con ella no se obtendrán los cambios deseados.”

Para finalizar, Todorov nos recomienda dos ensayos: El Crepúsculo de Prometeo de François Flahault, que habla del sueño de crear nuestro propio mundo sin necesidad de la ayuda exterior. Una idea válida que puede resultar muy peligrosa. La gran utopía de Prometeo que significa dominar la historia.

El segundo ensayo: La Maldad Política/ Qué es y cómo combatirla de Alan Wolfe, es un análisis de la situación política del momento. Habla de los peligros de la guerra y el terrorismo. En Estados Unidos ha sido un choque para los medios bienpensantes que creían que el gobierno estaba llevando a cabo una buena obra. Este ensayo critica y plantea las causas y los medios para obtener soluciones.

Jaime Pacios©

Fuente: http://revistatarantula.com/tzvetan-todorov-nos-introduce-en-elogio-de-lo-cotidiano/

todorovTzvetan Todorov es un semiólogo, lingüista, filósofo, historiador y crítico literario nacido en Sofía (Bulgaria) en 1939, pero nacionalizado en Francia, país donde reside desde hace más de 50 años. Entre los reconocimientos por su dilatada carrera como humanista figura ser director del Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje (CNRS), el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales 2008 y el Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Perú.

Entre su prolífica obra, donde se critica ardientemente la doctrina neoconservadora y ultraliberalista, destacamos: Elogio del Individuo, El nuevo desorden mundial, La experiencia totalitaria o Los enemigos íntimos de la democracia.

Fonte : Juan Zapato
               

PSICOSES




solUna estreñidísima tarde, sentada en la baza del baño, de la fuerza que hacía me desmayé.
Volviendo de mi inconsciencia, observé que se me había descosido el botón que coronaba la cremallera. Aún confusa, se mezclaban ideas como la de depilarme, los efectos negativos de la alimentación globalizada y bajar a por el pan antes de que cerraran… y aunque la necesidad de abotonarme el pantalón se hacía primordial, mi cuerpo pedía su tiempo para reponerse.
A punto de sumirme en un profundo sueño en el que me convertía en el hilo que enhebrara la aguja con la que cosería el botón, como una revelación, de la cebolla de la ducha brotó una gota cada vez más grande que tomó forma de mano amiga que con sencillos gestos me recordó que se me hacía tarde, y que no iba a llegar a por el pan psi-cosía aquel botón.

Marta Gómez-Lainz Manzano

Inspirado en la fotografía titulada “Al agua patos” de Rebeca Gómez Briones ganadora del Noveno Concurso de Fotografía Calle del Sol en su apartado de tema libre.

Fuente:http://www.solcultural.com/

fonte : Juan Zapato