sábado, 9 de agosto de 2014

Muchas veces me ha sucedido, como crítico en ejercicio, que escritores disconformes con lo que he dicho (o escrito) acerca de su obra me lo hagan saber con cierto disgusto. Pero, en la mayoría de los casos, lo que sucede es que ellos consideran que la literatura -la poesía, casi siempre- es una forma de expresión utilitaria, funcional, como cualquier otra. No parecen (o no quieren) entender que el quid de la cuestión reside en que la escritura poética -para serlo- ha de movernos a mover la realidad con una dimensión siempre mayor, que no basta con comunicar algo inmediatamente identificable, o que se pueda explicar de una vez, y ya...Es el gran error de nuestro tiempo dejar que la obra literaria se limite a decir lo que dice, y del modo más convencional posible, creyendo que este oficio de la palabra debe ceder también a ese concepto equivocadamente democrático de la trivialización del pensamiento y de la propia creación literaria. No es comunicación lo que habremos de pedirle, sino que se establezca como un espacio de comunión que, como sabemos, quiere identificación colectiva en lo mismo, unión en una experiencia común de existencia, donde ni lugar ni tiempo históricos -por ser transitorios- signifiquen nada: se trata de una convocación del espíritu -aliento, respiración- en el cual, como seres humanos, nos reconocemos".


Jorge Rodríguez Padrón.

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