domingo, 5 de setembro de 2010

Un bel di vedremo, ária da ópera Madama Butterfly, de Puccini

Un bel dì, vedremo


levarsi un fil di fumo

dall’estremo confin del mare. E poi la nave

appare. Poi la nave bianca

entra nel porto, romba il

suo saluto. Vedi? È venuto!

Io non gli scendo incontro.

Io no. Mi metto là sul ciglio del

colle e aspetto, e aspetto gran tempo

e non mi pesa, la lunga attesa.

E uscito dalla folla cittadina

un uomo, un picciol punto

s’avvia per la collina.

Chi sarà? chi sarà?

E come sarà giunto

che dirà? che dirà? Chiamerà

Butterfly dalla lontana.

Io senza dar risposta

me ne starò nascosta un po’ per celia…

e un po’ per non morire

al primo incontro,

ed egli alquanto in pena chiamerà, chiamerà:

piccina mogliettina olezzo di verbena,

i nomi che mi dava

al suo venire

Tutto questo avverrà, te lo prometto.

Tienti la tua paura,

io con sicura fede l’aspetto.

Un hermoso día veremos alzarse

un hilo de humo en el horizonte.

Y entonces aparecerá la nave.

Luego, esa nave blanca entrará

en el puerto, atronando con su saludo.

¿Lo ves? ¡Ya ha llegado!

Yo no bajo a encontrarme con él.

Me pongo allí, en lo alto de la colina,

y espero, espero largo tiempo

y no me pesa la larga espera.

Y saliendo de entre la multitud

un hombre, un punto pequeño

se destaca por la colina.

¿Quién será? Y cuando llegue,

¿qué dirá? ¿qué dirá?

Llamará a Butterfly desde lejos.

Y yo, sin dar respuesta,

estaré allí escondida,

un poco para inquietarlo,

y un poco para no morir

al primer encuentro, y él,

con alguna inquietud, llamará, llamará:

“Pequeña mujercita, olor de verbena”,

los nombres que me daba

cuando volvía a casa.

Todo esto ocurrirá, te lo aseguro.

Guárdate tu miedo,

yo con firmeza le espero

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