quarta-feira, 28 de maio de 2014


Cuando el ahogo venía
él me visitaba, con su cara
ya gastada, irreconocible.
"Soy yo, no te asustes"
decía, mientras acariciaba
mi pelo transpirado.
Pero la bronca de los bronquios
no se apaciguaba.
-Existe una estrecha relación
entre la persona asmática
y lo injusto.-
Cuando al fin pude decirle
de que no volviera,
que las cosas eran así;
que aprendería a ser,
más o menos, un buen padre,
él ya no vino más.
Hasta que llegó el día
en que pude conocerlo.
"Soy yo, no te asustes"
le dije
acariciándole el pelo de la foto.
Un viento fresquísimo
atravesó el pinar

y sopló en la piedra.

Gustavo Caso Rosendi

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