"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario
verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en
un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes
dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y
tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. (...) En esas
condiciones, hay que tener una gran dosis de humanidad, una gran dosis de
sentido de la justicia y de la verdad para no caer en extremos dogmáticos, en
escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas. Todos los días hay que
luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos
concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización.
CHE GUEVARA
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