Las nuevas pantuflas rosas de mi /mujer
tienen unos alegres pompones.
Ni una sola mancha, ni una mota
en su puntera de raso o en los late /rales.
Por la noche descansan juntas
bajo su lado de la cama.
Por la mañana, entre tiritones,
las entreveo y me sonrío.
Más tarde las miro
bajar por la escalera,
pasar apresuradas por las puertas
y trajinar en torno a la mesa,
moviéndose con decisión
¡y con un bamboleo
de sus alegres pompones!
Y colmado de felicidad hablo con /ellas
en mis adentros.
William Carlos Williams
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