En el camino de regreso, caminando sierra arriba, Carlos siguió leyendo.
No podía desprenderse de esta historia de horror y de bravura. El personaje
central del libro era un hombre que había sabido cumplir su palabra. Al llegar
a la aldea, Carlos anunció, eufórico: -¡Por fin tenemos nombre! Y leyó el
libro, en voz alta, para todos. La tropezada lectura le ocupó casi una semana.
Después, las ciento cincuenta familias votaron. Todas por sí. Con bailares y
cantares se selló el bautizo. Ahora tienen cómo llamarse. Esta comunidad lleva
el nombre de un hombre digno, que no dudó a la hora de elegir entre la traición
y la muerte. -Voy para Salvador Allende dicen, ahora, los caminantes.
Eduardo Galeano .
Memorias Del Fuego
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