sábado, 7 de julho de 2012

El Lobo bondadoso y la Caperucita Roja malvada (Leila y el Lobo)

La historia del lobo y la caperucita roja contada por el nieto del lobo.

Por Mustafá Kaoud. Beirut – Líbano.

(En Idioma árabe se llama Leila y el Lobo).

Traducción de Yassin Kaoud.

Mi abuelo era un lobo bueno y agradable, él detestaba la depredación y comer carne, por lo que decidió ser vegetariano. Solamente se alimentaba de vegetales, dejando de lado las carnes, sólo comía hierbas y hojas.

Había una vez una niña malvada, llamada Leila, que vivía con su abuela en un bosque.

Leila solía salir todos los días rumbo al bosque, destrozaba las flores, las hierbas, los vegetales que eran el alimento de mi abuelo y arruinaba el hermoso paisaje.

En vano fueron los esfuerzos de mi abuelo tratando de hablarle, una y otra vez con el fin de evitar que la niña cometiera estos actos, pero ella no le prestaba oído a sus peticiones y hacía todo lo contrario, siguió maltratando las hierbas y las rosas a diario.

Ante la desesperación de mi abuelo, al no poder convencerla, decidió visitar a la abuela de Leila en su casa, para informarle de las maldades que hacía su nieta.

Mi abuelo, el lobo, tocó la puerta y la abuela de Leila le abrió, pero al verlo tomó un garrote y atacó sorpresivamente a mi pobre abuelo, antes de que él pudiera hacer algo o pronunciara alguna palabra. La agresión de la vieja abuela continuó contra mi pobre e inocente abuelo, quien por el miedo, el terror y la impotencia que sentía, quiso defenderse y empujó a la abuela apartándola, pero en eso cayó al suelo golpeándose la cabeza contra el borde de la cama y murió.

Cuando mi abuelo, el lobo bondadoso, se dio cuenta se puso muy triste y quedó afectado profundamente por lo sucedido. Lloró muy afligido de dolor, preocupado por la niña y de cómo ésta iba a vivir sin su abuelita y de cuanta tristeza y lágrimas le iba a causar. Se le partía el corazón al pensar en la niña.

Finalmente considerando sus sentimientos, se le ocurrió ocultar el cuerpo de la abuela, vestirse con su ropa, disfrazarse y tomar su lugar. Así podría ilusionar a la niña compensándole el cariño por la pérdida y fallecimiento de su abuela.

Cuando Leila volvía del bosque a la casa, mi abuelo inmediatamente se acostó en la cama disfrazándose con la ropa de la abuela.

Pero la malvada Leila se dio cuenta que la nariz y las orejas de su abuela estaban inusualmente muy grandes y pensó que sus ojos se parecían a los ojos de mi abuelo el lobo. Entonces descubrió el disfraz de mi abuelo.

La malvada Leila abrió la puerta y salió corriendo hacia el bosque, difundiendo desde aquel entonces entre la gente, que mi pobre abuelo era malvado y que comió a su abuela y también trató de comerla a ella.

Este es el otro punto de vista que nunca habíamos escuchado sobre la historia de Leila y el lobo.

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