I
Algo me hace amar este último rincón de nadie
viejo cementerio judío del pueblo que antes se llamaba
Paganini,
tierra amurallada y enrejada donde los tmeim, los impuros,
podían imaginar su Jerusalén Celestial, a la manera de la
Zwi Migdal
“conservando en el fondo su temor de Dios y queriendo
observar el pacto de Israel”. Así decía el periódico Mundo Israelita de esos
años…
Esta no es la tierra prometida, ni la Praga donde Gustav
Meyrinck imaginó el Golem acechándolo todo. Aquí los cipreses esperan sin
tiempo ni memoria. Esto es el Sur de América, donde Gardel sonríe con eterna
cara de ángel y el hombre siempre fue huérfano y esclavo de su santa madre.
La gran fuerza del silencio lo ha podido todo, la última
inhumación fue en 1968, año del señor. Ya no habrá Mikvá sagrado para “las
pupilas”, ninguna tumba tendrá alguien que diga kadish en su nombre.
II
Ellas venían de Varsovia, de Lodz, de Cracovia, no más que
niñas rubias, las polacas , "los contrabandistas de seda” las casaban con
papeles, eran una familia a los ojos del mundo y Dios tenia sus ojos en otra
parte, treinta mil dice el archivo de la asistencia pública, tan solo por estos
lugares, con rabino y templo para los creyentes, jueces, políticos, escritores
entre ellos Bioy y Borges como toda la canalla, mientras el anarco Trauman, fue
uno de los siete locos con el nombre de Haffner en la pluma de Arlt, los
estancieros viajaban rutinariamente a París con sus queridas. Y en Argentina
había un millón medio de desocupados.
Violadas, sometidas, ultrajadas, obligadas a prostituirse,
ahora sus tumbas
hablan como piedras talladas contra el cielo y dicen : El
mesías será una mujer como fue Raquel Liberman o no será nada.
No sé que predijo Nostradamus
pero esta vez
dios será mujer.
III
En Pichincha hubo mercado de esclavas, cafisos, fiocas,
panzones, machos, explotadores, rufianes, proxenetas, reventados, cafiolos así
los llamaban.
Hubo gonorrea, blenorragia y el hospital Carrasco fue
también sífilocomio.
Mientras Malatesta brindaba con champaña entre alfombras y
gobelinos
en el “Madame Safó” las chicas daban todo por cinco pesos la
lata. En Rosario las pupilas, tenían más posiciones que en el Kama Sutra.
Ahora están allí reunidos todos juntos, en un amasijo de
historias olvidadas el tiempo se repite mas allá de sus muertos y sigue siendo
fuente de toda corrupción.
Hector Berenguer Poética.
Dedicado a la poeta
Marta Pessarrodona y a José Germán.
Nenhum comentário:
Postar um comentário