Recuerdas cuando
en invierno
llegamos a la isla?
El mar hacia nosotros levantaba
una copa de frío.
En las paredes las enredaderas
susurraban dejando
caer hojas oscuras
a nuestro paso.
Tú eras también una pequeña hoja
que temblaba en mi pecho.
El viento de la vida allí te puso.
En un principio no te vi: no supe
que ibas andando conmigo,
hasta que tus raíces
horadaron mi pecho,
se unieron a los hilos de mi sangre,
hablaron por mi boca,
florecieron conmigo.
Así fue tu presencia inadvertida,
hoja o rama invisible
y se pobló de pronto
mi corazón de frutos y sonidos.
Habitaste la casa
que te esperaba oscura
y encendiste las lámparas entonces.
Recuerdas, amor mío,
nuestros primeros pasos en la isla:
las piedras grises nos reconocieron,
las rachas de la lluvia,
los gritos del viento en la sombra.
Pero fue el fuego
nuestro único amigo,
junto a él apretamos
el dulce amor de invierno
a cuatro brazos.
El fuego vio crecer nuestro beso desnudo
hasta tocar estrellas escondidas,
y vio nacer y morir el dolor
como una espada rota
contra el amor invencible.
Recuerdas,
oh dormida en mi sombra,
cómo de ti crecía
el sueño,
de tu pecho desnudo
abierto con sus cúpulas gemelas
hacia el mar, hacia el viento de la isla
y cómo yo en tu sueño navegaba
libre, en el mar y en el viento
atado y sumergido sin embargo
al volumen azul de tu dulzura.
Oh dulce, dulce mía,
cambió la primavera
los muros de la isla.
Apareció una flor como una gota
de sangre anaranjada,
y luego descargaron los colores
todo su peso puro.
El mar reconquistó su transparencia,
la noche en el cielo
destacó sus racimos
y ya todas las cosas susurraron
nuestro nombre de amor, piedra por piedra
dijeron nuestro nombre y nuestro beso.
La isla de piedra y musgo
resonó en el secreto de sus grutas
como en tu boca el canto,
y la flor que nacía
entre los intersticios de la piedra
con su secreta sílaba
dijo al pasar tu nombre
de planta abrasadora,
y la escarpada roca levantada
como el muro del mundo
reconoció mi canto, bienamada,
y todas las cosas dijeron
tu amor, mi amor, amada,
porque la tierra, el tiempo, el mar, la isla,
la vida, la marea,
el germen que entreabre
sus labios en la tierra,
la flor devoradora,
el movimiento de la primavera,
todo nos reconoce.
Nuestro amor ha nacido
fuera de las paredes,
en el viento,
en la noche,
en la tierra,
y por eso la arcilla y la corola,
el barro y las raíces
saben cómo te llamas,
y saben que mi boca
se juntó con la tuya
porque en la tierra nos sembraron juntos
sin que sólo nosotros lo supiéramos
y que crecemos juntos
y florecemos juntos
y por eso
cuando pasamos,
tu nombre está en los pétalos
de la rosa que crece en la piedra,
mi nombre está en las grutas.
Ellos todo lo saben,
no tenemos secretos,
hemos crecido juntos
pero no lo sabíamos.
El mar conoce nuestro amor, las piedras
de la altura rocosa
saben que nuestros besos florecieron
con pureza infinita,
como en sus intersticios una boca
escarlata amanece:
así conocen nuestro amor y el beso
que reúnen tu boca y la mía
en una flor eterna.
Amor mío,
la primavera dulce,
flor y mar, nos rodean.
No la cambiamos
por nuestro invierno,
cuando el viento
comenzó a descifrar tu nombre
que hoy en todas las horas repite,
cuando
las hojas no sabían
que tú eras una hoja,
cuando
las raíces
no sabían que tú me buscabas
en mi pecho.
Amor, amor,
la primavera
nos ofrece el cielo,
pero la tierra oscura
es nuestro nombre,
nuestro amor pertenece
a todo el tiempo y la tierra.
Amándonos, mi brazo
bajo tu cuello de arena,
esperaremos
cómo cambia la tierra y el tiempo
en la isla,
cómo caen las hojas
de las enredaderas taciturnas,
cómo se va el otoño
por la ventana rota.
Pero nosotros
vamos a esperar
a nuestro amigo,
a nuestro amigo de ojos rojos,
el fuego,
cuando de nuevo el viento
sacuda las fronteras de la isla
y desconozca el nombre
de todos,
el invierno
nos buscará, amor mío,
siempre,
nos buscará, porque lo conocemos,
porque no lo tememos,
porque tenemos
con nosotros
el fuego
para siempre.
Tenemos
la tierra con nosotros
para siempre,
la primavera con nosotros
para siempre,
y cuando se desprenda
de las enredaderas
una hoja
tú sabes, amor mío,
qué nombre viene escrito
en esa hoja,
un nombre que es el tuyo y es el mío,
nuestro nombre de amor, un solo
ser, la flecha
que atravesó el invierno,
el amor invencible,
el fuego de los días,
una hoja
que me cayó en el pecho,
una hoja del árbol
de la vida
que hizo nido y cantó,
que echó raíces,
que dio flores y frutos.
Y así ves, amor mío,
cómo marcho
por la isla,
por el mundo,
seguro en medio de la primavera,
loco de luz en el frío,
andando tranquilo en el fuego,
levantando tu peso
de pétalo en mis brazos,
como si nunca hubiera caminado
sino contigo, alma mía,
como si no supiera caminar
sino contigo,
como si no supiera cantar
sino cuando tú cantas.
Pablo Neruda
domingo, 30 de janeiro de 2011
Algún día
Algún día
algún misterioso día húmedo
me volcaré en mí misma para siempre,
y no podrá nadie llamarme
por mi nombre,
porque seré un encierro de paz,
único y eterno.
Algún día húmedo,
con el sello infinito de dos palabras:
no volveré.
Y la vida abierta y dolorosa
bajará rodando por las gradas.
Ana istarú
De "Poesía escogida" 2002
algún misterioso día húmedo
me volcaré en mí misma para siempre,
y no podrá nadie llamarme
por mi nombre,
porque seré un encierro de paz,
único y eterno.
Algún día húmedo,
con el sello infinito de dos palabras:
no volveré.
Y la vida abierta y dolorosa
bajará rodando por las gradas.
Ana istarú
De "Poesía escogida" 2002
Sueños de gente madura
Maduro no es quien ya estuvo tiempo suficiente en la vida;
es quien tiene vivencias,
que pueden no estar necesariamente asociadas a la edad.
Todo en la vida es encanto cuando ingresamos en la adolecencia.
Todos los sueños son posibles, todo es fiesta
y el paraíso parece estar al alcanze de nuestras manos.
Hallamos que el primero amor va a durar para siempre,
que vamos a evoluir en el trabajo,
que las personas con las cuales convivimos
serán siempre sinceras y gentiles.
Un día, somos puestos delante de los primeros obstáculos:
perdemos nuestro amor,
anochece en el paraiso,
descubrimos que necesitamos competir y trabajar duro
para llegar a algún lugar y que ni todas las personas
quieren nuestro bien.
Nuestros sueños se quiebran y adquirimos experiencias,
nos volvemos adultos, maduramos.
Y duele.
Dolemos nosotros, duele nuestro ser, duele la vida.
Algunas personas desisten, se cansan de los desengaños y déjanse llevar.
Nunca crecen, nunca construyen nada.
Descreen de los sueños e de su poder mágico.
Envejecen prematuramente, vuélvense gruñonas y mal humoradas.
El mundo está lleno de ellas.
Sin embargo, hay personas maduras que todavía sueñan.
Sólo que es un sueño distinto.
Jóvenes sueñan construir, comenzar, conquistar.
Ellas sueñan reconstruir, recomenzar, reconquistar.
Personas maduras sueñan despues de haber vivido,
después de haber quebrado la cara,
de haber tenido decepciones, de haber tenido pesadillas,
aunque ya hayan enfrentado la dura realidad
de que ni todos los sueños se realizan.
Pero ellas saben que vale la pena soñar.
Y aún sueñan... conscientemente!
Aman de nuevo, de nuevo y de nuevo!...
Caen, recomenzan y recomenzan a cada vez que caen.
Creen siempre que en la próxima vez va a ser diferente.
Colocan sus sueños en las manos y no los largan!
Generalmente, esas personas viven más tiempo
y el tiempo que viven es bien más aprovechado.
Son idealistas y benditas!
Las personas maduras que aún sueñan son el sueño de la vida,
son la proyección de los mejores deseos en la tierra.
Letícia Thompson
es quien tiene vivencias,
que pueden no estar necesariamente asociadas a la edad.
Todo en la vida es encanto cuando ingresamos en la adolecencia.
Todos los sueños son posibles, todo es fiesta
y el paraíso parece estar al alcanze de nuestras manos.
Hallamos que el primero amor va a durar para siempre,
que vamos a evoluir en el trabajo,
que las personas con las cuales convivimos
serán siempre sinceras y gentiles.
Un día, somos puestos delante de los primeros obstáculos:
perdemos nuestro amor,
anochece en el paraiso,
descubrimos que necesitamos competir y trabajar duro
para llegar a algún lugar y que ni todas las personas
quieren nuestro bien.
Nuestros sueños se quiebran y adquirimos experiencias,
nos volvemos adultos, maduramos.
Y duele.
Dolemos nosotros, duele nuestro ser, duele la vida.
Algunas personas desisten, se cansan de los desengaños y déjanse llevar.
Nunca crecen, nunca construyen nada.
Descreen de los sueños e de su poder mágico.
Envejecen prematuramente, vuélvense gruñonas y mal humoradas.
El mundo está lleno de ellas.
Sin embargo, hay personas maduras que todavía sueñan.
Sólo que es un sueño distinto.
Jóvenes sueñan construir, comenzar, conquistar.
Ellas sueñan reconstruir, recomenzar, reconquistar.
Personas maduras sueñan despues de haber vivido,
después de haber quebrado la cara,
de haber tenido decepciones, de haber tenido pesadillas,
aunque ya hayan enfrentado la dura realidad
de que ni todos los sueños se realizan.
Pero ellas saben que vale la pena soñar.
Y aún sueñan... conscientemente!
Aman de nuevo, de nuevo y de nuevo!...
Caen, recomenzan y recomenzan a cada vez que caen.
Creen siempre que en la próxima vez va a ser diferente.
Colocan sus sueños en las manos y no los largan!
Generalmente, esas personas viven más tiempo
y el tiempo que viven es bien más aprovechado.
Son idealistas y benditas!
Las personas maduras que aún sueñan son el sueño de la vida,
son la proyección de los mejores deseos en la tierra.
Letícia Thompson
YO DIGO ADENTRO MÍO
adentro hay una boca recibiendo la lluvia
y una mano queriendo penetrar en los trenes
adentro está mi infancia con su mañana blanca
mi pueblo allí colgando de la lengua del día
adentro está tu frente pero nunca los lunes
porque adentro me sobran el reloj y los diarios
adentro está lo bueno lo malo lo que queda
mi corazón adentro un pájaro sin rostro
adentro tengo al viento derramado en tus hombros
es decir este aroma de ausencias y de gritos
adentro estoy yo mismo golpeando para afuera
y hay una almohada tibia donde apoyo tu nombre
adentro está el otoño el café el intestino
las rótulas tus ojos el parque que olvidaste
adentro están doliendo tu septiembre y mis pasos
y hay una piel llorando
ahora adentro mío se oxida una ternura
yo digo adentro mío en esta tarde de otros.
JORGE BOCCANERA ( Argentina, 1952 )
y una mano queriendo penetrar en los trenes
adentro está mi infancia con su mañana blanca
mi pueblo allí colgando de la lengua del día
adentro está tu frente pero nunca los lunes
porque adentro me sobran el reloj y los diarios
adentro está lo bueno lo malo lo que queda
mi corazón adentro un pájaro sin rostro
adentro tengo al viento derramado en tus hombros
es decir este aroma de ausencias y de gritos
adentro estoy yo mismo golpeando para afuera
y hay una almohada tibia donde apoyo tu nombre
adentro está el otoño el café el intestino
las rótulas tus ojos el parque que olvidaste
adentro están doliendo tu septiembre y mis pasos
y hay una piel llorando
ahora adentro mío se oxida una ternura
yo digo adentro mío en esta tarde de otros.
JORGE BOCCANERA ( Argentina, 1952 )
A PIEL DESNUDA
Desgarrar tu pielpenetrartu cuerpo con mi presenciay sentir tus deseos.Revolcar las miradasy tus ojos que se revuelquenalocadosen tus párpados.Escuchar los quejidossuavesde los poros que brotanpor las grietas de los labiosy por hilos de salivaque humedecenal corazón.Tu piel hablael silencio de tus labios.Voy a perseguir tu cuerpoy tocar tu ausenciay el borde de las estrellasla brisael vuelolas puntas de los senostus labiostus piernasy el brinco del ombligo.Tocaré el movimientosu cadenciasus porossus oloresy las húmedasgotas del rocío.Tocaréla alegría de los árboleslas floresy tocaremos los pétaloscon las puntas de las lenguasy ellami loca lenguaque nunca fue diestra para amartejerá y destejerá amoresy palabrastemblorosaspero francasque se quedenpara siempre al oídode esta piel desnudadistanteque trae la brisacon su primorosaforma de caminar¡ Su Majestad !Me desvelasu ausencia.
Gregorio Riveros .´.
Pampanito. Trujillo (Venezuela).
http://pampanito.nireblog.com
http://lapoesiavenezolana.nireblog.com
Gregorio Riveros .´.
Pampanito. Trujillo (Venezuela).
http://pampanito.nireblog.com
http://lapoesiavenezolana.nireblog.com
MIS TRES YO
Me arrancaron de un plácido sueño.
Se comportaron con prepotencia.
En amena tertulia confidencial,
su principal tema a tratar era yo.
Exacerbados se disputaban,
el liderazgo a ejercer en mi vida.
Mi 'yo padre' me reprendía,
por persistir en mi rebeldía.
Mi 'yo adulto' se lamentaba,
por errores que en vino flotaban.
Maniatado en rincón mi 'yo niño',
como siempre, el más ignorado.
Sentada en mi nube dorada,
desconcertada los observaba
y en impulso de cuerda locura:
fugué con mi 'yo niño' adorado.
©SKORPIONA
Inés de la Puente Spiers
http://skorpiona.webcindario.com/mis_tres_yo.htm
http://skorpiona.ifrance.com/mis.tres.yo.htm
Se comportaron con prepotencia.
En amena tertulia confidencial,
su principal tema a tratar era yo.
Exacerbados se disputaban,
el liderazgo a ejercer en mi vida.
Mi 'yo padre' me reprendía,
por persistir en mi rebeldía.
Mi 'yo adulto' se lamentaba,
por errores que en vino flotaban.
Maniatado en rincón mi 'yo niño',
como siempre, el más ignorado.
Sentada en mi nube dorada,
desconcertada los observaba
y en impulso de cuerda locura:
fugué con mi 'yo niño' adorado.
©SKORPIONA
Inés de la Puente Spiers
http://skorpiona.webcindario.com/mis_tres_yo.htm
http://skorpiona.ifrance.com/mis.tres.yo.htm
CONTRADIÇÕES
Foi na vida que aprendi
a interpretar às avessas
os provérbios, pois na prática
as verdades são inversas:
quem não deve é quem mais teme,
há quem cale e não consinta,
e o diabo é exatamente
tão feio quanto se pinta.
Leila Míccolis
a interpretar às avessas
os provérbios, pois na prática
as verdades são inversas:
quem não deve é quem mais teme,
há quem cale e não consinta,
e o diabo é exatamente
tão feio quanto se pinta.
Leila Míccolis
PRÊMIO DE CONSOLAÇÃO
Há anos os homens ensinam
às mulheres a agradá-lo,
a adulá-lo, a servi-lo,
numa ascendência sem par.
Agora elas retribuem
sempre que fingem gozar.
Leila Míccolis
às mulheres a agradá-lo,
a adulá-lo, a servi-lo,
numa ascendência sem par.
Agora elas retribuem
sempre que fingem gozar.
Leila Míccolis
Coração é terra que ninguém vê
Quis ser um dia, jardineira
de um coração.
Sachei, mondei - nada colhi.
Nasceram espinhos
e nos espinhos me feri.
Quis ser um dia, jardineira
de um coração.
Cavei, plantei.
Na terra ingrata
nada criei.
Semeador da Parábola...
Lancei a boa semente
a gestos largos...
Aves do céu levaram.
Espinhos do chão cobriram.
O resto se perdeu
na terra dura
da ingratidão
Coração é terra que ninguém vê
- diz o ditado.
Plantei, reguei, nada deu, não.
Terra de lagedo, de pedregulho,
- teu coração. Bati na porta de um coração.
Bati. Bati. Nada escutei.
Casa vazia. Porta fechada,
foi que encontrei...
Cora Coralina
de um coração.
Sachei, mondei - nada colhi.
Nasceram espinhos
e nos espinhos me feri.
Quis ser um dia, jardineira
de um coração.
Cavei, plantei.
Na terra ingrata
nada criei.
Semeador da Parábola...
Lancei a boa semente
a gestos largos...
Aves do céu levaram.
Espinhos do chão cobriram.
O resto se perdeu
na terra dura
da ingratidão
Coração é terra que ninguém vê
- diz o ditado.
Plantei, reguei, nada deu, não.
Terra de lagedo, de pedregulho,
- teu coração. Bati na porta de um coração.
Bati. Bati. Nada escutei.
Casa vazia. Porta fechada,
foi que encontrei...
Cora Coralina
Fonfons, Balidos e Cocoricós
Não tenho paciência pra contar carneirinhos, na verdade os acho muito
idiotas e chatos. Ficam berrando noite e madrugada adentro e seus
balidos me incomodam. Será que estarei fadado a conviver com eles? Ou
ainda pior, será que inventarão clonar-lhes aos montes em nome da
ciência? Detesto ciência, prefiro minha Clonagem Perfeita...Sabe como
é né...As pernas da Cláudia Raia e os cabelos de Simone ou os seios
de Camila Pitanga me apetecem muito mais...Carneirinhos idiotas nunca
fizeram minha cabeça. Será que minha ranzinzice está me tornando
mais chato do que de costume? Quantas voltas no universo, minha
imaginação dará até que o sono chegue? Quantos versos poderia eu
fazer antes que uma noite com carneiros idiotas acabe? Será que os
galos também passam a noite na contagem de carneirinhos imbecis? Galos
não berram, nunca os vi berrar, mas seus cantares também me parecem
idiotas. Canto de galo e berro de carneiro é pura monotonia e ouvi-los
dá na gente uma agonia e uma irritação danada. Detesto galos e
carneiros, não necessariamente nesta ordem...E quando a noite e a
madrugada passam, aí começa o dia, então tudo piora: zoeira de
ônibus, carros, motos, detesto fonfons e gente com falação estúpida nesse burburinho medíocre do cotidiano louco.
Marçal Filho
Presença ...
É preciso que a saudade desenhe tuas linhas perfeitas,
teu perfil exato e que, apenas, levemente, o vento
das horas ponha um frêmito em teus cabelos...
É preciso que a tua ausência trescale
sutilmente, no ar, a trevo machucado,
a folhas de alecrim desde há muito guardadas
não se sabe por quem nalgum móvel antigo...
Mas é preciso, também, que seja como abrir uma janela
e respirar-te, azul e luminosa, no ar.
É preciso a saudade para eu sentir
como sinto - em mim - a presença misteriosa da vida...
Mas quando surges és tão outra e múltipla e imprevista
que nunca te pareces com o teu retrato...
E eu tenho de fechar meus olhos para ver-te!
Mario Quintana
teu perfil exato e que, apenas, levemente, o vento
das horas ponha um frêmito em teus cabelos...
É preciso que a tua ausência trescale
sutilmente, no ar, a trevo machucado,
a folhas de alecrim desde há muito guardadas
não se sabe por quem nalgum móvel antigo...
Mas é preciso, também, que seja como abrir uma janela
e respirar-te, azul e luminosa, no ar.
É preciso a saudade para eu sentir
como sinto - em mim - a presença misteriosa da vida...
Mas quando surges és tão outra e múltipla e imprevista
que nunca te pareces com o teu retrato...
E eu tenho de fechar meus olhos para ver-te!
Mario Quintana
Contradições
Quis pensar que por um tempo
Eu apanharia com as mãos
Os sentidos apurados de minha desventura.
Depois das estocadas em pele viva,
Ainda soube esticar meus lábios
Ressecados de tanto sol
Nos varais de tola sorte.
O meu outro agora se esvai
E descansa,
Descansa
Por sobre a relva invisível
Da minha ingênua alegria.
Fabricio Brandão
Eu apanharia com as mãos
Os sentidos apurados de minha desventura.
Depois das estocadas em pele viva,
Ainda soube esticar meus lábios
Ressecados de tanto sol
Nos varais de tola sorte.
O meu outro agora se esvai
E descansa,
Descansa
Por sobre a relva invisível
Da minha ingênua alegria.
Fabricio Brandão
Noites Sulferinas
Nem mais um passo,
nem um laço, leve traço,
nem idéias, nem olhares,
nem embaraços.
Cansaço terminal.
Nem dúvida, nem remorso,
nem saudade, nem lembrança.
Uma borracha e um rastro.
Nem encanto, nem desencanto:
bagaço, fruta sem caldo
sem semente..
Somente a fraqueza intermitente.
Somente...
Olga Porto -
nem um laço, leve traço,
nem idéias, nem olhares,
nem embaraços.
Cansaço terminal.
Nem dúvida, nem remorso,
nem saudade, nem lembrança.
Uma borracha e um rastro.
Nem encanto, nem desencanto:
bagaço, fruta sem caldo
sem semente..
Somente a fraqueza intermitente.
Somente...
Olga Porto -
O nono mandamento
— Amanhã eu volto.
— Vai com Deus. Levou o casaco?
— Marta, é verão. Deixa eu ir, tá na hora, fica bem.
Foi. Marta ficou na cama mais um pouco. Nunca pensou que se casaria com alguém que sairia em “viagem de negócios”. Pior que ele falava exatamente assim, que nem num filme antigo: “Semana que vem saio numa viagem de negócios”. Só faltava usar um bigodinho e chapéu. Será que se casaria, ou mesmo beijaria, alguém de bigodinho? Na adolescência aqueles buços eram inevitáveis, era isso ou nada, mas depois que os hormônios se aquietaram um bocadinho, nunca mais beijara ninguém de bigodinho ou mesmo bigodão. Barba ou cavanhaque também não gostava, mas bigode nunca mais. Achava — na verdade, começava a achar agora, nunca havia pensado nisso — que bigode era que nem pochete, não queria estar com um homem que usasse. Houve uma época em que achou que queria casar com alguém de barba. Qualquer um, desde que usasse barba. Barbas guardam cheiros, ela saberia se fosse traída. Um relacionamento com um babaca mentiroso gera essas insanidades. Teria que usar barba e gostar de sexo oral, claro, pois sem isso a barba não serviria como evidência do crime. Sexo oral! 40 anos na cara e não conseguia falar nada que não fosse educado ou eufemismo. “Chupar”, mesmo em pensamento, soava como coisa ruim, feia. Pelo menos gostava do ato em si!
— “Ato em si”, que Deus tenha piedade de minha alma, nem pensar livre eu consigo!
Hora de levantar, escovar os dentes, tomar um café, sair não precisava, estava de folga. 24 horas só suas, sem o chato do… epa! “Chato”? Não se lembrava de ter pensado assim, pelo menos não diretamente. Já se havia chateado e enfadado com ele, mas isso é coisa pela qual todo mundo passa. Chamar de chato era tão definitivo quanto chamar de corno e ai meu Deus como foi acontecer essa associação de idéias!!!??? Não, nem pensar. Pior que ele estava de folga hoje, também; certamente sozinho em casa, certamente disponível. A esposa trabalhava em plantões, por que não? Banho, rápido. Frio, de preferência; muito frio. Gelado, se pudesse, que o telefone está perigosamente perto. Pronto, não foi suficientemente rápida ao banho, já está o telefone em uma mão, com cacófato e tudo, e a outra já discando.
— Alô…
— Alô?
Voz de mulher. Desligar, rápido! Mas não, é preciso fazer algo.
— Alô, quem fala?
— Marta, quem é?
Meu Deus, ela se chama Marta também!
— Oi, meu nome também é Marta, trabalho com seu marido…
Meu Deus, meu Deus, meu Deus, o que diabos está fazendo?
— Oi, ele sempre fala de você, como vai?
Pera lá, fala o quê?
— Fala o quê?
— Ah, que você é divertida, inteligente, eu quase fico com ciúmes!
— E não fica por quê? Quer dizer, que bom que não fica, mas normalmente ficaria; quer dizer, eu ficaria, pelo menos!
— Ah, você não o conhece como eu. Ele é o homem mais caseiro do mundo, fiel como um cachorro velho!
— Acho que ele não ia gostar de ser descrito assim…
— E quem liga para o que aquele chato gosta?
Aquilo a espantou: chato? Será que ela estava fadada a atrair chatos? Seria um carma, algum atavismo?
— Chato como? Ele é bem agradável no trabalho…
— Desculpe, não devia ter falado assim, mas a coisa está feia por aqui. Acabamos de brigar, ele saiu meio que batendo a porta, desculpe, ainda não retomei o controle. E por favor, não comente com ele que eu desabafei com você.
— Desabafou? Mas você não disse nada, só que ele é chato!
— Bem, é quase um desabafo.
— Ué, pode falar à vontade. Não trabalho hoje, estou gostando de conversar. Meu marido quase não conversa comigo.
— Ah, o teu também? O meu chega, conta o que aconteceu no escritório como se fosse uma saga nórdica…
— Saga nórdica é ótimo!
— … e quer que eu demonstre interesse. O único nome em que presto alguma atenção é o teu, sabe como é: Marta também. Fora isso, entra por um ouvido e sai pelo outro. Um saco, um tédio mortal!
— Meu Deus, aqui é igualzinho! Ai, meu Deus, preciso parar de falar “Meu Deus”!
— Por quê?
— Eu sempre tive mania de falar “Meu Deus”. No colégio as irmãs viviam me dando castigos pra eu parar de invocar “Seu santo nome em vão”! Acho que eu gostava daqueles castigos, cada vez falava mais!
— Não diz que você estudou em colégio de freiras! Eu também!
— Que coisa, onde?
— Minas.
— Ah, eu estudei aqui mesmo. Mas tinha uma professora mineira que eu adorava. Ela vivia me botando de castigo, um dia me botou no milho.
— Mas isso não era proibido?
— Era, e muito; além de me castigar ela me fazia prometer que não contaria para ninguém.
— Hummm… excitante, isso, hein?
— Pois é. Eu lembro até hoje da voz dela, do sotaque… até que era parecido com o teu.
— Mas eu não tenho sotaque!
— Você que pensa! Ninguém acha que tem. Irmã Anunciação também não achava que tinha.
— Mas que coisa, isso. As freiras me botavam de castigo, também, mas por que eu vivia conversando, não parava nunca. Tinha uma amiga com quem eu passava o dia todo, e elas viviam implicando, separavam a gente, diziam que era pecado falar tanto.
— Eu não tinha amigas, não; a irmã Anunciação implicava com todas, dizia que eu devia me preparar para o noviciado.
— Por que você não passa por aqui pra gente tomar um café?
— Ok, não estou fazendo nada mesmo!
Por via das dúvidas depilou-se, tomou um banho caprichado e colocou uma calcinha nova.
Marisa Toscana – Escritoras Suicidas
Marisa Toscana, nascida Ferrara, em Pistoia, Italia, em 26/9/1942. Veio para o Rio de Janeiro ainda criança, refugiada da guerra. Casou-se em 1959, aos 17 anos, com o adido cultural de Luxemburgo no Brasil, que faleceu durante a lua-de-mel em Cap d’Antibes. Pintora de talento, participou de exposição coletiva no Museu de Belas Artes, em 1963. Deixou apenas textos inéditos, entre os quais este, pois nem seus amigos mais íntimos sabiam de sua literatura. Suicidou-se em 12 de setembro de 2001, ao saber da morte de seu amante em New York, atropelado na véspera.
— Vai com Deus. Levou o casaco?
— Marta, é verão. Deixa eu ir, tá na hora, fica bem.
Foi. Marta ficou na cama mais um pouco. Nunca pensou que se casaria com alguém que sairia em “viagem de negócios”. Pior que ele falava exatamente assim, que nem num filme antigo: “Semana que vem saio numa viagem de negócios”. Só faltava usar um bigodinho e chapéu. Será que se casaria, ou mesmo beijaria, alguém de bigodinho? Na adolescência aqueles buços eram inevitáveis, era isso ou nada, mas depois que os hormônios se aquietaram um bocadinho, nunca mais beijara ninguém de bigodinho ou mesmo bigodão. Barba ou cavanhaque também não gostava, mas bigode nunca mais. Achava — na verdade, começava a achar agora, nunca havia pensado nisso — que bigode era que nem pochete, não queria estar com um homem que usasse. Houve uma época em que achou que queria casar com alguém de barba. Qualquer um, desde que usasse barba. Barbas guardam cheiros, ela saberia se fosse traída. Um relacionamento com um babaca mentiroso gera essas insanidades. Teria que usar barba e gostar de sexo oral, claro, pois sem isso a barba não serviria como evidência do crime. Sexo oral! 40 anos na cara e não conseguia falar nada que não fosse educado ou eufemismo. “Chupar”, mesmo em pensamento, soava como coisa ruim, feia. Pelo menos gostava do ato em si!
— “Ato em si”, que Deus tenha piedade de minha alma, nem pensar livre eu consigo!
Hora de levantar, escovar os dentes, tomar um café, sair não precisava, estava de folga. 24 horas só suas, sem o chato do… epa! “Chato”? Não se lembrava de ter pensado assim, pelo menos não diretamente. Já se havia chateado e enfadado com ele, mas isso é coisa pela qual todo mundo passa. Chamar de chato era tão definitivo quanto chamar de corno e ai meu Deus como foi acontecer essa associação de idéias!!!??? Não, nem pensar. Pior que ele estava de folga hoje, também; certamente sozinho em casa, certamente disponível. A esposa trabalhava em plantões, por que não? Banho, rápido. Frio, de preferência; muito frio. Gelado, se pudesse, que o telefone está perigosamente perto. Pronto, não foi suficientemente rápida ao banho, já está o telefone em uma mão, com cacófato e tudo, e a outra já discando.
— Alô…
— Alô?
Voz de mulher. Desligar, rápido! Mas não, é preciso fazer algo.
— Alô, quem fala?
— Marta, quem é?
Meu Deus, ela se chama Marta também!
— Oi, meu nome também é Marta, trabalho com seu marido…
Meu Deus, meu Deus, meu Deus, o que diabos está fazendo?
— Oi, ele sempre fala de você, como vai?
Pera lá, fala o quê?
— Fala o quê?
— Ah, que você é divertida, inteligente, eu quase fico com ciúmes!
— E não fica por quê? Quer dizer, que bom que não fica, mas normalmente ficaria; quer dizer, eu ficaria, pelo menos!
— Ah, você não o conhece como eu. Ele é o homem mais caseiro do mundo, fiel como um cachorro velho!
— Acho que ele não ia gostar de ser descrito assim…
— E quem liga para o que aquele chato gosta?
Aquilo a espantou: chato? Será que ela estava fadada a atrair chatos? Seria um carma, algum atavismo?
— Chato como? Ele é bem agradável no trabalho…
— Desculpe, não devia ter falado assim, mas a coisa está feia por aqui. Acabamos de brigar, ele saiu meio que batendo a porta, desculpe, ainda não retomei o controle. E por favor, não comente com ele que eu desabafei com você.
— Desabafou? Mas você não disse nada, só que ele é chato!
— Bem, é quase um desabafo.
— Ué, pode falar à vontade. Não trabalho hoje, estou gostando de conversar. Meu marido quase não conversa comigo.
— Ah, o teu também? O meu chega, conta o que aconteceu no escritório como se fosse uma saga nórdica…
— Saga nórdica é ótimo!
— … e quer que eu demonstre interesse. O único nome em que presto alguma atenção é o teu, sabe como é: Marta também. Fora isso, entra por um ouvido e sai pelo outro. Um saco, um tédio mortal!
— Meu Deus, aqui é igualzinho! Ai, meu Deus, preciso parar de falar “Meu Deus”!
— Por quê?
— Eu sempre tive mania de falar “Meu Deus”. No colégio as irmãs viviam me dando castigos pra eu parar de invocar “Seu santo nome em vão”! Acho que eu gostava daqueles castigos, cada vez falava mais!
— Não diz que você estudou em colégio de freiras! Eu também!
— Que coisa, onde?
— Minas.
— Ah, eu estudei aqui mesmo. Mas tinha uma professora mineira que eu adorava. Ela vivia me botando de castigo, um dia me botou no milho.
— Mas isso não era proibido?
— Era, e muito; além de me castigar ela me fazia prometer que não contaria para ninguém.
— Hummm… excitante, isso, hein?
— Pois é. Eu lembro até hoje da voz dela, do sotaque… até que era parecido com o teu.
— Mas eu não tenho sotaque!
— Você que pensa! Ninguém acha que tem. Irmã Anunciação também não achava que tinha.
— Mas que coisa, isso. As freiras me botavam de castigo, também, mas por que eu vivia conversando, não parava nunca. Tinha uma amiga com quem eu passava o dia todo, e elas viviam implicando, separavam a gente, diziam que era pecado falar tanto.
— Eu não tinha amigas, não; a irmã Anunciação implicava com todas, dizia que eu devia me preparar para o noviciado.
— Por que você não passa por aqui pra gente tomar um café?
— Ok, não estou fazendo nada mesmo!
Por via das dúvidas depilou-se, tomou um banho caprichado e colocou uma calcinha nova.
Marisa Toscana – Escritoras Suicidas
Marisa Toscana, nascida Ferrara, em Pistoia, Italia, em 26/9/1942. Veio para o Rio de Janeiro ainda criança, refugiada da guerra. Casou-se em 1959, aos 17 anos, com o adido cultural de Luxemburgo no Brasil, que faleceu durante a lua-de-mel em Cap d’Antibes. Pintora de talento, participou de exposição coletiva no Museu de Belas Artes, em 1963. Deixou apenas textos inéditos, entre os quais este, pois nem seus amigos mais íntimos sabiam de sua literatura. Suicidou-se em 12 de setembro de 2001, ao saber da morte de seu amante em New York, atropelado na véspera.
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