domingo, 2 de agosto de 2015


La riqueza y el reparto,
las ganancias y el trabajo.
Los extremos que se alejan:
Se acumula la riqueza
y se abarata la pobreza.

La riqueza que trastorna
y la pobreza que reclama.

Y en los templos bendiciendo
al creador de los mercados:
No es pecado acumular lo innecesario,
el pecado es ser un pobre que violente la armonía
entre pocos poderosos y los humanos marginados.

Y la vida es una sola con su muerte inevitable
en riqueza acumulada o pobreza lamentable.
¿Dónde existe inteligencia?
¿En los perros, los delfines o las aves?

Ah, esta forma tan "humana" de perderse
lo sublime por comprar lo miserable.


Guzmán Lavenant

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