Elías Canetti
MI RECUERDO más remoto está bañado de rojo. Salgo por una
puerta en brazos de una muchacha, ante mí el suelo es rojo y a la izquierda
desciende una escalera igualmente roja. Frente a nosotros, a la misma altura,
se abre una puerta y aparece un hombre sonriente que viene amigablemente hacia
mí. Se me aproxima mucho, se detiene, y me dice: "¡Enseña la
lengua!". Yo saco la lengua, él palpa en su bolsillo, extrae una navaja,
la abre y acercando la cuchilla junto a mi lengua dice: "Ahora le cortaremos
la lengua". No me atrevo a retirar la lengua, él se acerca cada vez más
hasta rozarla con la hoja. En el último momento retira la navaja y dice:
"Hoy todavía no, mañana". Cierra la navaja y la guarda en su
bolsillo.
Cada mañana cruzamos la puerta y salimos al corredor rojo,
se abre la puerta y aparece el hombre sonriente. Sé qué es lo que va a decir y
espero su orden para mostrar la lengua. Sé que me la cortará y cada vez tengo
más miedo. Así comienza el día, y la historia se repite muchas veces.
Guardo esto para mí y es sólo mucho más tarde que se lo
menciono a mi madre. De color rojo sólo recuerda la pensión de Karlsbad, donde
había pasado el verano de 1907 con mi padre y conmigo. Habían traído para el
pequeño de dos años una niñera de Bulgaria, una muchacha que no tenía quince
años de edad. Todas las mañanas salía temprano con el niño en brazos, hablaba
sólo búlgaro, pero se encontraba a gusto en la animación de Karlsbad y
regresaba siempre puntualmente con el pequeño. Una vez la vieron en la calle
con un joven desconocido; no sabe qué decir de él, una relación casual. Tras
pocas semanas se comprueba que el joven ocupa la habitación frente a la
nuestra, al otro lado del corredor. A veces la muchacha corre a su encuentro
durante la noche. Mis padres se sienten responsables por ella y la envían
inmediatamente a Bulgaria.
Ambos, la muchacha y el joven, salían siempre de casa a
primera hora, así debió tener lugar el primer encuentro, así debió comenzar
todo. La amenaza del cuchillo surtió efecto, el niño guardó silencio durante
diez años.
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31/12/2010