Ana Akhmatova
by Juan Zapato
No la llevamos en oscuros amuletos,
ni escribimos arrebatados suspiros sobre ella,
no perturba nuestro amargo sueño,
ni nos parece el paraíso prometido.
En nuestra alma no la convertimos
en objeto que se compra o se vende.
Por ella, enfermos, indigentes, errantes
ni siquiera la recordamos.
Sí, para nosotros es tierra en los zapatos.
Sí, para nosotros es piedra entre los dientes.
Y molemos, arrancamos, aplastamos
esa tierra que con nada se mezcla.
Pero en ella yacemos y somos ella,
y por eso, dichosos, la llamamos nuestra.
Ana Akhmatova©
Rusia – 1889 – 1966. Ana Andreyevna Gorenko cambió su nombre
de familia (Anna Andreievna Gorenko) cuando empezó a escribir y tomó de sus
ancestros maternos el de Ajmátova, descendientes al parecer del Khan Ajmat, el
último príncipe tártaro de la Horda de Oro. Esta fantasía genealógica coincide
con el fondo indómito, áspero y apasionado de su temperamento. Pero su
formación, como todo poeta ruso, la recibe de Pushkin: esa escuela de sobria
alegría, elegancia y humanidad. Si a esta primera y doble vertiente de su
sensibilidad añadimos la resonancia grave y melancólica de los versos de Blok y
de Annensky, la huella dostoyevskiana de la prosa rusa del siglo XIX y la
clásica claridad de los acmeístas, tendremos una imagen del linaje poético de
“Ana de todas las Rusias”.
Su nombre es inseparable del de Osip Mandelstam, lo cual
basta para saber que ella forma parte de las constelación mayor de la poesía de
todas las épocas".
Junto a Mandelstam encabezó el acmeísmo, movimiento
artístico de principios del siglo XX que, en oposición al simbolismo,
preconizaba el uso de un lenguaje poético que contuviera significados exactos.
Las primeras composiciones líricas de Ajmátova, Atardecer (1912) y El rosario
(1914) utilizan imágenes concretas para presentar detalles íntimos. Las obras
posteriores, como Anno domini MXMXXI (1922 ), introdujeron temas patrióticos,
pero no apaciguaron a los críticos soviéticos, que consideraban a los acmeístas
demasiado personalistas. No volvió a publicar más poemas hasta 1940, fecha de
publicación de Iva (Sauce). Su poema Requiem (1935-1940) no se publicó en la
antigua URSS hasta 1987, ya que por su temática, una elegía por los prisioneros
de Stalin, fue considerado demasiado polémico. Sin embargo, durante la última
década de su vida escribió varios poemas caracterizados por la gran belleza de
su imaginería visual. Entre ellos está su autobiográfico Poema sin héroe
(1962).
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