terça-feira, 29 de maio de 2012

La casa de Molière

A fines de los años cincuenta, cuando vine a vivir a París, aunque uno fuera paupérrimo podía darse el lujo supremo de un buen teatro, por lo menos una vez por semana. La Comédie Française tenía las matinés escolares, no recuerdo si los martes o los jueves, y esas tardes representaba las obras clásicas de su repertorio. Las funciones se llenaban de chiquillos con sus profesores, y las entradas sobrantes se vendían al público muy baratas, al extremo de que las del ‘gallinero’ –desde donde se veía sólo las cabezas de los actores– costaban apenas cien francos (pocos centavos de un euro de hoy). Las puestas en escena solían ser tradicionales y convencionales, pero era un gran placer escuchar el cadencioso francés de Corneille, Racine y Molière (sobre todo el de este último), y, también, muy divertido, en los entreactos, escuchar los comentarios y discusiones de los estudiantes sobre las obras que estaban viendo.



Desde entonces me acostumbré a venir regularmente a la Comédie Française y lo he seguido haciendo a lo largo de más de medio siglo, en todos mis viajes a París: Francia ha cambiado mucho en todo este tiempo, pero no en la perfecta dicción y entonación de estos comediantes que convierten en conciertos las representaciones de sus clásicos.



Vine también ahora y me encontré con que la Gran Sala Richelieu estaba cerrada por trabajos en la cúpula que tomarán todavía más de un año. Para reemplazarla se ha construido en el patio del Palais Royal un auditorio provisional muy apropiadamente llamado el Théâtre Éphémère. El local es precario, el frío siberiano de estos días parisinos se cuela por los techos y rendijas y los acomodadores (nunca había visto algo semejante) nos reparten a los ateridos y heroicos espectadores unas gruesas mantas para protegernos del resfrío y la pulmonía. Pero todos esos inconvenientes se esfuman cuando se corre el telón, comienza el espectáculo y el genio y la lengua de Molière se adueñan de la noche.



Se representa Le Malade imaginaire, la última obra que escribió Jean-Baptiste Poquelin, que haría famoso el nombre de pluma de Molière, y en la que estaba actuando él mismo la infausta tarde del 17 de febrero de 1673, en el papel de Argan, el enfermo imaginario, víctima de lo que los fisiólogos de la época llamaban deliciosamente “la melancolía hipocondríaca”. Era la cuarta función y el teatro llamado entonces del Palais Royal estaba repleto de nobles y burgueses. A media representación el autoritario y delirante Argan tuvo un acceso de tos interminable que, sin duda, los presentes creyeron parte de la ficción teatral. Pero no, era una tos real, cruda, dura e inesperada. La función debió suspenderse y el actor, llevado de urgencia a su casa vecina con una vena reventada por la violencia del acceso, fallecería unas cuatro horas después. Había cumplido cincuenta y un años y, como no tuvo tiempo de confesarse, los comediantes de la compañía formada y dirigida por él, junto con su viuda, debieron pedir una dispensa especial al arzobispo de París para que recibiera una sepultura cristiana.



Buena parte de esos 51 años de existencia se los pasó Molière viviendo no en la realidad cotidiana sino en la fantasía y haciendo viajar a sus contemporáneos –campesinos, artesanos, clérigos, burócratas, comerciantes, nobles– al sueño y la ilusión. Las milimétricas investigaciones sobre su vida de ejércitos de filólogos y biógrafos a lo largo de cuatro siglos arrojan casi exclusivamente las idas y venidas del actor J.B. Poquelin a lo largo de los años por todas las provincias de Francia, actuando en plazas públicas, patios, atrios, palacios, ferias, jardines, carpas, y, luego de su instalación en París, escribiendo, dirigiendo y encarnando a los personajes de obras suyas y ajenas de manera incesante. Y, cuando no lo hacía, contrayendo o pagando deudas de los teatros que alquilaba, compraba o vendía, de tal modo que, se puede decir, la vida de Molière consistió casi exclusivamente –además de casarse con una hija de su amante y producir de paso unos vástagos que solían morirse a poco de nacer– en vivir y difundir unas ficciones que eran unos espejos risueños y deformantes, y, a veces, luciferinamente críticos de la sociedad y las creencias y costumbres de su tiempo.



Llegó a ser muy famoso y considerado por unos y otros el más grande comediante de la época, insuperable en el dominio de la farsa y el humor, pero, detrás de la risa, la gracia y el ingenio que a todos seducían, sus obras provocaron a veces violentas reacciones de las autoridades civiles y eclesiásticas –el Tartufo fue prohibido por ambas en varias ocasiones– y el propio Luis XIV, que lo admiraba e invitó a su compañía a actuar en Versalles y en los palacios de París y alrededores ante la corte, y fue a menudo a aplaudirlo al teatro del Palais Royal, se vio obligado también en dos ocasiones a censurar las mismas obras que en privado había celebrado.



El enfermo imaginario no tiene la complejidad sociológica y moral del Tartufo, ni la chispeante sutileza de El avaro, ni la fuerza dramática de Don Juan, pero entre el melodrama rocambolesco y la leve intriga amorosa hay una astuta meditación sobre la enfermedad y la muerte y la manera como ambas socavan la vida de las gentes.



Cuando escribió la obra, estaba de moda –él había contribuido a fomentarla– incorporar a las comedias números musicales y de danza –el propio Rey y los príncipes acostumbraban a acompañar a los bailarines en las coreografías– y la estructura original de El enfermo imaginario es la de una opereta, con coros y bailes que se entrelazan constantemente con la peripecia anecdótica. Pero en este excelente montaje del fallecido Claude Stratz, esas infiltraciones de música y ballet se han reducido, con buen criterio, a su mínima expresión.



Paso dos horas y media magníficas y, casi tanto como lo que ocurre en el escenario, me fascina el espectáculo que ofrecen los espectadores: su atención sostenida, sus carcajadas y sonrisas, el estado de trance de los niños a los que sus padres han traído consigo abrigados como osos, las ráfagas de aplausos que provocan ciertas réplicas. Una vez más compruebo, como en mis años mozos, que Molière está vivo y sus comedias tan frescas y actuales como si las acabara de escribir con su pluma de ganso en papel pergamino. El público las reconoce, se reconoce en sus situaciones, caricaturas y exageraciones, goza con sus gracias y con la vitalidad y belleza de su lengua.



Viene ocurriendo aquí hace más de cuatro siglos y ésa es una de las manifestaciones más flagrantes de lo que quiere decir la palabra civilización: un ritual compartido, en el que una pequeña colectividad, elevada espiritual, intelectual y emocionalmente por una vivencia común que anula momentáneamente todo lo que hay en ella de encono, miseria y violencia y exalta lo que alberga de generosidad, amplitud de visión y sentimiento, se trasciende a sí misma. Entre estas vivencias que hacen progresar de veras a la especie, ocupa un papel preponderante aquello a lo que Molière dedicó su vida entera: la ficción. Es decir, la creación imaginaria de mundos donde podemos refugiarnos cuando aquel en el que estamos sumidos nos resulta insoportable, mundos en los que transitoriamente somos mejores de lo que en verdad somos, mundos que son el mundo real y a la vez mundos soberanos y distintos, con sus leyes, sus ritmos, sus valores, su música, sus ideas, sostenidos por una conjunción milagrosa de la fantasía y la palabra.



Pocos creadores de su tiempo ayudaron tanto a los franceses, y luego al mundo entero, como el autor de El enfermo imaginario, a salir de los quebrantos, las infamias, la coyunda y las rutinas cotidianas y a transformar las amarguras y los rencores en alegría, esperanza, contento, a descubrir la solidaridad y la importancia de los rituales y las formas que desanimalizan al ser humano y lo vuelven menos carnicero. La historia, más que una lucha de religiones o de clases, ha opuesto siempre esos pequeños espacios de civilización a la barbarie circundante, en todas las culturas y las épocas y a todos los niveles de la escala social. Uno de esos pequeños espacios que nos defienden y nos salvan de ser arrollados del todo por la estupidez y la crueldad oceánicas que nos rodean es éste que creó Molière en el corazón de París y no hay palabras bastantes en el diccionario para agradecérselo como es debido.



París, febrero de 2012

Mario Vargas Llosa

Fonte– LA REPÚBLICA. Lima.Domingo, 12 de febrero de 2012

sábado, 26 de maio de 2012

Una furtiva lacrima

Una furtiva lagrima
Negli occhi suoi spunto:
Quelle festose giovani
Invidiar sembro.
Che piu cercando io vo?
Che piu cercando io vo?
M'ama! Sì, m'ama, lo vedo, lo vedo.
Un solo instante i palpiti
Del suo bel cor sentir!
I miei sospir, confondere


Per poco a' suoi sospir!
I palpiti, i palpiti sentir,
Confondere i miei coi suoi sospir
Cielo, si puo morir!
Di piu non chiedo, non chiedo.
Ah! Cielo, si puo, si puo morir,
Di piu non chiedo, non chiedo.
Si puo morir, si puo morir d'amor.

Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos,
van marcando mi retorno.
Son las mismas que alumbraron,
con sus pálidos reflejos,
hondas horas de dolor.
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor.
La vieja calle donde el eco dijo:
"Tuya es su vida, tuyo es su querer",
bajo el burlón mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver.

Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.

Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenen mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.

Volver,
con la frente marchita,
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir, que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir,
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo,
que lloro otra vez.

Mano a mano

Letra de Celedonio Esteban Flores
Musica de Carlos Gardel
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letra de esta interpretación
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Rechiflao en mi tristeza, que es lo primero que has sido,
en mi pobre vida paria sólo una buena mujer,
tu presencia de bacana puso calor en mi nido,
fuiste buena, consecuente y yo sé que me has querido
como no quisiste a nadie, como no podrás querer.

Se dio el juego de remanye cuando vos, pobre percanta,
gambeteabas la pobreza en la casa de pensión,
hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta,
los morlacos del otario los tirás a la marchanta
como juega el gato maula con el mísero ratón.

Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones,
te engrupieron los otarios, las amigas, el gavión,
la milonga entre magnates con sus locas tentaciones
donde triunfan y claudican milongueras pretensiones
se te ha entrado muy adentro en el pobre corazón.

Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado,
no me importa lo que has hecho, lo que haces y lo que harás.
los favores recibidos creo habértelos pagado
y si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado
en la cuenta del otario que tenés se la cargás.

Mientras tanto que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros,
sean una larga fila de riquezas y placer,
que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos
que te abrás en las paradas con cafishios milongueros,
y que digan los muchachos.Es una buena mujer

Y mañana, cuando seas descolado mueble viejo
y no tengas esperanzas en el pobre corazón,
si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo,
acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo
pa ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión

Por entonces la Corporación Argentina de Films importaba la tecnología de banda de sonido incorporada, el sistema movietone. Aquí la pista sonora estaba incorporada a la película y evitaba los inconvenientes de sincronización de los sistemas anteriores -El mismo equipamiento será empleado por la empresa Cinematográfica Valle, del cineasta documentalista Federico Valle, asociado al actor-director y productor ejecutivo Eduardo Morera, el productor capitalista Francisco Canaro y José Razzano, apoderado legal de Gardel, para la filmación de una serie de cortos musicales en 1930

sábado, 19 de maio de 2012

Linhas de força de um gênio

A chegada às livrarias da Ficção Completa de Bruno Schulz (1892-1942), em tradução direta do polonês, renova o interesse por sua obra, que discute a preservação da ordem do mundo

18 de maio de 2012

UBIRATAN BRASIL – O Estado de S.Paulo

Mago que sabia transformar tudo em poesia, o polonês Bruno Schulz deixou uma obra curta mas intensa o suficiente para provocar a sensação de deslocamento e de falta de chão. As observações são de Henryk Siewierski, professor do Departamento de Teoria Literária da Universidade de Brasília, mestre em filologia polonesa e doutor pela Universidade de Cracóvia, responsável pela tradução de Ficção Completa, volume lançado pela Cosac Naify no qual estão reunidos Lojas de Canela e Sanatório Sob o Signo da Clepsidra, livros de contos editados pela Imago nos anos 1980, além de quatro textos curtos inéditos no Brasil.

Escritor absolutamente original, além de inspirado desenhista, Schulz consegue vencer, na visão de Siewierski, a comparação com Kafka, autor de quem se distancia pela exuberante prosa poética, que contrasta com o estilo menos ousado do ficcionista checo. Fiel à investigação da palavra, Schulz construiu uma obra nutrida por um triângulo de culturas, a polonesa, a judaica e a alemã, com as quais conviveu intimamente até ser morto por um oficial nazista, em 1942. Sobre a difícil, mas fascinante, tarefa de traduzir direto do polonês o conjunto de escrito, Siewierski conversou com o Sabático.

A ficção de Schulz é muito comparada à de Kafka, como se observa em muitos ensaios. Você considera justa essa comparação? Como distingui-los?

Essas comparações resultam mais da vontade de situar Bruno Schulz num determinado contexto histórico e geográfico do que de uma análise da sua ficção. Porque apesar de certas convergências temáticas, são os universos e estilos artísticos bem diferentes. A exuberância poética da ficção de Schulz e seu riquíssimo imaginário divergem do estilo protocolar da prosa kafkiana. Se procurarmos as convergências, elas podem ser encontradas sim, mas no plano que aproxima os escritores cujas obras têm caráter universal, pela intensidade com que enfrentam o mistério da vida humana e sua inserção no drama da história. No seu posfácio à primeira tradução do Processo em polonês, o próprio Schulz sinaliza em que poderia consistir o parentesco entre os dois, quando fala que as obras de Kafka são uma realidade autônoma que, além das alusões místicas e religiosas, tem a sua própria vida poética, polissêmica, impenetrável, que nenhuma interpretação pode esgotar.

Existe algum aspecto da ficção de Schulz que você acredita não ser suficientemente enfatizado?

A obra de Schulz é muito estudada, principalmente na Polônia, mas não só. Por exemplo, um dos mais significativos livros sobre ela foi publicado na Suécia, On the Margins of Reality – The Paradoxes of Representation in Bruno Schulz’s Fiction, de Krzysztof Stala. Seria difícil apontar um aspecto da sua prosa que até agora não tivesse despertado o interesse da crítica. A cada dois anos é organizado em Drohobycz, cidade de Schulz, hoje na Ucrânia, um festival e um congresso que reúne os tradutores e estudiosos da sua obra do mundo inteiro. Tive a oportunidade de participar dos dois últimos e observar como é amplo o leque temático e problemático dos estudos schulzianos. Para o congresso deste ano, que ocorrerá em setembro, os organizadores propuseram como tema o pensamento crítico e teórico de Schulz, sua “filosofia da literatura”, considerando este aspecto da sua obra ainda pouco estudado. A “teoria” ou “filosofia” da literatura, embora por ele mesmo nunca sistematizada, pode ser reconstruída, principalmente a partir da sua obra ficcional. Existem também outras fontes como seus ensaios críticos e cartas, sem esquecer dos desenhos que se correspondem com a prosa. Já foi apontada a familiaridade da sua concepção da literatura com a tradição do realismo mágico e/ou maravilhoso. Mas ela talvez merecesse ainda um olhar mais preciso.

O que o senhor diria do senso de humor de Schulz que não é imediatamente evidente, mas que está presente em sua prosa?

Sim, o senso de humor é sem dúvida um dos traços característicos da prosa de Schulz. O humor faz com que a prosa ganhe uma boa dose de poesia. Não foi Edmond Jabès que disse “o humor é poesia, o cômico é prosa”? Vejamos, por exemplo, o conto O Segundo Outono, em que é apresentada uma teoria climatológica do Pai, segundo a qual, o outono tardio, que se prolonga até ao inverno, é o resultado da contaminação do clima pela arte barroca, acumulada nos museus da região. Não deixa de ser uma tentativa de aproximação entre a ciência e a poesia, mas ao mesmo tempo sentimos aqui um piscar de olho do narrador a dizer que este casamento não pode ser tomado muito a sério. Schulz foi um observador atento da ciência contemporânea, e percebia como os físicos e os filósofos do novo século iam aos poucos desmanchar a visão coesa e familiar do universo, situando o homem numa realidade fragmentada e caótica. Mesmo sabendo que não há retorno ao passado, ele procurava, assim como os neognósticos do século 20, reconstruir, unir o que foi desintegrado pela ciência, unir de novo numa estrutura mítica, universal, homens, coisas e signos. Porém, seria difícil considerar Schulz mais um representante da gnose contemporânea, justamente pelo seu distanciamento da seriedade dessas ambições holísticas e pelo caráter não confessional de suas ideias. A sua opção pelo sentido e contra o absurdo parece ter a ver com a convicção de que para salvar o sentido da sua vida, o homem tem que se desprender da seriedade paralisante e mortífera das teorias, e com um senso de humor – que é a poesia -, com uma boa dose de ternura, tentar religar as partes separadas do seu universo. O humor de Schulz tem várias faces, coexiste com o patético e o burlesco, leva ao limite da paródia, é lírico, mas também interage com a ironia tão presente na sua obra. Numa carta ao colega Stanislaw Witkiewicz, ele diz que nos seus livros reina “um clima próprio dos bastidores, atrás da cena, onde os atores, tirando os seus trajes, morrem de rir ao pensarem no patético dos seus papéis”.

Quais são os perigos e as armadilhas da tradução de sua obra em português? Qual o risco de perda de um tradutor?

Mais do que as armadilhas semânticas que aparecem, porque elas sempre aparecem na tradução literária devido às diferenças culturais e linguísticas, neste caso específico foi preciso ficar especialmente atento ao ritmo. Os períodos sintáticos longos compostos de orações subordinadas, ramificadas, emaranhadas mantêm-se unidos não só pelos recursos da sintaxe, mas também pelo ritmo, pela musicalidade, e perdê-los seria perder a alma dessa prosa. Outro perigo pode vir da ousadia e da originalidade das construções metafóricas. Elas podem parecer muito estranhas para o leitor da tradução, parecer até um tropeço do tradutor e, ele, pode sucumbir à tentação de domesticar o que é estranho. Mas a graça da tradução não seria justamente levar o leitor a outras regiões do imaginário, mesmo as que cheirassem heresia, fazer com que ele esteja surpreendido assim como é surpreendido o leitor do original? Porém, quando a questão não é só surpreender, mas também encantar, como o faz o original, não há como recorrer aos métodos ou roteiros preestabelecidos, tem que entrar em jogo a intuição e aquilo que é chamado a arte de tradução. Os perigos não faltam, por isso também a dívida que o tradutor tem com os revisores, os verdadeiros parceiros de tradução.

O que seria mais duradouro e convincente da ficção de Schulz?

O mundo desta ficção, bem ancorado na tradição da mitologia e da cultura, se apresenta ao leitor como uma variante própria e inconfundível desta herança. Ela resulta da uma transfiguração dos modelos e poéticas existentes num processo de criação de uma mitologia pessoal, bastante divertida, poeticamente exuberante, repleta de humor e de ironia, mas em que está em jogo a preservação do sentido do mundo diante dos processos de sua desintegração. É o que talvez torne esta ficção duradoura e se não convincente, pelo menos sedutora.

É possível explicar o motivo de Schulz escrever em polonês e não em iídiche?

Sim, é possível, mas se ele escrevesse em iídiche, também não seria difícil explicar o motivo. Na cidade de Lvov, próxima a Drohobycz, havia um meio literário judaico muito dinâmico que antes da 2.ª Guerra produziu muitas obras em iídiche. Por exemplo, a escritora Debora Vogel, amiga de Schulz, escrevia em polonês e em iídiche, e até em hebraico. Havia também escritores judeus que escreviam só em polonês. Schulz participava desse meio, identificava-se com ele, publicava alguns dos seus textos nas revistas judaicas. Ele nasceu e até os 16 anos viveu no império austro-húngaro, numa cidade pequena, mas cosmopolita. A irradiação de Viena fazia com que ele fosse bem familiarizado com a literatura da língua alemã. Falava tão bem alemão como polonês. Mas a identificação com a língua polonesa deve ter sido mais forte, não só porque em sua casa paterna se falava essa língua, mas contavam também a iniciação na sua literatura e cultura e, depois, as intensas relações com o meio literário polonês. Escrever em polonês não o impedia de lembrar e parafrasear o que na tradição judaica era mais significativo e mais universal, como o culto do Livro, como a autoridade do Pai. O trabalho do artista era uma tarefa messiânica que dava continuidade ao Livro. A última obra de Schulz, que se perdeu na guerra e até hoje não foi encontrada, tinha o título de O Messias.

Retorno ao sentido mítico

A gramática particular de Schulz é uma montagem de fragmentos de histórias eternas
18 de maio de 2012

LUIS S. KRAUSZ – O Estado SP

A publicação da obra completa de ficção de Bruno Schulz, que consiste das coletâneas de contos (que também podem ser lidas como romances) Sanatório sob o Signo da Clepsidra e Lojas de Canela, além de quatro contos avulsos, é um acontecimento da maior importância no cenário literário brasileiro. Venerado por escritores como Philip Roth, J.M. Coetzee, Cynthia Ozick e David Grossmann, que a ele dedicaram ensaios e reflexões, Schulz é um dos poucos nomes incontornáveis da literatura do século 20, ao lado de Franz Kafka, James Joyce e Marcel Proust. Mas sua estatura só foi reconhecida fora da Polônia postumamente. Para o pesar de todos que gostam de literatura, seu maior romance, intitulado O Messias, no qual trabalhava quando foi confinado pelos nazistas no gueto de sua cidade natal, Drohobycz (então Polônia, hoje Ucrânia), perdeu-se sob os escombros da 2.ª Guerra Mundial.

Sobreviveram, ainda, uns poucos ensaios, cartas e resenhas – que continuam inéditos em português.
No gueto de Drohobycz, Schulz foi protegido por um oficial alemão, para quem pintava afrescos – pintou, inclusive, um grande painel que decorava o clube da SS. E um rival desse oficial o matou, na rua, como ato de vingança. Seu prematuro desaparecimento representa, portanto, uma dupla tragédia: para além da vida humana que se perdeu da forma mais estúpida, o tiro disparado por este oficial também cravou uma lacuna profunda na literatura universal.

A prosa luminosa de Schulz partilha do poder inefável das antigas fórmulas encantatórias: as palavras, em sua obra de um lirismo absoluto, tornam-se signos de realidades esquecidas, numa poética de alta voltagem, concebida por alguém que partilhava de crenças cuja origem está nas antigas cosmogonias do Oriente Médio – como as cosmogonias bíblica e do antigo Egito – segundo as quais o mundo surgiu a partir da pronúncia de palavras.

Num breve ensaio intitulado A Mitificação da Realidade, Schulz postula que o ofício do escritor é reconduzir as palavras de volta ao seu sentido original, mítico. “A vida da palavra consiste no fato de que ela se espicha, em busca de milhares de associações, assim como o corpo esquartejado de uma serpente lendária cujos pedaços buscam um pelo outro, no escuro”, escreveu este autor de narrativas construídas a partir de pontas e de pedaços de mitos díspares, que criou uma bizarra mitologia do bricabraque, de um grande mercado de pulgas em que elementos das tradições bíblica, clássica, cristã e cabalística se confundem com episódios da vida cotidiana para desvelar realidades surpreendentes.

A mitologia particular de Schulz, então, é uma assemblage de fragmentos de histórias eternas – ou de pedaços de estátuas de deuses. Sua estética barroca, de demolição e de reagrupamento, lhe assegura o caráter sempre moderno, calcado na efemeridade dos significados, na desconstrução de todas as certezas e no movimento constante do princípio poético, representado entre uma forma e outra. O dinamismo inerente a cada palavra, que Schulz liberta, restituindo seu fulgor e vitalidade originais, transforma a leitura de suas obras num retorno ao intangível e ao misterioso, banidos do mundo numa época de amesquinhamento da consciência – que ele denomina nossa “era da pequenez” e à qual contrapõe a perdida “época da genialidade”.

Schulz nasceu há 120 anos, a 12 de julho de 1892, e sua Drohobycz natal era então uma cidade da Galícia, província do Império Austro-húngaro. Foi estudante universitário em Viena e filho de uma geração que acreditava na integração dos judeus no ecúmeno da monarquia habsburga – e que por isso mesmo rompera os laços com a tradição judaica. Forçado a abandonar os estudos de arquitetura por causa da 1.ª Guerra Mundial, tornou-se professor de desenho num colégio da cidade natal. Sua obra pictórica, hoje também bastante divulgada, retrata um universo sinistro cuja origem remonta ao imaginário de Goya.

Mesmo depois do desmembramento do império, em 1918, e da incorporação de Drohobycz à recém-criada república da Polônia, a cidade e boa parte de sua comunidade judaica continuaram como lugares cercados pela efígie do imperador Francisco José I. O império permaneceria na memória de sua família como signo de uma ordem inflexível, portadora de segurança, que foi rapidamente destruída no período entreguerras, tanto pelo desaparecimento das instituições monárquicas quanto pela descoberta de petróleo naquela região, que resultou num boom e colocou em xeque formas consagradas de vida e de sociabilidade. O crepúsculo da velha ordem coincidiu com a falência do comércio de seu pai, incapaz em adaptar-se às novas regras do jogo, precipitou a família na pobreza e levou o pai à loucura. Entrava em cena uma nova classe social, cegada por um projeto econômico tacanho e as consequências disso foram a vulgarização, a reificação e a banalização das relações sociais, bem como a transformação dos rituais solenes da velha classe mercantil num sistema de mero trânsito de mercadorias.

O desaparecimento do caráter na ordem social e sua substituição pelos simulacros vazios delineiam a perturbadora realidade subjacente às narrativas de Schulz onde, não por acaso, os manequins, as aves empalhadas e as figuras de cera são presenças constantes enquanto o pai que definha constela a impossibilidade do retorno das coisas à origem de suas existências. Os expedientes manipulativos que substituíram a dignidade das antigas instituições são por ele contrapostos aos restos de um universo desaparecido, onde cada atividade humana tinha um significado cósmico, isto é, em que cada trabalho era também um “estado”, uma atividade misteriosa, reservada a iniciados e, como tal, um ritual de comunhão com o invisível.

Na estética expressionista de Schulz, a dilatação do tempo e a dissecação dos mínimos gestos são recursos narrativos frequentes. Em suas mãos, um instante transforma-se em metáfora de uma estação inteira. É o que ocorre, por exemplo, no conto Outono, uma meditação sobre os presságios que pairam no ar quando a falência do verão já se torna irreversível, uma memória da era em que a vida transcorria em harmonia com as épocas do ano, e uma constatação da impossibilidade de se capturar o tempo. Em República dos Sonhos, outro dos contos inéditos no Brasil, Schulz contempla o território metafísico que é a fonte de sua poética – um universo cravado às margens do mundo, que é também uma terra prometida e uma cidade celestial, a partir da qual se relativizam todos os termos da realidade. O Cometa, que recorda a passagem do cometa de Halley, em 1910, se volta com ironia mordaz (como Lojas de Canela) sobre o universo da casa paterna, perpassado pelos encantos de uma civilização que não parece ter contradições com a natureza rebelde, mas que está prestes a sucumbir à era dos milagres da tecnologia e ao barateamento dos valores, quando “o condutor elétrico passa a abrir caminho ao coração das mulheres”. A Pátria, de estrutura bem mais tradicional do que as outras narrativas conhecidas de Schulz, tematiza o exílio dos egressos de mundos em extinção e antevê a náusea do assim chamado “mundo desenvolvido”: o protagonista, que subitamente ascende dos porões da nave social para as altas esferas, respira, até enjoar-se, a atmosfera sobrecarregada da prosperidade.

Assim, as diferenças entre a vida sob o signo do mito e a vida profana, sob o signo da moeda, estão no cerne das narrativas de Schulz. É sobre essas disparidades que ele constrói um dos episódios mais queridos de Lojas de Canela, ao comparar a mal-afamada Rua dos Crocodilos, com seus gestos vazios, seu caráter ambíguo e suas fachadas que são caricaturas de si mesmas, aos remanescentes do comércio secreto de um outro tempo. Já as províncias distantes, presas ao imobilismo da sociedade de raiz medieval, descritas em tom nostálgico em O Sanatório sob o Signo da Clepsidra, são signos de uma existência que espelha uma ordem superior, determinada pela experiência do sagrado e por hierarquias imutáveis.

A criação poética de Schulz, assim, é também um ritual de recolha dos escombros gerados pela marcha da história, e um retorno ao mito como forma de reparar aquilo que a humanidade arruinou com o sonho do progresso e a obsessão pelo futuro. Ao preservar o legado de um cosmo intocado pelas forças que acirraram a condição de alienação da humanidade, ele criou antídotos para a malaise de seu tempo – talvez também a do nosso tempo.

LUIS S. KRAUSZ É PROFESSOR DE LITERATURA HEBRAICA E JUDAICA DA UNIVERSIDADE DE SÃO PAULO E AUTOR DE RITUAIS CREPUSCULARES: JOSEPH ROTH E A NOSTALGIA AUSTRO-JUDIACA (EDUSP) E DESTERRO: MEMÓRIAS EM RUÍNAS (TORDESILHAS), ENTRE OUTROS TÍTULOS

An die musik de Schubert

Dietrich Fischer Dieskau

Du holde Kunst, in wieviel grauen Stunden
Wo mich des Lebens wilder Kreis umstrickt,
Hast du mein Herz zu warmer Lieb entzünden,
Hast mich in eine bess’re Welt entrückt,
In eine bess’re Welt entrückt

Oft hat ein Seufzer, deiner Harf’ entflossen,
Ein süsser heiliger Akkord von dir
Den Himmel bess’rer Zeiten mir erschlossen,
Du holde Kunst,ich danke dir dafür,
Du holde Kunst, ich danke dir!

Español

¡Oh, arte benévolo, en cuántas horas sombrías,
cuando me atenaza el círculo feroz de la vida,
has inflamado mi corazón con un cálido amor,
me has conducido hacia un mundo mejor!

Con frecuencia se ha escapado un suspiro de tu arpa,
un dulce y sagrado acorde tuyo
me ha abierto el cielo de tiempos mejores.
¡Oh, arte benévolo, te doy las gracias por ello!
O amor-próprio é coisa fácil: resultante do instinto de conservação, os próprios animais o conheceriam se fossem um nada pervertidos. O que é mais difícil, aquilo que só o homem é
capaz: o ódio por si próprio.

(Emil Cioran; "A tentação de existir")

terça-feira, 8 de maio de 2012

"Que maravilha em nossa linda Guanabara
tudo enguiça, tudo para
todo trânsito engarrafa
quem tiver pressa
seja velho ou seja moço
entre na água até o pescoço e
peça a Deus pra ser girafa "

Moreira da Silva (Kid Morangueira )

Canção em trezenas

Letícia Palmeira – Escritoras Suicidas

Dispa-me no escuro. Em disparate do absurdo. Sangra em minha boca de amor e fé. No escuro nada vejo, mas sinto em lampejos o que posso alcançar. Mapeio em linhas transversais seu corpo que me quer. Corpo do homem cuja fera é tão cega que a ausência de luz não faz corar. E eu me alegro tenra de temor por não ver e por querer tão completamente sem razão sua mão sobre a minha em toda escuridão. Roubaram-me a visão e o dia é escuro e é triste e quase negro de pavor. Eu amo tanto e choro em pranto e tateio em busca da criatura que me rodeia e me faz abrir a vida em flor. Que será dor? Que será cura? Que será luz para a mulher que enfim enxerga o nocivo efeito de um homem sem amor?

Letícia Palmeira é graduada em Letras com Licenciatura em Língua Inglesa e suas Literaturas pela Universidade Federal da Paraíba. Nasceu na cidade de São Paulo, onde passou boa parte de sua infância e agora reside em João Pessoa, cidade em que leciona Língua Inglesa na rede privada de ensino. Cronista e contista, trabalha com prosa poética. Escreve os blogues Afeto Literário e Lírica Subversiva. Publicou Artesã de Ilusórios (EDUFPB – 2009)

quinta-feira, 3 de maio de 2012

EL PLEBEYO (VALS PERUANO)

Letra de Felipe Pinglo Alva

El verdadero nombre de este vals peruano lleno de contenido social es “Luis Enrique, el Plebeyo” su contenido poetico y sus ricos matices armonicos lo hacen muy popular en la decada de los cuarenta hasta nuestros dias, pasando a ser junto con la “Flor de la Canela” de la inolvidable Chabuca Granda los valses peruanos de mayor difusion en el mundo. Su autor y compositor lo crea en 1930, y fallece en 1936 a la edad de 35 años sin llegar a conocer la importancia de su obra, y su difusion mundial que empezo despues de su muerte…entre sus obras musicales se cuentan “El Espejo de mi vida”, “El huerto de mi amada”, “Bouquet”, “La Oracion del Labriego”, “Pasion y Odio” entre otros de su copiosa produccion, hechas en el genero de vals peruano. Aqui le presentamos la letra completa con su segunda parte muy poco difundida porque en los inicios de las grabaciones en discos de 78 rpm se mutilaban las letras por los tres minutos de grabacion, en la acualidad y con los discos compactos recien muchos cantanes y conjuntos graban sus obras completas. En el Peru María de Jesus Vasquez fue la interprete pinglista mas reconocida con el trio Los Morochucos, en la argentina existen grabaciones importantes de Héctor Stamponi y su orquesta, Miguel Calo y su orquesta, Argentino Ledesma y recientemente Ana Medrano…En Mexico el idolo de multitudes Pedro Infante lo tiene en su discografia con el Trio Argentino…una
Joya!…Las Hermanas Lago de Cuba, Palmenia Pizarro de Chile, Julio Jaramillo de Ecuador,Carmita Jimenez y Daniel Santos de Puerto Rico, Luis Alberto Posada y Elenita Vargas de Colombia, Luis Alberto del Parana de Paraguay son los que han homenajeado a este poeta musical del Peru…Felipe Pinglo Alva es considerado el Maestro de los Autores y compositores del Peru con con toda justicia.

Letra:

La noche cubre ya con su negro crepón
de la ciudad las calles que cruzan las gentes
con pausada acción.
La luz artificial con débil proyección
propicia la penumbra que escondde en su sombra
venganza y traición.

Después de laborar vuelve a su humilde hogar
Luis Enrique, el plebeyo,el hijo del pueblo,
el hombre que supo amar
y que sufriendo está esa infamante ley
de amar a una aristócrata, siendo plebeyo él.

Trémulo de emoción dice así en su canción:
El amor siendo humano tiene algo de divino,
amar no es un delito porque hasta Dios amó
y si el cariño es puro y el deseo sincero
Por qué robarme quieren la fe del corazón?
Mi sangre aunque plebeya también tiñe de rojo
el alma en que se anida mi incomparable amor;
ella de noble cuna y yo humilde plebeyo,
no es distinta la sangre ni es otro el corazón
Señor, por qué los seres no son de igual valor?

Así en duelo mortal, abolengo y pasión
en silenciosa lucha, condenarnos suelen
a cruento dolor,
al ver que un querer porque plebeyo es,
delinque si pretende la enguantada mano
de fina mujer.
El corazón que ve dhestruído su ideal
reacciona y se refleja en franca rebeldía
cambiando su humilde faz;
el plebeyo de ayer es el rebelde de hoy
que por doquier pregona la igualdad en el amor.

El interés y El plebeyo

Vals

Autoría: David A. Suárez

Es el oro el que ablanda corazones,
es el oro el que ablanda corazones
¿Por qué soy pobre y humilde como soy?
En este mundo todo se avalora
y los sentimientos nada valen hoy;
en este mundo todo se avalora
y los sentimientos nada valen hoy.

Si te hablo de mi amor no me haces caso
porque soy pobre y humilde como soy;
espera pues que yo me vuelva rico,
entonces sí, me brindarás tu amor;
espera pues que yo me vuelva rico,
entonces sí, me brindarás tu amor.

La propuesta del pobre no es propuesta,
la propuesta del pobre no es propuesta,
la del rico dichosa ha de ser;
“no hay derecho de amar en la pobreza”
fue lo que llorando me dijo una mujer;
“no hay derecho de amar en la pobreza”
fue lo que llorando me dijo una mujer