Señora:
Justo cuando millones de arruinados por las políticas del
FMI en Grecia, Portugal, España e Italia se enteraban de su gloriosa subida de
sueldo en un 11%, quedando así con ingresos anuales de 323.485 euros, más una
contrapartida de 57.912 euros libres de impuestos y de justificación, salvo la
exigencia de respeto a “estándares éticos” que nadie sabe en qué consisten,
justo en ese momento llegan sus muchachos a España con un rosario de nuevas
exigencias salvadoras de la economía española.
Sus emisarios son portadores de esos “estándares éticos”,
los mismos que arruinaron a Grecia mediante informes antojadizos, fraudulentos,
inexactos y perversos, tal como usted misma reconoció en un informe
“confidencial” publicado por The Wall Street Jornal el pasado 5 de junio, en el
que de la manera más fría, vil y cobarde, es decir con el lenguaje propio del
espolón del capitalismo en su expresión más inhumana, porque eso es
precisamente el FMI que usted dirige, aludía a los no previstos daños que la
políticas de austeridad impuestas causarían a la economía griega. Hundir un
país y pedir aplausos. En eso consisten los “estándares éticos” del FMI.
Y ahora sus muchachos, como los magos de los peores circos,
sacan de la chistera una serie de medidas para aumentar aún más el padecimiento
y la pobreza de millones de españoles. Bajo el eufemismo de “aumentar la
flexibilidad interna” el FMI propone “el uso de nuevos instrumentos para que
las empresas se ajusten modificando las condiciones laborales y no mediante
despidos”. Los más de seis millones de parados de España le dan las gracias,
señora Lagarde, pero no pretenda que también le besen la mano por la indicación
de reducir salarios y de pervertir cada vez más la naturaleza de los contratos.
Para “mejorar la competencia o competitividad” el FMI
propone y dispone “una ley de unidad de mercado ambiciosa y reducir las
barreras regulatorias que impiden el crecimiento de las empresas”. Es decir,
menos presencia del Estado, mayores facilidades para la evasión fiscal de los
empresarios, menos seguridad laboral, menos prestaciones sociales. Señora, esto
se llama capitalismo puro y duro, y nos retrotrae a los tiempos de la
acumulación capitalista primitiva que, como usted debe saber, genera
contradicciones sociales que solamente se resuelven con revoluciones.
Como novedad a sus imposiciones para “mejorar la
competitividad” agregan un “eliminar la indexación de los precios públicos”.
Supongo señora, que cuando los genios a su mando inventaron el verbo “indexar”
una ola de orgasmos sacudió hasta los cimientos del FMI. Era más simple decir
“no sacar a bolsa los precios públicos”, porque usted, los suyos, y los
millones de jodidos por sus políticas de dominación imperialistas sabemos que
la bolsa no es un reflejo fiel de la economía. La bolsa solamente refleja los
niveles de pérdidas y ganancias de los intereses capitalistas que representa.
¿Y cuáles son esos precios públicos? Señora, usted, los suyos y los jodidos
sabemos que el FMI está haciendo referencia al valor del conjunto de bienes
estatales que conforman, por ejemplo, la infraestructura sanitaria de un
Estado. Al “desindexar” estos precios públicos el FMI pretende reducir a cero
el valor de todos los hospitales e infraestructura sanitaria de un país, y de
esa manera se privatiza la salud, o la educación, para “salvarlas” porque no
valen nada.
Sus muchachos, señora Lagarde, sacan de la chistera un
“pacto por el empleo” que básicamente consiste en : los empresarios se
comprometen a crear empleo a cambio de la aceptación por los sindicatos de una
“significativa moderación salarial”. Esto, señora, se llama lisa y llanamente
chantaje. O trabajan por menos o no hay trabajo. Pero está bien pensado
conforme a las intenciones no dichas por el FMI: si después de congelaciones
salariales y de pensiones, de rebajas de salarios y pensiones, de eliminación
de los décimo tercer y décimo cuarto sueldo, de subidas del impuesto a los
salarios, los sindicatos aceptaran otra “moderación salarial” perderían toda su
razón de ser, desaparecerían como organizaciones de clase, y como usted, los
suyos, yo y los jodidos sabemos, ése es uno de los grandes objetivos del FMI o
Internacional de los Patrones.
Sus muchachos, señora Lagarde, son inagotables, con una
frenética obsesión similar a la febril animación sexual que caracterizó a su
predecesor en el cargo, Dominique Strauss Kahn, sacan de la chistera joyas como
la aprobación de incentivos fiscales a los empresarios, manifestadas en rebajas
a la seguridad social –pensiones señora Lagarde- que serían compensadas por
incrementos del IVA a medio plazo. Es decir, una vez más todo el peso de las
“reformas” caería sobre los ciudadanos, sobre los trabajadores, sobre los más
vulnerables.
Y cuando sus muchachos sacan pecho es al afirmar que “ el
organismo (FMI) aplaude la propuesta del comité de expertos (del FMI) que prevé
pensiones más bajas si no se buscan nuevas vías de ingreso para la seguridad
social”. Señora; usted gana casi medio millón de euros al año y a los suyos
tampoco les va mal, así que es incomprensible que todavía no entiendan que no
se necesita ningún comité de expertos para saber que la única vía de ingresos
de la seguridad social se da a través del trabajo, es fruto directo del
trabajo. A ese “aplauso” sólo le faltó indicar que se convertirá en ovación en
día en que, sin ningún eufemismo identifiquen “las otras vías de ingresos”, y
que se llama privatización de los sistemas de pensiones.
Señora, soy uno de tantos que trabaja y paga sus impuestos
por una cuestión de solidaridad social. No percibo como es su caso una cantidad
nada despreciable de casi sesenta mil euros libres de impuestos como un extra a
su defensa cerril del capitalismo en su expresión más feroz. Tampoco cobro una
jugosa pensión, como sucede con el inefable “DSK”, y mi “estandar ético”
consiste en hacer bien mi trabajo sin explotar a nadie, no como otro de los
altos ex directivos del FMI, Rodrigo Rato, cuya experiencia en la organización
que usted dirige le sirvió para hundir al mayor banco español, Bankia, y de
paso estafar a cientos de miles de pequeños ahorradores que vieron convertidas
sus libretas de ahorros en acciones fraudulentas pese a la valoración que hizo
de éstas el “index”. Por todo esto tengo autoridad para escribirle esta carta y
exigirle que saque a sus muchachos de España, Portugal, Grecia, Italia, que los
saque de toda América Latina y de África, pues si no se van voluntariamente y
para siempre, los sacaremos a patadas.
Luis Sepúlveda
20
de junio de 2013
fonte : le Monde Diplomatique . Chile
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