sábado, 8 de outubro de 2016

Lázara Papandrea


tô louca pra virar lesma, só pra me deslizar lentamente pela vida, chega de ser coelha ou coisa parecida, minhas pernas não aguentam mais tantos pulos.

Quando o feitiço vira contra o feiticeiro... rs
Para mim, beijar os teus pés nunca foi um problema,
descobrir as veredas, até chegar ao lóbulo da orelha.
E a cada beijo ver o quanto teu todo se redesenha:
novíssimo mar, branquíssimas pedras, virginal areia.
Beijar-te é pura renovação, é a arte que nos nomeia:

é sempre morrer náufrago e te fazer renascer sereia.

Jeferson Bandeira
"" Podem me colocar algemas
mesmo inerte, verão em meus olhos a resistência
não cederei aos que maculam nas sombras da noite
e seguirei como luz que busca a esperança
não me roubarão as vitórias que irei conquistar
nem me aprisionarão em pequenos albergues
quero a busca de dias melhores
quero irmãos de fato se amando
quero cores, vibrantes pinturas a enfeitar meus aranhas céus
posso passar como musica suave, mas sempre baterei meus tambores avisando a todos um novo amanhã
e se amanhã for a vez adas minhas cinzas
que elas adubem algum jardim
não quero simplesmente ser amor,
mas espinhos para cutucar a mesmice de quem fica olhando
e só quer colher a flor...

Oscar De Jesus Klemz

Oscar.

Abuela Julieta



Cada vez más hundido en su misantropía, Emilio no conservaba ya más que una amistad: la de su tía la señora Olivia, vieja solterona como él, aunque veinte años mayor. Emilio tenía ya cincuenta años, lo cual quiere decir que la señora Olivia frisaba en los setenta. Ricos ambos, y un poco tímidos, no eran éstas las dos únicas condiciones que los asemejaban. Parecíanse también por sus gustos aristocráticos, por su amor a los libros de buena literatura y de viajes, por su concepto despreciativo del mundo, que era casi egoísta, por su melancolía, mutuamente oculta, sin que se supiese bien la razón, en la trivialidad chispeante de las conversaciones. Los martes y los jueves eran días de ajedrez en casa de la señora Olivia, y Emilio concurría asiduamente, desde hacía diez años, a esa tertulia familiar que nunca tuvo partícipes ni variantes. No era extraño que el sobrino comiese con la tía los domingos; y por esta y las anteriores causas desarrollose entre ellos una dulce amistad, ligeramente velada de irónica tristeza, que no excluía el respeto un tanto ceremonioso en él., ni la afabilidad un poco regañona en ella. Ambos hacían sin esfuerzo su papel de parientes en el grado y con los modos que a cada cual correspondían. Aunque habíanse referido todo cuanto les era de mutuo interés, conservaban, como gentes bien educadas, el secreto de su tristeza. Por lo demás, ya se sabe que todos los solterones son un poco tristes; y esto era lo que se decían también para sus adentros Emilio y la señora Olivia, cuando pensaban con el interés que se presume, ella en la misantropía de él, él en la melancolía de ella. Los matrimonios de almas, mucho más frecuentes de lo que se cree, no están consumados mientras el secreto de amargura que hay en cada uno de los consortes espirituales, y que es como quien dice el pudor de la tristeza, no se rinde al encanto confidencial de las intimidades. La señora Olivia y su sobrino encontrábanse en un caso análogo. Si aquella tristeza que se conocían, pero cuyo verdadero fundamento ignoraban, hubiéraseles revelado, habrían comprobado con asombro que ya no tenían nada que decirse. Reservábanla, sin embargo, por ese egoísmo de la amargura que es el rasgo característico de los superiores, y también porque les proporcionaba cierta inquietud, preciosa ante la perfecta amenaza de hastío que estaba en el fondo de sus días solitarios. Un poco de misterio impide la confianza, escollo brutal de las relaciones en que no hay amor. Así, por más que se tratara de dos viejos, la señora Olivia era siempre tía, y Emilio se conservaba perpetuamente sobrino.

Cuarenta años atrás -recordaba la señora Olivia- aquel muchacho sombríamente precoz, cuyo desbocado talento, unido a sordas melancolías, hizo temer más de una vez por su existencia; aquel hombrecito, huraño ya como ahora, era su amigo. No tenía esos risueños abandonos de los niños en las rodillas del ser predilecto; pero miraba con unos ojos tan tristes, su frente era tan alta y despejada, que lo quería y estimaba al mismo tiempo. No se dio cuenta de los veinte años que le llevaba; considerolo su amigo, empezando a comprender aquella diferencia sólo cuando lo vio regresar de Alemania, terminada ya su carrera, hecho todo un señor ingeniero, que vino a saludarla, muy respetuoso, muy amable, pero demasiado sobrino para que ella no asumiera inmediatamente sus deberes de tía. Las relaciones estrecháronse después, pero ya de otro modo. Ella, en su independencia orgullosa de solterona rica, acogió amablemente al joven cuya misantropía le pareció interesante; y cuando tres años después, éste se quedó huérfano, encontró en la casa de la vieja dama, a pesar de las etiquetas y los cumplimientos, el calor de hogar, no muy vivo, que le faltaba.

Por un acuerdo inconfeso aunque no menos evidente, fueron cambiando con los años sus pasatiempos. Después de las conversaciones, la música; después de la música, el ajedrez. Y de tal modo estaban compenetrados sus pensamientos y sus gustos, que cuando una noche de sus cuarenta años, Emilio encontró en el saloncito íntimo el tablero del juego junto al cerrado piano, sin notar al parecer aquella clausura del instrumento que indicaba el fin de toda una época, hizo sus reverencias de costumbre y jugó durante dos horas como si no hubiera hecho otra cosa toda la vida. Ni siquiera preguntó a la señora Olivia cómo sabía que a él le gustaba el ajedrez. Verdad es que ella habríase encontrado llena de perplejidad ante esa pregunta.

La diferencia de edades había concluido por desaparecer para aquellos dos seres. Ambos tenían blancas las cabezas, y esto les bastaba. Tal vez la misma diferencia de lo sexos ya no existía en ellos; sino corno un razón de cortesía. La señora Olivia conservábase fresca, pues estaba cubierta por una doble nieve: la virginidad y la vejez. Aun sonreía muy bien; y para colmo de gracia apostataba de los anteojos. Su palabra era fluida y su cuerpo delgado. La vida no la aplastaba con su peso de años redondamente vividos; al contrario, la abandonaba, esto volvíala translúcida y ligera. No podía decirse, en realidad, que fuese vieja; apenas advertíanse sus canas.

Emilio, sí, estaba viejo; mas no parecía un abuelo. Carecía de esa plácida majestad de los ancianos satisfactoriamente reproducidos. Era un viejo caballero que podía ser novio aún. Sus cabellos blancos, su barba blanca, su talante un poco estirado, mas lleno de varonil elegancia, sus trajes irreprochables, sus guantes, constituían un ideal de corrección. Llevando un niño de mano, hubiéranlo tomado por un fresco viudo; pretendiendo una señorita de veinticinco años, habrían tenido que alabar su amable cordura.

Su tía y él eran dos mármoles perfectamente aseados. Por dentro, eran dos ingenuidades que disimulaban con bien llevada altivez candores tardíos. La delicadeza de la anciana encubría un estupor infantil; la frialdad del sobrino velaba una desconfianza de adolescente.

Además, hablaban en términos literarios, hacían frases como las personas ilustradas y cortas de genio que no han gozado las intimidades del amor, ese gran valorizador de simplicidades. También eran románticos.

Precisamente, hacía tres meses que Emilio regaló a su tía un ruiseñor importado a mucho costo de Praga, por los cuidados del famoso pajarero Gotlieb Waneck, y en una legítima jaula de Guido Findeis, de Viena. Dos noches antes, el pájaro cantó, y ésta fue la noticia con que la señora Olivia había sorprendido a su sobrino un martes por la noche, mientras ocupaban sus casillas las piezas del ajedrez. Emilio, galante como siempre, traía para el pájaro un alimento especial: la composición de M. Duquesne. de l’Eure; pues, en punto a crianza, prefería los métodos franceses.

Aquel ruiseñor fue un tema de que se asieron ansiosamente, cansados ya por un año de plática sin asunto. Y del ruiseñor… ¡a Shakespeare!

-En Verona -decía la señora Olivia- aprendí, precisamente, a preferir la alondra; como que, al fin mujer, había de quedarme con la centinela de Romeo. Profésanle allí una predilección singular, llamándola, familiarmente, la Cappellata.

-Pero este ruiseñor -afirmó Emilio- no es de los veroneses. Es la clásica Filomela, ruiseñor alemán, el único pájaro quecompone, variando incesantemente su canto; mientras aquellos recitan estrofas hechas. Un verdadero compatriota de Beethoven.

¿Cuánto tiempo hablaron?… La luna primaveral que había estado mirándolos desde el patio, veíalos ahora desde la calle. Y Emilio contaba una cosa triste y suave como la flores secas de un pasado galardón. ¿Recordaba ella cuando la tifoidea lo postró en cama, siendo muy niño aún, de doce años creía? Ella fue su enfermera -se desveló tanto por él!… Miraba todavía sus ojeras, sus cabellos desgarbados por el insomnio en ondas flavas de fragante opulencia. Él sabía por los dichos de los otros, de los grandes, que era bella, aunque no se daba bien cuenta de lo que venía a ser una mujer hermosa. Pero la quería mucho, eso sí, como una hermana que fuese al mismo tiempo una princesa. Su andar armonioso, su cintura, llenábanlo ante ella de turbado respeto. Poníase orgulloso de acompañarla; y por esto, siempre que iba a su lado, estaba tan serio. Durante sus delirios febriles, fue la única persona que no viera deformada en contorsiones espeluznantes; y cuando vino la convalecencia, una siesta -llevaba ella un vestido a cuadritos blancos y negros- el niño, repentinamente virilizado por la enfermedad, comprendió que el amor de su tía le ocupaba el corazón con la obscura angustia de un miedo. Fue una religión lo que sintió entonces por ella durante dos años de silencio, siempre contenidos por su pantalón corto y su boina de alumno, ridículos para el amor…

Después, el colegio, los viajes, el regreso -¡y siempre esa extraña pasión poseyéndole el alma! Se hizo misántropo… ¡y cómo no! Esterilizó su vida, gastó el perfume de ese amor de niño concentrado por la edad, inútilmente, como un grano de incienso quemado al azar en el brasero de una chalequera dormida… Mas ¿para qué le estaba él diciendo todo eso?…

El silencio del saloncito se volvió angustioso. Con la mano apoyada en la mejilla, la tía y el sobrino, separados apenas por el tablero donde las piezas inmóviles eternizaban abortados problemas, parecían dormir. Allá en el alma del hombre, en una obscuridad espantosamente uniforme, derrumbábanse grandes montañas de hielo. Y la señora Olivia meditaba también. Sí, fue tal como él lo decía. Ella estaba en la trágica crisis mental de los veintinueve años. Aquel chiquillo la interesaba; pero ella descubrió primero que ese interés era un amor descabellado, imposible, una tentación quizá. Una noche deliraba mucho el pobrecito; los médicos presagiaban cosas siniestras con sus caras graves. Llorábase en la casa, sin ocultarlo ya. Entonces sus desvelos de tía, sus sobresaltos de vulgar ternura, reventaron en pedazos su desabrida corteza. Loca sin saber lo que hacía, corrió a la pieza contigua, y allá, desarraigándosele el corazón en sollozos, se comió a besos, locamente, el retrato del enfermo. Fue un relámpago, pero de aquel deslumbramiento no volvió jamás. ¡Y hacía cuarenta años de eso, Dios mío! Cuarenta años de amarlo en secreto consagrándole su virginidad, como él le había consagrado también su alma. ¡Qué delicada altivez surgía de ese doble sacrificio, qué dicha no haberse muerto desconociéndolo!

Poco a poco, un nebuloso desvarío ganó la conciencia de la anciana. Los años, las canas, el influjo de las conveniencias, fueron desvaneciéndose. Ya no había sino dos almas, resumiendo en una sola actualidad de amor, el ayer y el mañana. Y la niña, intacta bajo la dulce nieve de su vejez incompleta, se desahogó en un balbuceo:

-Emilio… yo también…

Él tuvo un estremecimiento casi imperceptible, que hizo palpitar, sin abrirlos, sus párpados entornados. Allá dentro, en la negrura remota, las montañas de hielo continuaban derrumbándose. Y pasó otra hora de silencio. Emilio… Olivia… suspiraban los rumores indecisos de la noche. La luna iluminaba aquella migaja de tragedia en la impasibilidad de los astros eternos.

Inmediato a ellos, sobre el piano, un viejo Shakespeare perpetuaba en menudas letras las palabras celestes del drama inmortal. En la blancura luminosa de la noche, muy lejos, muy lejos, diseñábanse inalcanzables Veronas. Y como para completar la ilusión dolorosa que envolvía las dos viejas almas en un recuerdo de amores irremediablemente perdidos, el ruiseñor, de pronto, se puso a cantar.

Espectral como un resucitado, Emilio abandonó bruscamente su silla. Y ya de pie, estremecidos por algo que era una especie de inefable horror, la señora Olivia y él se contemplaron. Debía de ser muy tarde, y tal vez no fuese correcto permanecer más tiempo juntos…

Era la primera vez que se les antojaba aquello. No advertían, siquiera, que fuese ridículo, pues dominábalos la emoción de su paraíso comprendido. Mas la luna, propicia por lo común a los hechizos, rompió esta vez el encanto. Uno de sus rayos dio sobre la cabeza de la anciana, y en los labios del hombre sonrió, entonces, la muerte. ¡Blancos! ¡Sí, estaban blancos, como los suyos, esos cabellos cuya opulencia fragante recordaba aún a través de tanto tiempo! Era Shakespeare el que tenía la culpa. ¡Quién lo creyera! ¡Tomar a lo serio un amor que representaba el formidable total de ciento veinte años!

El ruiseñor cantaba… Cantaba, sin duda, los lloros cristalinos de su ausencia, las endechas armoniosas de su viudez.

Una viva trisadura de cristal mordía lentamente los dos viejos corazones. De pie, frente a frente, no sabían qué decirse ni cómo escapar al prestigio que los embargaba. Y fue ella la que tuvo valor por fin, la que asumió heroicamente esa situación de tragedia absurda (porque, después de todo, no sabía que la luna le estaba dando en la cabeza). Como Emilio hiciera un movimiento para retirarse:

-Quédate; ya tienen bastante con los cuarenta años de vida que les hemos dado.

Es probable que el destino estuviera incluido en ese plural.

Bajo el bigote de Emilio se estiró una sonrisa escuálida como un cadáver. El lenguaje literario se le vino a la boca, y con una melancólica ironía que aceptaba todos los fracasos del destino, hizo una paráfrasis de Shakespeare:

-No, mi pobre tía, el rocío nocturno hace daño a los viejos. El ruiseñor ha cantado ya, y el ruiseñor es la alondra de la media noche…

FIN

 LEOPOLDO LUGONES


Biblioteca Digital Ciudad Seva

Hasta siempre

Hasta siempre,
canción de Carlos Puebla,
interpretada por los Olimareños
para cantarla juntos
Hasta siempre
Aprendimos a quererte
desde la histórica altura
donde el sol de tu bravura
le puso cerco a la muerte.
Aquí se queda la clara,
la entrañable transparencia
de tu querida presencia,
Comandante Che Guevara.
Tu mano gloriosa y fuerte
sobre la historia dispara
cuando todo Santa Clara
se despierta para verte.
Vienes quemando la brisa
con soles de primavera
para plantar la bandera
con la luz de tu sonrisa.
Tu amor revolucionario
te conduce a nueva empresa
donde esperan la firmeza
de tu brazo libertario.
Seguiremos adelante
como junto a ti seguimos,
y con Fidel te decimos:
¡Hasta siempre, Comandante!

Carlos Puebla

Un momento de felicidad


Un momento de felicidad,
tú y yo sentados en la varanda,
aparentemente dos, pero uno en alma, tú y yo.
sentimos el Agua de Vida que fluye aquí,
tú y yo, con la belleza del jardín
y el canto de las aves.
Las estrellas nos mirarán,
y les mostraremos
lo que es ser una fina luna creciente.
Tú y yo fuera de nosotros mismos, estaremos juntos,
indiferentes a conjeturas inútiles, tú y yo.
Los papagayos del paraíso harán el azúcar crujir
mientras reímos juntos tú yo.
de una forma en este mundo,
y de otra en una dulce tierra sin tiempo.

RUMI


Biblioteca Digital Ciudad Seva

Expressões idiomáticas alemãs

Weichei (Ei = ovo; weich = mole) ninguém gosta. Ovo mole na linguagem coloquial significa uma pessoa medrosa, que não tem opinião própria e evita situações perigosas ou desagradáveis.

Schlusslicht ninguém quer! Em seu sentido original, a palavra Schlusslicht (Licht = luz, Schluss = final) significa "luz traseira, lanterna traseira". Mas, usada ironicamente, significa "último colocado", “lanterninha”.

Helikoptermutter (Mutter = mãe, Helikopter = helicóptero). A "mãe helicóptero" quase não tem vida própria. Seu cotidiano gira única e exclusivamente em torno do pimpolho.

Seemannsgarn (Garn = fio, Seemann = marinheiro). E ainda completa com o ditado "quem tece com fio de marinheiro tem sempre muito o que contar".

Prügelknabe (Knabe = garoto; Prügel =surra) tenha surgido na Europa do século 17. As crianças brincavam juntas, nobres e plebeus. Porém, se acontecesse alguma coisa errada, um vaso partido, um brinquedo quebrado, uma roupa estragada, quem era castigado, quem levava a surra? O garoto plebeu! Prügelknabe significa “bode expiatório”, aquele que leva a culpa pelo mal feito.

O Bürohengst (Hengst = garanhão; Büro = escritório) por exemplo, ganhou este apelido de "garanhão do escritório" justamente por sua dedicação exagerada ao trabalho.

Patentrezept! Uma receita que seja infalível para resolver problemas. Mas, como já sabemos, na maioria dos casos isso é pura ilusão.

Antigamente na Alemanha, quem não podia pagar os gastos de um processo tinha que apresentar um atestado que comprovasse sua pobreza. Hoje, o "Armutszeugnis" (Zeugnis = atestado, certificado; Armut = pobreza) não é mais usado, mas a expressão ficou e é empregada para definir fraqueza de caráter ou incapacidade de fazer algo.

1992: Morre o ex-chanceler alemão Willy Brandt

ALEMANHA 60 ANOS: ACONTECIMENTOS QUE MARCARAM A HISTÓRIA DO PAÍS1949: 

Toma posse o primeiro presidente alemão1949: Promulgada a Lei Fundamental Alemã1949: Primeira Feira do Livro de Frankfurt1954: Alemanha ganha a Copa do Mundo1957: Equiparação dos direitos da mulher na Alemanha1957: Inauguração da Interbau em Berlim1961: Construção do Muro de Berlim1962: Fundação da Schaubühne de Berlim1963: Tratado da amizade franco-alemã1963: Começa "Julgamento de Auschwitz"1968: Atentado contra Rudi Dutschke1968: Atentados incendiários em Frankfurt1969: Willy Brandt vence as eleições federais1971: Cineastas alemães criam cooperativa do filme1971: Tratado das Quatro Potências sobre Berlim1972: Beuys demitido da Academia de Belas Artes1972: Atentado na vila olímpica em Munique1974: Helmut Schmidt torna-se chanceler federal1975: Começa julgamento de líderes da RAF1976: Ulrike Meinhof é encontrada morta na prisão1977: Terroristas alemães se suicidam na prisão1982: Morre o cineasta alemão Fassbinder1983: Stern publica os "Diários de Hitler"1984: Suborno derruba presidente do Parlamento alemão1988: Daimler-Benz indeniza trabalhadores forçados sob o regime nazista1989: Bomba da RAF mata banqueiro Alfred Herrhausen1989: A queda do Muro de Berlim1990: Kohl e Gorbatchov se reúnem no Cáucaso1990: Eleições livres para o Parlamento da Alemanha Oriental1991: Direitos iguais de sobrenome na Alemanha1992: Morre o ex-chanceler alemão Willy Brandt1993: Atentado incendiário xenófobo em Solingen1993: Restrições na lei de asilo político1994: Christo pode empacotar o Reichstag1994: Condenado espião alemão-oriental1998: Grupo terrorista alemão RAF anuncia dissolução2002: Morre primeiro ídolo do futebol alemão2007: Morre o fotógrafo Bernd Becher2008: Ano de grandes decisões e surpresas para cultura na Alemanha

O primeiro chanceler federal social-democrata pós-guerra morreu em Bonn, no dia 8 de outubro de 1992. Willy Brandt, Nobel da Paz de 1971, destacou-se pela aproximação com o Leste Europeu durante a Guerra Fria.


Herbert Ernst Karl Frahm nasceu a 18 de dezembro de 1913 em Lübeck, no norte da Alemanha. Com 18 anos, filiou-se ao Partido Socialista Trabalhista (SAP). Após a ascensão dos nazistas ao poder, em 1933, emigrou para a Noruega e, por razões de segurança, adotou o codinome Willy Brandt, que assumiu oficialmente em 1949.

Em Oslo, trabalhou como jornalista e estudou História. De 1936 até ser descoberto e expatriado, dois anos depois, viveu clandestinamente em Berlim, como universitário norueguês, participando da reorganização de seu antigo partido. Esteve na Guerra Civil Espanhola em 1937 como observador político e jornalista.
Quando obteve a cidadania norueguesa, no ano de 1940, a invasão da Noruega pelas tropas alemãs o obrigou a fugir para a Suécia. Depois do final da Segunda Guerra Mundial, retornou à Alemanha para escrever reportagens sobre os julgamentos de Nurembergue. A partir de 1947, trabalhou como adido de imprensa na representação da Noruega em Berlim.

Após receber de volta a cidadania alemã, em 1948, retomou a carreira política no Partido Social-Democrata (SPD), cuja vice-presidência assumiu na cidade de Berlim Ocidental. Entre 1949 e 1957, Willy Brandt esteve no Bundestag, o Parlamento alemão. Ainda em 1957, assumiu a prefeitura de Berlim, cargo que ocupou até 1966. Entre 1964 e 1987, foi presidente do SPD e, depois, presidente de honra do partido.
Confrontado com o ultimato soviético a Berlim Ocidental em 1958 e a construção do Muro, em 1961, Brandt começou a se projetar no cenário político internacional.

Em 1966 foi ministro das Relações Exteriores no governo de coalizão com os democrata-cristãos, chefiado por Kurt Georg Kiesinger (1966-1969). A meta de Brandt foi melhorar as relações com os vizinhos do Leste Europeu, isolados atrás da Cortina de Ferro.

Aproximação com o Leste

Em 1969 foi eleito chanceler federal, tornando-se o quarto chefe de governo da Alemanha depois da Segunda Guerra Mundial. Com o apoio de seu ministro do Exterior, Walter Scheel, prosseguiu com a "política da mudança através da aproximação". Ao ficar de joelhos no Gueto de Varsóvia, em 1970, e fazer uma visita a Israel em 1973, comoveu o mundo.
Nos meses de março e maio de 1970, participou de dois encontros interalemães, que serviram de base para a normalização das relações entre a República Federal da Alemanha (RFA) e a República Democrática Alemã (RDA).

Em agosto e dezembro do mesmo ano, seguiram as assinaturas dos tratados de Moscou e de Varsóvia, precursores dos acordos entre as quatro potências, em 1971; do acordo-base de relacionamento entre os dois Estados alemães (1972); e do acordo teuto-checo, de 1973. Esta política conciliadora lhe valeu o Prêmio Nobel da Paz em 1971.

Em 1974, Willy Brandt renunciou ao cargo em consequência de um caso de espionagem. Mas continuou ativo na política internacional: entre 1979 e 1983, foi membro do Parlamento Europeu; de 1976 a 1992, presidente da Internacional Socialista e, entre 1977 e 1989, da Comissão Norte-Sul. Ele faleceu em 8 de outubro de 1992 em Unkel, ao sul de Bonn. (rw)

1973: Willy Brandt em Israel
No dia 7 de junho de 1973, o então chanceler federal alemão Willy Brandt chegou a Israel para sua primeira visita oficial ao país. 
1971: Willy Brandt ganha Prêmio Nobel da Paz
A 20 de outubro de 1971, foi anunciada a escolha do então chefe de governo alemão para o Nobel, pela reconciliação entre as duas Alemanhas. 
1970: Brandt de joelhos em Varsóvia
No dia 7 de dezembro de 1970, o chanceler federal Willy Brandt e seu ministro do Exterior, Walter Scheel, assinaram na capital da Polônia o acordo de normalização das relações teuto-polonesas, o Acordo de Varsóvia. 
1970: Willy Brandt visita a Alemanha Oriental
No dia 19 de março de 1970, o então chefe do governo da Alemanha Ocidental, Willy Brandt, visitou a Alemanha Oriental. 
1969: Willy Brandt vence as eleições federais
No dia 28 de setembro de 1969, Willy Brandt foi eleito o primeiro chanceler federal social-democrata da Alemanha do pós-guerra. 
Autoria
1973: Termina a guerra do Vietnã 27.01.2016
Em 27 de janeiro de 1973, representantes do Vietnã do Norte e do Sul, bem como dos Estados Unidos, assinaram em Paris um difícil acordo que pôs fim à guerra do Vietnã.
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1971: Willy Brandt ganha o Prêmio Nobel da Paz 20.10.2014
Em 20 de outubro de 1971, o Comitê Norueguês do Nobel anunciou a escolha do então chanceler federal alemão, Willy Brandt, para o Nobel da Paz, pela sua política de reconciliação com o Leste Europeu.

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