La poesía es la memoria de los pueblos y una de sus
funciones, quizá la primordial, es precisamente la transfiguración del pasado
en presencia viva. La poesía exorciza el pasado; así vuelve habitable al
presente. Todos los tiempos, del tiempo mítico largo como un milenio a la
centella del instante, tocados por la poesía, se vuelven presente. Lo que pasa
en un poema, sea la caída de Troya o el abrazo precario de los amantes, está
pasando siempre. El presente de la poesía es una transfiguración: el tiempo
encarna en una presencia. El poema es la casa de la presencia. Tejido de
palabras hechas de aire, el poema es infinitamente frágil y, no obstante,
infinitamente resistente. Es un perpetuo desafío a la pesantez de la historia.
// Octavio Paz
Nenhum comentário:
Postar um comentário