domingo, 30 de janeiro de 2011

Epitalamio

Recuerdas cuando


en invierno

llegamos a la isla?

El mar hacia nosotros levantaba

una copa de frío.

En las paredes las enredaderas

susurraban dejando

caer hojas oscuras

a nuestro paso.

Tú eras también una pequeña hoja

que temblaba en mi pecho.

El viento de la vida allí te puso.

En un principio no te vi: no supe

que ibas andando conmigo,

hasta que tus raíces

horadaron mi pecho,

se unieron a los hilos de mi sangre,

hablaron por mi boca,

florecieron conmigo.

Así fue tu presencia inadvertida,

hoja o rama invisible

y se pobló de pronto

mi corazón de frutos y sonidos.

Habitaste la casa

que te esperaba oscura

y encendiste las lámparas entonces.

Recuerdas, amor mío,

nuestros primeros pasos en la isla:

las piedras grises nos reconocieron,

las rachas de la lluvia,

los gritos del viento en la sombra.

Pero fue el fuego

nuestro único amigo,

junto a él apretamos

el dulce amor de invierno

a cuatro brazos.

El fuego vio crecer nuestro beso desnudo

hasta tocar estrellas escondidas,

y vio nacer y morir el dolor

como una espada rota

contra el amor invencible.

Recuerdas,

oh dormida en mi sombra,

cómo de ti crecía

el sueño,

de tu pecho desnudo

abierto con sus cúpulas gemelas

hacia el mar, hacia el viento de la isla

y cómo yo en tu sueño navegaba

libre, en el mar y en el viento

atado y sumergido sin embargo

al volumen azul de tu dulzura.

Oh dulce, dulce mía,

cambió la primavera

los muros de la isla.

Apareció una flor como una gota

de sangre anaranjada,

y luego descargaron los colores

todo su peso puro.

El mar reconquistó su transparencia,

la noche en el cielo

destacó sus racimos

y ya todas las cosas susurraron

nuestro nombre de amor, piedra por piedra

dijeron nuestro nombre y nuestro beso.

La isla de piedra y musgo

resonó en el secreto de sus grutas

como en tu boca el canto,

y la flor que nacía

entre los intersticios de la piedra

con su secreta sílaba

dijo al pasar tu nombre

de planta abrasadora,

y la escarpada roca levantada

como el muro del mundo

reconoció mi canto, bienamada,

y todas las cosas dijeron

tu amor, mi amor, amada,

porque la tierra, el tiempo, el mar, la isla,

la vida, la marea,

el germen que entreabre

sus labios en la tierra,

la flor devoradora,

el movimiento de la primavera,

todo nos reconoce.

Nuestro amor ha nacido

fuera de las paredes,

en el viento,

en la noche,

en la tierra,

y por eso la arcilla y la corola,

el barro y las raíces

saben cómo te llamas,

y saben que mi boca

se juntó con la tuya

porque en la tierra nos sembraron juntos

sin que sólo nosotros lo supiéramos

y que crecemos juntos

y florecemos juntos

y por eso

cuando pasamos,

tu nombre está en los pétalos

de la rosa que crece en la piedra,

mi nombre está en las grutas.

Ellos todo lo saben,

no tenemos secretos,

hemos crecido juntos

pero no lo sabíamos.

El mar conoce nuestro amor, las piedras

de la altura rocosa

saben que nuestros besos florecieron

con pureza infinita,

como en sus intersticios una boca

escarlata amanece:

así conocen nuestro amor y el beso

que reúnen tu boca y la mía

en una flor eterna.

Amor mío,

la primavera dulce,

flor y mar, nos rodean.

No la cambiamos

por nuestro invierno,

cuando el viento

comenzó a descifrar tu nombre

que hoy en todas las horas repite,

cuando

las hojas no sabían

que tú eras una hoja,

cuando

las raíces

no sabían que tú me buscabas

en mi pecho.

Amor, amor,

la primavera

nos ofrece el cielo,

pero la tierra oscura

es nuestro nombre,

nuestro amor pertenece

a todo el tiempo y la tierra.

Amándonos, mi brazo

bajo tu cuello de arena,

esperaremos

cómo cambia la tierra y el tiempo

en la isla,

cómo caen las hojas

de las enredaderas taciturnas,

cómo se va el otoño

por la ventana rota.

Pero nosotros

vamos a esperar

a nuestro amigo,

a nuestro amigo de ojos rojos,

el fuego,

cuando de nuevo el viento

sacuda las fronteras de la isla

y desconozca el nombre

de todos,

el invierno

nos buscará, amor mío,

siempre,

nos buscará, porque lo conocemos,

porque no lo tememos,

porque tenemos

con nosotros

el fuego

para siempre.

Tenemos

la tierra con nosotros

para siempre,

la primavera con nosotros

para siempre,

y cuando se desprenda

de las enredaderas

una hoja

tú sabes, amor mío,

qué nombre viene escrito

en esa hoja,

un nombre que es el tuyo y es el mío,

nuestro nombre de amor, un solo

ser, la flecha

que atravesó el invierno,

el amor invencible,

el fuego de los días,

una hoja

que me cayó en el pecho,

una hoja del árbol

de la vida

que hizo nido y cantó,

que echó raíces,

que dio flores y frutos.

Y así ves, amor mío,

cómo marcho

por la isla,

por el mundo,

seguro en medio de la primavera,

loco de luz en el frío,

andando tranquilo en el fuego,

levantando tu peso

de pétalo en mis brazos,

como si nunca hubiera caminado

sino contigo, alma mía,

como si no supiera caminar

sino contigo,

como si no supiera cantar

sino cuando tú cantas.



Pablo Neruda

Algún día

Algún día

algún misterioso día húmedo

me volcaré en mí misma para siempre,

y no podrá nadie llamarme

por mi nombre,

porque seré un encierro de paz,

único y eterno.

Algún día húmedo,

con el sello infinito de dos palabras:

no volveré.

Y la vida abierta y dolorosa

bajará rodando por las gradas.

Ana istarú

De "Poesía escogida" 2002

Sueños de gente madura

Maduro no es quien ya estuvo tiempo suficiente en la vida;


es quien tiene vivencias,

que pueden no estar necesariamente asociadas a la edad.

Todo en la vida es encanto cuando ingresamos en la adolecencia.

Todos los sueños son posibles, todo es fiesta

y el paraíso parece estar al alcanze de nuestras manos.

Hallamos que el primero amor va a durar para siempre,

que vamos a evoluir en el trabajo,

que las personas con las cuales convivimos

serán siempre sinceras y gentiles.

Un día, somos puestos delante de los primeros obstáculos:

perdemos nuestro amor,

anochece en el paraiso,

descubrimos que necesitamos competir y trabajar duro

para llegar a algún lugar y que ni todas las personas

quieren nuestro bien.

Nuestros sueños se quiebran y adquirimos experiencias,

nos volvemos adultos, maduramos.

Y duele.

Dolemos nosotros, duele nuestro ser, duele la vida.

Algunas personas desisten, se cansan de los desengaños y déjanse llevar.

Nunca crecen, nunca construyen nada.

Descreen de los sueños e de su poder mágico.

Envejecen prematuramente, vuélvense gruñonas y mal humoradas.

El mundo está lleno de ellas.

Sin embargo, hay personas maduras que todavía sueñan.

Sólo que es un sueño distinto.

Jóvenes sueñan construir, comenzar, conquistar.

Ellas sueñan reconstruir, recomenzar, reconquistar.

Personas maduras sueñan despues de haber vivido,

después de haber quebrado la cara,

de haber tenido decepciones, de haber tenido pesadillas,

aunque ya hayan enfrentado la dura realidad

de que ni todos los sueños se realizan.

Pero ellas saben que vale la pena soñar.

Y aún sueñan... conscientemente!

Aman de nuevo, de nuevo y de nuevo!...

Caen, recomenzan y recomenzan a cada vez que caen.

Creen siempre que en la próxima vez va a ser diferente.

Colocan sus sueños en las manos y no los largan!

Generalmente, esas personas viven más tiempo

y el tiempo que viven es bien más aprovechado.

Son idealistas y benditas!

Las personas maduras que aún sueñan son el sueño de la vida,

son la proyección de los mejores deseos en la tierra.



Letícia Thompson
La generosidad


es el deseo de quien quiere,

siguiendo el dictamen

de su razón, ayudar

a los demás.



Baruch Spinoza

YO DIGO ADENTRO MÍO

adentro hay una boca recibiendo la lluvia


y una mano queriendo penetrar en los trenes

adentro está mi infancia con su mañana blanca

mi pueblo allí colgando de la lengua del día

adentro está tu frente pero nunca los lunes

porque adentro me sobran el reloj y los diarios

adentro está lo bueno lo malo lo que queda

mi corazón adentro un pájaro sin rostro

adentro tengo al viento derramado en tus hombros

es decir este aroma de ausencias y de gritos

adentro estoy yo mismo golpeando para afuera

y hay una almohada tibia donde apoyo tu nombre

adentro está el otoño el café el intestino

las rótulas tus ojos el parque que olvidaste

adentro están doliendo tu septiembre y mis pasos

y hay una piel llorando

ahora adentro mío se oxida una ternura

yo digo adentro mío en esta tarde de otros.



JORGE BOCCANERA ( Argentina, 1952 )

A PIEL DESNUDA

Desgarrar tu pielpenetrartu cuerpo con mi presenciay sentir tus deseos.Revolcar las miradasy tus ojos que se revuelquenalocadosen tus párpados.Escuchar los quejidossuavesde los poros que brotanpor las grietas de los labiosy por hilos de salivaque humedecenal corazón.Tu piel hablael silencio de tus labios.Voy a perseguir tu cuerpoy tocar tu ausenciay el borde de las estrellasla brisael vuelolas puntas de los senostus labiostus piernasy el brinco del ombligo.Tocaré el movimientosu cadenciasus porossus oloresy las húmedasgotas del rocío.Tocaréla alegría de los árboleslas floresy tocaremos los pétaloscon las puntas de las lenguasy ellami loca lenguaque nunca fue diestra para amartejerá y destejerá amoresy palabrastemblorosaspero francasque se quedenpara siempre al oídode esta piel desnudadistanteque trae la brisacon su primorosaforma de caminar¡ Su Majestad !Me desvelasu ausencia.


Gregorio Riveros .´.



Pampanito. Trujillo (Venezuela).




http://pampanito.nireblog.com



http://lapoesiavenezolana.nireblog.com

MIS TRES YO

Me arrancaron de un plácido sueño.

Se comportaron con prepotencia.

En amena tertulia confidencial,

su principal tema a tratar era yo.

Exacerbados se disputaban,

el liderazgo a ejercer en mi vida.



Mi 'yo padre' me reprendía,

por persistir en mi rebeldía.

Mi 'yo adulto' se lamentaba,

por errores que en vino flotaban.

Maniatado en rincón mi 'yo niño',

como siempre, el más ignorado.



Sentada en mi nube dorada,

desconcertada los observaba

y en impulso de cuerda locura:

fugué con mi 'yo niño' adorado.



©SKORPIONA

Inés de la Puente Spiers

http://skorpiona.webcindario.com/mis_tres_yo.htm

http://skorpiona.ifrance.com/mis.tres.yo.htm

CONTRADIÇÕES

Foi na vida que aprendi

a interpretar às avessas

os provérbios, pois na prática

as verdades são inversas:

quem não deve é quem mais teme,

há quem cale e não consinta,

e o diabo é exatamente

tão feio quanto se pinta.



Leila Míccolis

PRÊMIO DE CONSOLAÇÃO

Há anos os homens ensinam

às mulheres a agradá-lo,

a adulá-lo, a servi-lo,

numa ascendência sem par.

Agora elas retribuem

sempre que fingem gozar.




Leila Míccolis

Coração é terra que ninguém vê

Quis ser um dia, jardineira

de um coração.

Sachei, mondei - nada colhi.

Nasceram espinhos

e nos espinhos me feri.



Quis ser um dia, jardineira

de um coração.

Cavei, plantei.

Na terra ingrata

nada criei.



Semeador da Parábola...

Lancei a boa semente

a gestos largos...

Aves do céu levaram.

Espinhos do chão cobriram.

O resto se perdeu

na terra dura

da ingratidão



Coração é terra que ninguém vê

- diz o ditado.

Plantei, reguei, nada deu, não.

Terra de lagedo, de pedregulho,

- teu coração. Bati na porta de um coração.

Bati. Bati. Nada escutei.

Casa vazia. Porta fechada,

foi que encontrei...



Cora Coralina

Fonfons, Balidos e Cocoricós

Não tenho paciência pra contar carneirinhos, na verdade os acho muito

idiotas e chatos. Ficam berrando noite e madrugada adentro e seus

balidos me incomodam. Será que estarei fadado a conviver com eles? Ou

ainda pior, será que inventarão clonar-lhes aos montes em nome da

ciência? Detesto ciência, prefiro minha Clonagem Perfeita...Sabe como

é né...As pernas da Cláudia Raia e os cabelos de Simone ou os seios

de Camila Pitanga me apetecem muito mais...Carneirinhos idiotas nunca

fizeram minha cabeça. Será que minha ranzinzice está me tornando

mais chato do que de costume? Quantas voltas no universo, minha

imaginação dará até que o sono chegue? Quantos versos poderia eu

fazer antes que uma noite com carneiros idiotas acabe? Será que os

galos também passam a noite na contagem de carneirinhos imbecis? Galos

não berram, nunca os vi berrar, mas seus cantares também me parecem

idiotas. Canto de galo e berro de carneiro é pura monotonia e ouvi-los

dá na gente uma agonia e uma irritação danada. Detesto galos e

carneiros, não necessariamente nesta ordem...E quando a noite e a

madrugada passam, aí começa o dia, então tudo piora: zoeira de

ônibus, carros, motos, detesto fonfons e gente com falação estúpida nesse burburinho medíocre do cotidiano louco.

Marçal Filho


Presença ...

É preciso que a saudade desenhe tuas linhas perfeitas,

teu perfil exato e que, apenas, levemente, o vento

das horas ponha um frêmito em teus cabelos...

É preciso que a tua ausência trescale

sutilmente, no ar, a trevo machucado,

a folhas de alecrim desde há muito guardadas

não se sabe por quem nalgum móvel antigo...

Mas é preciso, também, que seja como abrir uma janela

e respirar-te, azul e luminosa, no ar.

É preciso a saudade para eu sentir

como sinto - em mim - a presença misteriosa da vida...

Mas quando surges és tão outra e múltipla e imprevista

que nunca te pareces com o teu retrato...

E eu tenho de fechar meus olhos para ver-te!

Mario Quintana

Contradições

Quis pensar que por um tempo

Eu apanharia com as mãos

Os sentidos apurados de minha desventura.

Depois das estocadas em pele viva,

Ainda soube esticar meus lábios

Ressecados de tanto sol

Nos varais de tola sorte.

O meu outro agora se esvai

E descansa,

Descansa

Por sobre a relva invisível

Da minha ingênua alegria.

Fabricio Brandão

Noites Sulferinas

Nem mais um passo,

nem um laço, leve traço,

nem idéias, nem olhares,

nem embaraços.

Cansaço terminal.

Nem dúvida, nem remorso,

nem saudade, nem lembrança.

Uma borracha e um rastro.

Nem encanto, nem desencanto:

bagaço, fruta sem caldo

sem semente..

Somente a fraqueza intermitente.

Somente...


Olga Porto -

O nono mandamento

— Amanhã eu volto.



— Vai com Deus. Levou o casaco?



— Marta, é verão. Deixa eu ir, tá na hora, fica bem.



Foi. Marta ficou na cama mais um pouco. Nunca pensou que se casaria com alguém que sairia em “viagem de negócios”. Pior que ele falava exatamente assim, que nem num filme antigo: “Semana que vem saio numa viagem de negócios”. Só faltava usar um bigodinho e chapéu. Será que se casaria, ou mesmo beijaria, alguém de bigodinho? Na adolescência aqueles buços eram inevitáveis, era isso ou nada, mas depois que os hormônios se aquietaram um bocadinho, nunca mais beijara ninguém de bigodinho ou mesmo bigodão. Barba ou cavanhaque também não gostava, mas bigode nunca mais. Achava — na verdade, começava a achar agora, nunca havia pensado nisso — que bigode era que nem pochete, não queria estar com um homem que usasse. Houve uma época em que achou que queria casar com alguém de barba. Qualquer um, desde que usasse barba. Barbas guardam cheiros, ela saberia se fosse traída. Um relacionamento com um babaca mentiroso gera essas insanidades. Teria que usar barba e gostar de sexo oral, claro, pois sem isso a barba não serviria como evidência do crime. Sexo oral! 40 anos na cara e não conseguia falar nada que não fosse educado ou eufemismo. “Chupar”, mesmo em pensamento, soava como coisa ruim, feia. Pelo menos gostava do ato em si!



— “Ato em si”, que Deus tenha piedade de minha alma, nem pensar livre eu consigo!



Hora de levantar, escovar os dentes, tomar um café, sair não precisava, estava de folga. 24 horas só suas, sem o chato do… epa! “Chato”? Não se lembrava de ter pensado assim, pelo menos não diretamente. Já se havia chateado e enfadado com ele, mas isso é coisa pela qual todo mundo passa. Chamar de chato era tão definitivo quanto chamar de corno e ai meu Deus como foi acontecer essa associação de idéias!!!??? Não, nem pensar. Pior que ele estava de folga hoje, também; certamente sozinho em casa, certamente disponível. A esposa trabalhava em plantões, por que não? Banho, rápido. Frio, de preferência; muito frio. Gelado, se pudesse, que o telefone está perigosamente perto. Pronto, não foi suficientemente rápida ao banho, já está o telefone em uma mão, com cacófato e tudo, e a outra já discando.



— Alô…



— Alô?



Voz de mulher. Desligar, rápido! Mas não, é preciso fazer algo.



— Alô, quem fala?



— Marta, quem é?



Meu Deus, ela se chama Marta também!



— Oi, meu nome também é Marta, trabalho com seu marido…



Meu Deus, meu Deus, meu Deus, o que diabos está fazendo?



— Oi, ele sempre fala de você, como vai?



Pera lá, fala o quê?



— Fala o quê?



— Ah, que você é divertida, inteligente, eu quase fico com ciúmes!



— E não fica por quê? Quer dizer, que bom que não fica, mas normalmente ficaria; quer dizer, eu ficaria, pelo menos!



— Ah, você não o conhece como eu. Ele é o homem mais caseiro do mundo, fiel como um cachorro velho!



— Acho que ele não ia gostar de ser descrito assim…



— E quem liga para o que aquele chato gosta?



Aquilo a espantou: chato? Será que ela estava fadada a atrair chatos? Seria um carma, algum atavismo?



— Chato como? Ele é bem agradável no trabalho…



— Desculpe, não devia ter falado assim, mas a coisa está feia por aqui. Acabamos de brigar, ele saiu meio que batendo a porta, desculpe, ainda não retomei o controle. E por favor, não comente com ele que eu desabafei com você.



— Desabafou? Mas você não disse nada, só que ele é chato!



— Bem, é quase um desabafo.



— Ué, pode falar à vontade. Não trabalho hoje, estou gostando de conversar. Meu marido quase não conversa comigo.



— Ah, o teu também? O meu chega, conta o que aconteceu no escritório como se fosse uma saga nórdica…



— Saga nórdica é ótimo!



— … e quer que eu demonstre interesse. O único nome em que presto alguma atenção é o teu, sabe como é: Marta também. Fora isso, entra por um ouvido e sai pelo outro. Um saco, um tédio mortal!



— Meu Deus, aqui é igualzinho! Ai, meu Deus, preciso parar de falar “Meu Deus”!



— Por quê?



— Eu sempre tive mania de falar “Meu Deus”. No colégio as irmãs viviam me dando castigos pra eu parar de invocar “Seu santo nome em vão”! Acho que eu gostava daqueles castigos, cada vez falava mais!



— Não diz que você estudou em colégio de freiras! Eu também!



— Que coisa, onde?



— Minas.



— Ah, eu estudei aqui mesmo. Mas tinha uma professora mineira que eu adorava. Ela vivia me botando de castigo, um dia me botou no milho.



— Mas isso não era proibido?



— Era, e muito; além de me castigar ela me fazia prometer que não contaria para ninguém.



— Hummm… excitante, isso, hein?



— Pois é. Eu lembro até hoje da voz dela, do sotaque… até que era parecido com o teu.



— Mas eu não tenho sotaque!



— Você que pensa! Ninguém acha que tem. Irmã Anunciação também não achava que tinha.



— Mas que coisa, isso. As freiras me botavam de castigo, também, mas por que eu vivia conversando, não parava nunca. Tinha uma amiga com quem eu passava o dia todo, e elas viviam implicando, separavam a gente, diziam que era pecado falar tanto.



— Eu não tinha amigas, não; a irmã Anunciação implicava com todas, dizia que eu devia me preparar para o noviciado.



— Por que você não passa por aqui pra gente tomar um café?



— Ok, não estou fazendo nada mesmo!



Por via das dúvidas depilou-se, tomou um banho caprichado e colocou uma calcinha nova.



Marisa Toscana – Escritoras Suicidas


Marisa Toscana, nascida Ferrara, em Pistoia, Italia, em 26/9/1942. Veio para o Rio de Janeiro ainda criança, refugiada da guerra. Casou-se em 1959, aos 17 anos, com o adido cultural de Luxemburgo no Brasil, que faleceu durante a lua-de-mel em Cap d’Antibes. Pintora de talento, participou de exposição coletiva no Museu de Belas Artes, em 1963. Deixou apenas textos inéditos, entre os quais este, pois nem seus amigos mais íntimos sabiam de sua literatura. Suicidou-se em 12 de setembro de 2001, ao saber da morte de seu amante em New York, atropelado na véspera.