Atesoro los bienes de este mundo
como prendas del otro que me espera.
Sé que mi dividendo es infecundo:
reboza desamparo mi cartera.
Sudo frío y me toman por astuto,
por desprecio persigo la riqueza.
Palpo en cada moneda el absoluto,
leo en la muerte como en un poema.
Y mido las palabras, cuento sílabas
como centavos o como minutos.
Almaceno los restos de la vida
(guardo una perla en mis dedos enjutos).
Es avidez, es ambición, codicia.
Y no es nada, es el miedo diminuto
de un Dios que en mí esconde su avaricia
y yo, inconcluso, ayuno y acumulo.
Por su culpa y su abuso yo calculo
los días que me faltan en la cuenta,
la incertidumbre de metal la cubro,
y sólo acopio huesos y promesas.
Alfredo Fressia
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