woodyEl profesor Kugelmass, quien dictaba clases de
Humanidades en el City College, estaba infelizmente casado por segunda vez. Su
esposa, Dafne Kugelmass, era una idiota. El también tenía dos hijos tontos de
su primera esposa, Flo, y estaba hasta el cuello de deudas ocasionadas por los
costos de la separación y manutención de los niños.
“¿Acaso yo sabía que las cosas iban a salir tan mal?”, se
lamentó un día Kugelmass dirigiéndose a su analista. “Dafne era muy
prometedora. ¿Quién podría sospechar que ella iba a abandonarse y a engordar
como tonel? Además, ella tenía algunos dolarillos, lo que no es – por supuesto
– razón suficiente para contraer nupcias pero tampoco viene mal, teniendo en
cuenta los problemas “operativos” que tengo. ¿Entiende lo que le digo?
Kugelmass era calvo y tan peludo como un oso, pero tenía un
gran corazón.
“Tengo que buscarme otra mujer”, agregó. “Necesito tener un
affaire. Es posible que no sea un buen partido pero soy un hombre que necesita
vivir un romance.
Necesito sentir ternura, coquetear con alguien. Estoy
envejeciendo y por ello es muy tarde para sentir el deseo de hacer el amor en
Venecia, burlarse el uno del otro en el “21″ e intercambiar miradas tímidas
sobre una copa de vino tinto a la luz de las velas. ¿Entiende lo que le digo?’’
El Dr. Mandel se movió en la silla y dijo: “No resolverá
nada con una aventura amorosa. Usted es muy poco realista. Sus problemas son
mucho más graves”.
“Debo tener una relación muy discreta”, seguía pensando en
voz alta Kugelmass. “No puedo darme el lujo de divorciarme por segunda vez.
Dafne me lo echaría en cara”
“Sr. Kugelmass – ”
“Sin embargo, no puede ser con nadie del City College porque
Dafne también trabaja allí. De hecho, ninguna profesora de esa universidad vale
gran cosa; sin embargo, alguna de las estudiantes …”
“Sr. Kugelmass – ”
“Ayúdeme. Anoche tuve un sueño. Estaba en una pradera y de
pronto me puse a saltar con una cesta de comida y la cesta tenía un letrero que
rezaba “Opciones”. Luego me di cuenta de que la cesta tenía un agujero”.
“Sr. Kugelmass, lo peor que puede hacer es representar de
esa forma sus inhibiciones. Usted debe limitarse a expresar sus sentimientos
para que los analicemos en conjunto. Usted ha estado en tratamiento el tiempo
suficiente como para saber que no hay remedios instantáneos. Después de todo,
soy un analista, no un mago”.
“Entonces, tal vez lo que necesite sea un mago”, dijo Kugelmass,
levantándose de su asiento. Y con ello puso fin a su terapia.
Algunas semanas después, Kugelmass y Dafne se hallaban
deprimidos en su apartamento como dos viejos muebles. De pronto, sonó el
teléfono. Era de noche.
“Yo atiendo”, dijo Kugelmass. “Aló”.
¨Kugelmass?, se oyó al otro lado del teléfono. “Kugelmass,
le habla Persky”.
“¿Quién?”
“Persky, ¿o debería decir “El Gran Persky?”
¿Perdón?
“He sabido que anda en búsqueda de un mago que le de una
nota exótica a su vida. ¿No es así?”
“Chis!, susurró Kugelmass. “No cuelgue. ¿De dónde llama,
Sr. Persky?”
Al día siguiente, por la tarde, Kugelmass subió por las
escaleras de un decrépito edificio de apartamentos situado en el área de
Bushwick, Brooklyn. Aguzando la mirada para romper la oscuridad del pasillo,
Kugelmass finalmente encontró la puerta que buscaba y tocó el timbre. Voy a
lamentarlo, pensó para sí.
Segundos después, era recibido por un hombre pequeño,
delgado, con una mirada vidriosa.
¿Usted es Persky, el Grande?, dijo Kugelmass.
“El Gran Persky. ¿Quiere una tasa de té?
“No. Quiero vivir un romance. Quiero sentir la música, el
amor y la belleza”.
“Pero no quiere tomar té. ¿Ah? Es raro. Muy bien, tome
asiento”.
Woody Allen
by Juan Zapato
Leer más de este artículo
Juan Zapato | marzo 22, 2012 at 9:59 pm | Etiquetas:
Cuentacuentos, Escritores norteamericanos contemporáneos, Juan Zapato el último
habitante en La Torre de Babel, Woody Allen en el Blog de Juan Zapato |
Categorías: Libros, Literatura, Literatura norteamericana, Literature, Oficio
de escritor, Woody Allen | URL: http://wp.me/p5c8l-Gr
Nenhum comentário:
Postar um comentário