Si el cuerpo que me das para el combate
se desnuda de galas y atavíos.
Si el volumen que irradia entre los ríos
es materia que tiembla y se debate
entre el dolor y el goce, pues su guerra
es membrana o pulmón o dulce espina.
Yo no sé si dejarlo allá en su esquina
tras el alma aferrándose a la tierra.
¿No será el abandono su destino
cuando el alma lo encuentra en los zarzales
con la misma pasión con que lo invoca?
Ese cuerpo que empujas al camino
y al punto se entreteje en sus eriales,
arderá con el eco de tu boca.
©Antonio Arroyo Silva
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