quarta-feira, 30 de outubro de 2013

Nuestro sol matutino de cada día

Bei Dao (Beijing, 1949)



Los frágiles brazos de la hierba sostienen el Sol
Gente de diferente color de piel se encamina hacia ti
Convergen en rayos de luz; tu voz de campana
Sacude la nieve acumulada en la cúspide hasta derramarla
Profundo es el temblor del miedo y el pesar de las arrugas
El espíritu no puede otra vez ocultarse tras una pantalla
El libro abre ventanas; da libertad a las parvadas para volar en círculos
El viejo árbol ha dejado de roncar, ya no echa nuevos brotes
Atar las ágiles pantorrillas del hijo
Pocas mujeres vuelven desde una ducha lejana
Bajar las estrellas y la interminable luz de la Luna
Cada persona tiene la libertad de su nombre
Cada quien su propia voz, su amor, su deseo
Ponerse de pie en la pesadilla del témpano
Al amanecer se derrite, permanece en la oscuridad
Cada persona lleva su propia sombra
Se vuelve pesado el recuerdo bajo sus pies
Al irse poco a poco desaparece
Todos los brazos se unen en el horizonte
Cada historia tiene un nuevo principio
Pues entonces comencemos


Versiones del chino de Alejandro Pescador

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