(Georges Brassens)
Quitarme el sombrero: eso jamás ante una dama.
Hoy le hago piruetas y mucho más cuando me llama.
Fui un perro feroz, me da de comer en su manito
y mis dientes largos los convirtió en dientecitos.
Por una muñeca me hice chiquito
al acostarla cierra los ojos.
Por una muñeca me hice chiquito,
dice mamá cuando la toco.
Yo fui un desalmado y me transformó
esta mosquita, caí calentito doradito en su boquita,
dientes de pequeña al sonreír y cuando canta colmillos
de loba, si se enoja a mí espanta.
Yo acepto su ley y me porto bien bajo su imperio
aunque sea celosa que es de temer y no hay remedio.
Una lolita que me pareció mucho más bella,
la pobre lolita hasta ahí llegó, la mató ella.
Los magos que leen el porvenir, ya me lo han dicho:
sus brazos en cruz serán el altar de mi suplicio.
Mejores las hay, peores tal vez, al fin y al cabo.
Que me cuelgue aquí, que me cuelgue allá, moriré ahorcado.
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