terça-feira, 9 de junho de 2020

Cruzó bajo la luna




Cruzó bajo la luna y las estrellas,
me vio pasar y suspiró. Sus bellas
pupilas sobre mí se detuvieron,
y mis pies temblorosos ascendieron
en la paz del retiro,
al alado corcel de aquel suspiro.
Y raudo cabalgué sin dejar huellas
lejos de mí en vertiginoso giro:
¡más allá de la luna y las estrellas
sobre el raudo corcel de aquel suspiro!

José P. H. Hernández. PRo


Del bestiario mexicano



I

En el norte de México acostumbran poner a los gallos en lo alto de un templete, para que no se los coman los coyotes. Desde su mirador, el gallo va y viene, y mira de reojo al coyote que se va acercando con un airecillo bondadoso:

—Buenos días, hermano gallo.

—Buenos días, hermano coyote.

—¿Qué haces ahí trepado?

—Ya lo ves, tomando el sol.

—¿Por qué no bajas un rato a “platicar” conmigo?

—No me atrevo, ¡no vaya a pasarme “alguna cosa”!

—¿Qué puede sucederte? Si desconfías de mí, acuérdate de que ya el león, el rey de la selva, acaba de dictar una ley ordenando que ningún animal le haga daño a otro. ¡Anda, baja, no tengas miedo!

—No me atrevo…

—¡Pero si la nueva ley te ampara!

—No creas, hermano: hay cabrones que ni la ley respetan.

II

-¿Adónde con tanta prisa, hermano chango? ¿Por qué corres así?

-Voy a esconderme, hermano tejón.

-¿Por qué?

-El rey de la selva acaba de ordenar que maten a todos los elefantes.

-Sí, ¡pero tú eres mono y no elefante!

-Cierto, pero mientras lo averiguan, me chingan.

(Y siguió corriendo.)

                                                                                             FIN

Alfonso Reyes (1889-1959).Mx